SAN FRANCISCO DE PAULA, ERMITAÑO
2 DE ABRIL
Se
retiró a la montaña, y ahí permaneció durante cinco años, rezando, meditando y
alimentándose solamente de agua y de hierbas silvestres y durmiendo sobre el
duro suelo, teniendo por almohada una piedra. Pronto, varios hombres siguieron
su ejemplo. Francisco tuvo que fundar varias casas para sus religiosos y, en
todos sus conventos puso una consigna o ley que había que cumplir siempre.
Decía así: "Cuaresma perpetua". Esto quiere decir que en la
alimentación se debían hacer las mortificaciones que antiguamente se hacían en
cuaresma con el fin de fortificar la voluntad.
Miles
de hombres decidieron abandonar la vida pecaminosa del mundo e irse a la
Comunidad religiosa fundada por San Francisco de Paula. Así como San Francisco
de Asís les había puesto a sus religiosos el nombre de "hermanos
menores", San Francisco de Paula les puso a los que pertenecían a su
comunidad el nombre de "hermanos Mínimos". El Divino Espíritu le
concedió a San Francisco de Paula el don de hacer milagros, de hacer
curaciones, y el don de profecía.
El
Papa Pablo VI dijo en 1977 que San Francisco de Paula es un verdadero modelo
para los que tienen que llamarles la atención a los gobernantes que abusan de
su poder y que malgastan en gastos innecesarios el dinero que deberían emplear
en favor de los pobres. Por muchos años nuestro santo recorrió ciudades y
pueblos llevando los mensajes de Dios a las gentes. Y en aquellos tiempos (como
ahora) había alcaldes, gobernadores, ministros y hasta jefes de Estado que
abusaban de su poder y gastaban los dineros públicos para enriquecerse o para
hacer gastos inútiles y conseguir lujos, en vez de socorrer a los necesitados.
A ellos les iba recordando San Francisco que a cada uno le dirá Cristo en el
día del juicio aquellas palabras que dijo en el Evangelio: "Dame cuenta de
tu administración".
También
les recordaba esta frase del Apocalipsis: "He aquí que tengo y traigo
conmigo mi salario. Y le daré a cada uno según hayan sido sus obras". Todo
esto hacía pensar muy seriamente a muchos gobernantes y los llevaba a corregir
los modos equivocados de proceder que habían tenido en el pasado.
El
santo logró convertir a Luis XI antes de su muerte. Este quedó tan agradecido
que nombró a Francisco de Paula como director espiritual de su hijo, el futuro
Carlos VIII, rey de Francia.
Murió
el Santo, 2 de abril de 1507. El pueblo empezó inmediatamente a proclamarlo
como santo y los milagros empezaron a sucederse.
Doce
años después de su muerte, fue proclamado santo por el Sumo Pontífice León X,
en 1519.
SAN VICENTE FERER. DOMINICO
5 DE ABRIL
Se hizo religioso en la Comunidad de los Padres
Dominicos y, por su gran inteligencia, a los 21 años ya era profesor de
filosofía en la universidad.
Durante su juventud el demonio lo asaltó con violentas
tentaciones y, además, como era extraordinariamente bien parecido, varias
mujeres de dudosa conducta se enamoraron de él y como no les hizo caso a sus
zalamerías, le inventaron terribles calumnias contra su buena fama. Todo esto
lo fue haciendo fuerte para soportar las pruebas que le iban a llegar después.
Siendo un simple diácono lo enviaron a predicar a
Barcelona. La ciudad estaba pasando por un período de hambre y los barcos
portadores de alimentos no llegaban. Entonces Vicente en un sermón anunció una
tarde que esa misma noche llegarían los barcos con los alimentos tan deseados.
Al volver a su convento, el superior lo regañó por dedicarse a hacer profecías
de cosas que él no podía estar seguro de que iban a suceder. Pero esa noche
llegaron los barcos, y al día siguiente el pueblo se dirigió hacia el convento
a aclamar a Vicente, el predicador. Los superiores tuvieron que trasladarlo a
otra ciudad para evitar desórdenes.
Vicente estaba muy angustiado porque la Iglesia
Católica estaba dividida entre dos Papas y había muchísima desunión. De tanto
afán se enfermó y estuvo a punto de morir. Pero una noche se le apareció
Nuestro Señor Jesucristo, acompañado de San Francisco y Santo Domingo de Guzmán
y le dio la orden de dedicarse a predicar por ciudades, pueblos, campos y
países. Y Vicente recuperó inmediatamente su salud
En adelante por 30 años, Vicente recorre el norte de
España, y el sur de Francia, el norte de Italia, y el país de Suiza, predicando
incansablemente, con enormes frutos espirituales.
Los primeros convertidos fueron judíos y moros. Dicen
que convirtió más de 10,000 judíos y otros tantos musulmanes o moros en España.
Y esto es admirable porque no hay gente más difícil de convertirse al
catolicismo que un judío o un musulmán.
Las multitudes se apiñaban para escucharle, donde
quiera que él llegaba. Tenía que predicar en campos abiertos porque las gentes
no cabían en los templos. Su voz sonora, poderosa y llena de agradables matices
y modulaciones y su pronunciación sumamente cuidadosa, permitían oírle y
entenderle a más de una cuadra de distancia.
Sus sermones duraban casi siempre más de dos horas (un
sermón suyo de las Siete Palabras en un Viernes Santo duró seis horas), pero
los oyentes no se cansaban ni se aburrían porque sabía hablar con tal emoción y
de temas tan propios para esas gentes, y con frases tan propias de la S.
Biblia, que a cada uno le parecía que el sermón había sido compuesto para él
mismo en persona.
Antes de predicar rezaba por cinco o más horas para
pedir a Dios la eficacia de la palabra, y conseguir que sus oyentes se
transformaran al oírle. Dormía en el puro suelo, ayunaba frecuentemente y se
trasladaba a pie de una ciudad a otra (los últimos años se enfermó de una
pierna y se trasladaba cabalgando en un burrito).
En aquel tiempo había predicadores que lo que buscaban
era agradar a los oídos y componían sermones rimbombantes que no convertían a
nadie. En cambio a San Vicente lo que le interesaba no era lucirse sino
convertir a los pecadores. Y su predicación conmovía hasta a los más fríos e
indiferentes. Su poderosa voz llegaba hasta lo más profundo del alma. En pleno
sermón se oían gritos de pecadores pidiendo perdón a Dios, y a cada rato caían
personas desmayadas de tanta emoción. Personas que siempre habían odiado,
hacían las paces y se abrazaban. Pecadores endurecidos en sus vicios pedían
confesores. El santo tenía que llevar consigo una gran cantidad de sacerdotes
para que confesaran a los penitentes arrepentidos. Hasta 15,000 personas se reunían
en los campos abiertos, para oírle.
Después de sus predicaciones lo seguían dos grandes
procesiones: una de hombres convertidos, rezando y llorando, alrededor de una
imagen de Cristo Crucificado; y otra de mujeres alabando a Dios, alrededor de
una imagen de la Santísima Virgen. Estos dos grupos lo acompañaban hasta el
próximo pueblo a donde el santo iba a predicar, y allí le ayudaban a organizar
aquella misión y con su buen ejemplo conmovían a los demás.
Como la gente se lanzaba hacia él para tocarlo y
quitarle pedacitos de su hábito para llevarlos como reliquias, tenía que pasar
por entre las multitudes, rodeado de un grupo de hombres encerrándolo y
protegiéndolo entre maderos y tablas. El santo pasaba saludando a todos con su
sonrisa franca y su mirada penetrante que llegaba hasta el alma.
Las gentes se quedaban admiradas al ver que después de
sus predicaciones se disminuían enormemente las borracheras y la costumbre de
hablar cosas malas, y las mujeres dejaban ciertas modas escandalosas o adornos
que demostraban demasiada vanidad y gusto de aparecer. Y hay un dato curioso:
siendo tan fuerte su modo de predicar y atacando tan duramente al pecado y al
vicio, sin embargo las muchedumbres le escuchaban con gusto porque notaban el
gran provecho que obtenían al oírle sus sermones.
Vicente fustigaba sin miedo las malas costumbres, que
son la causa de tantos males. Invitaba incesantemente a recibir los santos
sacramentos de la confesión y de la comunión. Hablaba de la sublimidad de la
Santa Misa. Insistía en la grave obligación de cumplir el mandamiento de
Santificar las fiestas. Insistía en la gravedad del pecado, en la proximidad de
la muerte, en la severidad del Juicio de Dios, y del cielo y del infierno que
nos esperan. Y lo hacía con tanta emoción que frecuentemente tenía que
suspender por varios minutos su sermón porque el griterío del pueblo pidiendo
perdón a Dios, era inmenso.
Pero el tema en que más insistía este santo predicador
era el Juicio de Dios que espera a todo pecador. La gente lo llamaba "El
ángel del Apocalipsis", porque continuamente recordaba a las gentes lo que
el libro del Apocalipsis enseña acerca del Juicio Final que nos espera a todos.
El repetía sin cansarse aquel aviso de Jesús: "He aquí que vengo, y traigo
conmigo mi salario. Y le daré a cada uno según hayan sido sus obras"
(Apocalipsis 22,12). Hasta los más empecatados y alejados de la religión se
conmovían al oírle anunciar el Juicio Final, donde "Los que han hecho el
bien, irán a la gloria eterna y los que se decidieron a hacer el mal, irán a la
eterna condenación" (San Juan 5, 29).
Los milagros acompañaron a San Vicente en toda su
predicación. Y uno de ellos era el hacerse entender en otros idiomas, siendo
que él solamente hablaba su lengua materna y el latín. Y sucedía frecuentemente
que las gentes de otros países le entendían perfectamente como si les estuviera
hablando en su propio idioma. Era como la repetición del milagro que sucedió en
Jerusalén el día de Pentecostés, cuando al llegar el Espíritu Santo en forma de
lenguas de fuego, las gentes de 18 países escuchaban a los apóstoles cada uno
en su propio idioma, siendo que ellos solamente les hablaban en el idioma de
Israel.
San Vicente se mantuvo humilde a pesar de la enorme
fama y de la gran popularidad que le acompañaban, y de las muchas alabanzas que
le daban en todas partes. Decía que su vida no había sido sino una cadena
interminable de pecados. Repetía: "Mi cuerpo y mi alma no son sino una
pura llaga de pecados. Todo en mí tiene la fetidez de mis culpas". Así son
los santos. Grandes ante la gente de la tierra pero se sienten muy pequeñitos
ante la presencia de Dios que todo lo sabe.
Los últimos años, ya lleno de enfermedades, lo tenían
que ayudar a subir al sitio donde iba a predicar. Pero apenas empezaba la
predicación se transformaba, se le olvidaban sus enfermedades y predicaba con
el fervor y la emoción de sus primeros años. Era como un milagro. Durante el
sermón no parecía viejo ni enfermo sino lleno de juventud y de entusiasmo. Y su
entusiasmo era contagioso. Murió en plena actividad misionera, el Miércoles de
Ceniza, 5 de abril del año 1419. Fueron tantos sus milagros y tan grande su
fama, que el Papa lo declaró santo a los 36 años de haber muerto, en 1455.
El santo regalaba a las señoras que peleaban mucho con
su marido, un frasquito con agua bendita y les recomendaba: "Cuando su
esposo empiece a insultarle, échese un poco de esta agua a la boca y no se la
pase mientras el otro no deje de ofenderla". Y esta famosa "agua de
Fray Vicente" producía efectos maravillosos porque como la mujer no le
podía contestar al marido, no había peleas. Ojalá que en muchos de nuestros hogares
se volviera a esta bella costumbre de callar mientras el otro ofende. Porque lo
que produce la pelea no es la palabra ofensiva que se oye, si no la palabra
ofensiva que se responde.
SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE
7 DE ABRIL
Si San Juan Bautista de la Salle
viviera hoy aquí en la tierra abriría los ojos aterrado al ver que la educación
se ha secularizado, o sea se ha organizado como si Dios no existiera y sólo se
preocupa por hacer de los seres humanos unos animalitos muy buen amaestrados,
pero sin fe, sin mirar a la eternidad ni importarle nada la salvación del alma.
Porque para él, lo imprescindible, lo que constituía su obsesión, era obtener
la salvación del alma de los educandos y hacerlos crecer en la fe. Si no
hubiera sido por estos dos fines, él no habría emprendido ninguna obra
especial, porque esto era lo que en verdad le interesaba y le llamaba la
atención: hacer que los educandos amaran y obedecieran a Dios y consiguieran
llegar al reino eterno del cielo.
Juan Bautista había estudiado en el
famoso seminario de San Suplicio en París y allí recibió una formidable
formación que le sirvió para toda su vida. Fue ordenado sacerdote y por su
posición social y sus hermosas cualidades parecía destinado para altos cargos
eclesiásticos, cuando de pronto al morir su director espiritual lo dejó como
encargado de una obra para niños pobres que el santo sacerdote había fundado:
una escuela para niños y un orfelinato para niñas pobres, dirigido por unas
hermanitas llamadas de El Niño Jesús. Allí en esa obra lo esperaba la Divina
Providencia para encaminarlo hacia la gran obra que le tenía destinada: ser el
reformador de la educación.
La Salle le dio un viraje de 180
grados a los antiguos métodos de educación. Antes se enseñaba a cada niño por
aparte. Ahora La Salle los reúne por grupos para darles clases (en la
actualidad eso parece tan natural, pero en aquel tiempo era una novedad).
Antiguamente se educaba con base en gritos y golpes. El padre Juan Bautista
reemplazaba el sistema del terror por el método del amor y de la convicción. Y
los resultados fueron maravillosos. La gente se quedaba admirada al ver cómo
mejoraba totalmente la juventud al ser educada con los métodos de nuestro
santo.
No les enseñaba solamente cosas
teóricas y abstractas, sino sobre todo aquellos conocimientos prácticos que más
les iban a ser de utilidad en la vida diaria. Y todo con base en la religión y
la amabilidad.
La Salle empezó a reunir a sus
profesores para instruirlos en el arte de educar y para formarlos
fervorosamente en la vida religiosa. Y con los más entusiastas fundó la
Comunidad de Hermanos de las Escuelas Cristianas que hoy son unos 15,000 en más
de mil colegios en todo el mundo. Y siguen siendo una autoridad mundial en
pedagogía, en el arte de educar a la juventud. El éxito de los Hermanos
Cristianos fue inmenso desde el principio de su congregación, y ya en vida del
santo abrieron colegios en muchas ciudades y en varias naciones. Un 15 de
agosto los consagró San Juan Bautista a la Santísima Virgen y han permanecido
fervorosos propagadores de la devoción a la Madre de Dios.
Al principio algunos le fallaron
porque el santo era tan bondadoso que no podía imaginar mala voluntad en
ninguno de sus discípulos. Para él todo el mundo era bueno, y por mucho que lo
hubieran ofendido estaba siempre dispuesto a perdonar y a volver a recibir al
que había faltado. Y tuvo la prueba dolorosísima de ver que algunos lo
engañaron y se dejaron contagiar por el espíritu del mundo. Pero luego sus
asesores lo convencieron para que no aceptara a ciertos sujetos no confiables y
que expulsara a algunos que se habían vuelto indignos. Y el santo aceptando con
toda humildad y mansedumbre los buenos consejos recibidos procedió a purificar
muy a tiempo su congregación.
Siendo de familia muy rica, repartió
todos sus bienes entre los pobres y se dedicó a vivir como un verdadero pobre.
Los últimos años cuando renunció a ser Superior General de su Congregación,
pedía permiso al superior hasta para hacer los más pequeños gastos. Los viajes
aunque a veces muy largos, los hacía casi siempre a pie, y pidiendo limosna
para alimentarse por el camino, durmiendo en casitas pobrísimas, llenas de
plagas y de incomodidades.
Una vez pasó todos los tres meses
del crudísimo invierno, en una habitación sin calefacción y con ventanas llenas
de rendijas y con varios grados bajo cero. Esto le trajo un terrible reumatismo
que durante todo el resto de su vida le produjo tremendos dolores y las
anticuadas curaciones que le hicieron para ese mal lo torturaron todavía mucho
más.
En su juventud, por ser de familia
muy adinerada, había gozado de una alimentación refinada y muy sabrosa. Cuando
se dedicó a vivir la pobreza de una comunidad fervorosa y en la cual, los
alimentos eran rudos y desagradables, tenía que aguantar muchas horas sin
comer, para que su estómago fuera capaz de recibirle esos alimentos tan burdos.
Su sotana y su manto eran tan pobres
y descoloridos, que un pobre no se los hubiera aceptado como limosna.
Su humildad era tan grande que se
creía indigno de ser el superior de la comunidad. Estaba siempre dispuesto a
dejar su alto puesto y alguna vez que por calumnias dispuso la autoridad
superior quitarlo de ese cargo, él aceptó inmediatamente. Pero todos los
Hermanos firmaron un memorial anunciando que no aceptaban por el momento a
ningún otro como superior sino al Santo Fundador y tuvo que aceptar el seguir
con el superiorato.
No se cansaba de recomendar con sus
palabras y sus buenos ejemplos, a sus religiosos y amigos que la preocupación
número uno del educador debe ser siempre el tratar de que los educandos crezcan
en el amor a Dios y en la caridad hacia el prójimo, y que cada maestro debe
esforzarse con toda su alma por tratar de que los jovencitos conserven su
inocencia si no la han perdido o que recuperen su amistad con Dios por medio de
la conversión y de un inmenso horror al pecado y a todo lo que pueda hacer
daño a la santidad y a todo lo que se oponga a la eterna salvación.
Pasaba muchas horas en oración y les
insistía a sus religiosos que lo que más éxito consigue en la labor de un
educador es orar, dar buen ejemplo y tratar a todos como Cristo lo recomendó en
el evangelio: "haciendo a los demás todo el bien que deseamos que los
demás no hagan a nosotros".
San Juan Bautista de la Salle murió
el 7 de abril de 1619 a los 68 años. Fue declarado santo por el Sumo Pontífice
León XIII en el año 1900. El Papa Pío XII lo nombró Patrono de los Educadores
del mundo entero.
SAN ESTANISLAO
OBISPO DE CRACOVIA Y MÁRTIR
11 DE ABRIL
Nació el 26 de julio del año 1036 en Polonia. Sus
padres eran nobles; habían vivido mucho tiempo sin hijos, hasta que Dios les
concedió a Estanislao, en respuesta a sus oraciones, por lo que consagraron a Dios
a su hijo desde el día de su nacimiento. Fue ordenado sacerdote por Mons.
Lamberto Zula, Obispo de Cracovia, quien lo hizo canónigo de la catedral y más
tarde lo nombró predicador y archidíacono suyo.
La elocuencia y el ejemplo del joven sacerdote produjeron
grandes frutos de reforma de costumbres entre sus penitentes, clérigos y
laicos. A la muerte de Mons. Zula, el santo fue consagrado Obispo de Cracovia
en 1072, siendo un celoso apóstol, infatigable en la predicación, estricto en
el mantenimiento de la disciplina y muy cumplido con las visitas pastorales. En
aquella época, gobernaba Polonia el rey Boleslao II, monarca de grandes
cualidades pero extremadamente disoluto y cruel. Tuvo muchos enfrentamientos
con el santo quien fue el único que le hizo frente ante sus injusticias y
tiranías. Enfurecido por sus palabras, el monarca hostigó y amenazó al santo lo
que motivó que San Estanislao lo excomulgara. Esta decisión encolerizó aún más
al rey, enviando a sus soldados a que matasen al Obispo pero al fracasar por
intervención divina, el rey lo mató.
SAN FIDEL DE SIGMARINGA, PRESBÍTERO Y MÁRTIR
24 DE ABRIL
La congregación de "Propaganda Fide", venera
a San Fidel como su primer mártir. Era éste un sacerdote capuchino, conocido
también con el nombre de Marcos Rey. Desde joven empezó a llevar una vida de
penitencia y también fue conocida su vocación de servicio y defensa a los más
pobres por lo que el pueblo lo llamó "el abogado de los pobres". Por
orden de sus superiores, San Fidel fue enviado con otros ocho capuchinos a
predicar a los swinglianos de Grions, misión que aceptó gustosamente, pese a
las amenazas de los protestantes de aquella región.
Las conversiones numerosas que el santo conseguía a
diario se debían, sin duda, tanto a las largas horas de la noche que dedicaba a
la oración, como a sus sermones e instrucciones cotidianos. Encolerizados de
sus prodigios, los protestantes empezaron a hostigar al religioso, poniendo a
la población en su contra. Enterado de lo sucedido, San Fidel pasó varias
noches de oración ante el Santísimo Sacramento, para luego dirigirse a las
aldeas aledañas. Cuando se dirigía a Grüsch, fue atacado por un puñado de
hombres armados, quienes le exigieron que abjurarse de la fe católica, pero el
santo se negó rotundamente por lo que fue derribado a tierra y acabado a
puñaladas.
SAN MARCOS, EVANGELISTA
25 DE ABRIL
Era primo de San
Bernabé y acompañó a este y a San Pablo en el primer viaje misionero que
hicieron estos dos apóstoles. Pero al llegar a regiones donde había muchos
guerrilleros y atracadores, donde según palabras de San Pablo: "había peligro
de ladrones, peligro de asaltos en los caminos, peligro de asaltos en la
soledad" (2 Cor.), Marcos se atemorizó y se apartó de los dos misioneros y
se volvió otra vez a su patria.
En el segundo
viaje Bernabé quiso llevar consigo otra vez a su primo Marcos, pero San Pablo
se opuso, diciendo que no ofrecía garantías de perseverancia para resistir los
peligros y las dificultades del viaje. Esto hizo que los dos apóstoles se
separaran y se fueran cada uno por su lado a misionar. Después volverá a ser
otra vez muy amigo de San Pablo.
San Marcos llegó
a ser el secretario y hombre de confianza de San Pedro. Como le escuchaba
siempre sus sermones que no eran sino el recordar los hechos y las palabras de
Jesús, Marcos fue aprendiéndolos muy bien. Y dicen que a pedido de los
cristianos de Roma escribió lo que acerca de Jesucristo había oído predicar al
apóstol. Esto es lo que se llama "Evangelio según San Marcos".
El evangelio de
San Marcos es como una repetición de lo que el Apóstol Pedro predicaba. Es el
más corto de los 4 evangelios. El de San Lucas tiene 1,140 frases. El de Mateo
1,068. El de San Juan 879 y el de San Marcos solamente tiene 746 frases. Son 16
capítulos llenos de narraciones muy vivas, gráficas, salpicadas de detalles
interesantes. Se propone no dejar de narrar lo que contribuya a hacer más
llamativa la narración. Allí parece estar hablando un testigo ocular que se ha
fijado en todo y lo repite con agrado. Es el reflejo de lo que San Pedro
presenció y que se le ha quedado grabado en su memoria. Se fija más en los
hechos de Jesús que en sus discursos. Sus narraciones son agradables por lo
frescas y espontáneas. Parece un reportero gráfico narrando lo que sus ojos
vieron y sus oídos escucharon. Presenta atractivos cuadros: gestos, miradas,
sentimientos de Jesús. Dicen los especialistas que el evangelio de San Marcos
mientras más se le estudia, más se convence uno de que el que lo escribió era
un verdadero artista de la narración y que con este escrito contribuyó a que
muchos millones de lectores se entusiasmen por la persona de nuestro amable
Salvador. Un sabio afirmó que "el evangelio de San Marcos es el libro más
importante que se ha escrito", pues parece que fue el primer evangelio que
se escribió y que de él sacaron mucho material los otros tres evangelistas.
San Marcos tiene
105 paisajes y de ellos aparecen 93 en Mateo y 85 en Lucas. De las 746 frases
de Marcos, San Mateo reproduce 606 y copia el 51% de las palabras que emplea
Marcos. San Lucas reproduce en su evangelio 320 de las 746 frases de San Marcos.
Solamente hay 24 frases de San Marcos que no se encuentran ni en Mateo ni en
Lucas. Por eso es que el Evangelio de San Marcos es un libro verdaderamente
importante.
San Pedro llama
a Marcos en sus cartas: "Hijo mío". Y San Pablo cuando escribe a Timoteo
desde su prisión en Roma le dice: "Tráigame a Marcos, porque necesito de
su colaboración". Dicen los antiguos historiadores que fue un compañero
muy apreciado por los dos apóstoles.
Dicen que San
Marcos fue nombrado obispo de Alejandría en Egipto, y que allá en esa ciudad
fue martirizado por los enemigos de la religión un 25 de abril.
La ciudad de
Venecia (Italia) lo eligió como patrono y construyó en su honor la bellísima
Catedral de San Marcos.
SAN ISIDRO, PBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA
26 DE ABRIL
Su hermano mayor, San Leandro, que era obispo de
Sevilla, se encargó de su educación obteniendo que Isidoro adquiriera el hábito
o costumbre de dedicar mucho tiempo a estudiar y leer, lo cual le fue de gran
provecho para toda la vida.
Al morir Leandro, lo reemplazó Isidoro como obispo de
Sevilla, y duró 38 años ejerciendo aquel cargo, con gran brillo y notables
éxitos.
Isidoro fue el obispo más sabio de su tiempo en
España. Poseía la mejor biblioteca de la nación. Escribió varios libros que se
hicieron famosos y fueron muy leídos por varios siglos como por ej. Las
Etimologías, que se pueden llamar el Primer Diccionario que se hizo en Europa.
También escribió La Historia de los Visigodos y biografías de hombres ilustres.
San Isidoro es como un puente entre la Edad Antigua
que se acababa y la Edad Media que empezaba. Su influencia fue muy grande en
toda Europa y especialísimamente en España, y su ejemplo llevó a muchos a
dedicar sus tiempos libres al estudio y a las buenas lecturas.
Fue la figura principal en el Concilio de Toledo (año
633) del cual salieron leyes importantísimas para toda la Iglesia de España y
que contribuyeron muy fuertemente a mantener firme la religiosidad en el país.
Se preocupaba mucho porque el clero fuera muy bien
instruido y para eso se esforzó porque en cada diócesis hubiera un colegio para
preparar a los futuros sacerdotes, lo cual fue como una preparación a los
seminarios que siglos más tarde se iban a fundar en todas partes.
Dice San Ildefonso que "la facilidad de palabra
era tan admirable en San Isidoro, que las multitudes acudían de todas partes a
escucharle y todos quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se
obtenía al oír sus enseñanzas".
Su amor a los pobres era inmenso, y como sus limosnas
eran tan generosas, su palacio se veía continuamente visitado por gentes
necesitadas que llegaban a pedir y recibir ayudas. De todas las ciencias la que
más le agradaba y más recomendaba era el estudio de la Sagrada Biblia, y
escribió unos comentarios acerca de cada uno de los libros de la S. Biblia.
Cuando sintió que iba a morir, pidió perdón públicamente por todas las faltas
de su vida pasada y suplicó al pueblo que rogara por él a Dios. A los 80 años
de edad murió, el 4 de abril del año 636.
La Santa Sede de Roma lo declaró "Doctor de la
Iglesia".
SAN PEDRO CHANEL, PRESBÍTERO Y MÁRTIR
28 DE ABRIL
El 28 de abril la Iglesia celebra al sacerdote San
Pedro Chanel, primer mártir y patrón de Oceanía, el cual consiguió
muchas conversiones de nativos, provocando su martirio.
Pierre-Louis-Marie Chanel nació en Francia en 1803 en
una familia campesina. Recibió el orden sacerdotal a los 24 años y fue enviado
a la parroquia de Crozet que estaba en decadencia y que con su llegada empezó a
reavivarse.
Más adelante, ingresó a los maristas y con el tiempo
se fue a las misiones. En la isla Futuna en Oceanía se encontró con un
territorio dividido entre dos tribus y donde el canibalismo recientemente se
había prohibido.
A pesar de las dificultades, San Pedro Chanel logró
convertir a muchos, mientras aprendía el idioma, enseñaba y cuidaba de los
enfermos.
El jefe de la tribu musumusu se pudo celoso de la
influencia misionera del santo que había logrado convertir incluso a miembros
de su familia.
Por lo que mandó a unos sicarios para que lo
asesinaran. Se ensañaron tanto con San Pedro Chanel, que su cuerpo fue
descuartizado con hachas. Murió mártir un 28 de abril de 1841.
SANTA CATALINA DE SIENA,
VIRGEN Y DOCTORA DE LA IGLESIA
29 DE ABRIL
Santa Catalina nació en 1347 en Siena, hija de padres
virtuosos y piadosos. Ella fue favorecida por Dios con gracias extraordinarias
desde una corta edad, y tenía un gran amor hacia la oración y hacia las cosas
de Dios. A los siete años, consagró su virginidad a Dios a través de un voto
privado. A los doce años, la madre y la hermana de Santa Catalina intentaron
persuadirla para llegar al matrimonio, y así comenzaron a alentarla a prestar
más atención a su apariencia. Para complacerlos, ella se vestía de gala y se
engalanaba con joyas que se estilaban en esa época. Al poco tiempo, Santa
Catalina se arrepintió de esta vanidad. Su familia consideró la soledad
inapropiada para la vida matrimonial, y así comenzaron a frustrar sus
devociones, privándola de su pequeña cámara o celda en la cual pasaba gran parte
de su tiempo en soledad y oración. Ellos le dieron varios trabajos duros para
distraerla. Santa Catalina sobrellevó todo esto con dulzura y paciencia. El
Señor le enseñó a lograr otro tipo de soledad en su corazón, donde, entre todas
sus ocupaciones, se consideraba siempre a solas con Dios, y donde no podía
entrar ninguna tribulación.
Más adelante, su padre aprobó finalmente su devoción y
todos sus deseos piadosos. A los quince años de edad, asistía generosamente a
los pobres, servía a los enfermos y daba consuelo a los afligidos y
prisioneros. Ella prosiguió el camino de la humildad, la obediencia y la
negación de su propia voluntad. En medio de sus sufrimientos, su constante
plegaria era que dichos sufrimientos podían servir para la expiación de sus faltas
y la purificación de su corazón.
30 DE ABRIL
Miguel Ghislieri nació en 1504 en Bosco, en la diócesis de Tortona y tomó
el hábito de Santo a los 14 años en el convento de Voghera. En 1556, fue
elegido obispo de Nepi y Sutri y al año siguiente, fue nombrado, Inquisidor
General y Cardenal. El santo tomó el nombre de Pío V desde el primer momento de
su Pontificado (1565) y puso de manifiesto que estaba decidido aplicar no solo
la letra sino también el espíritu del Concilio de Trento. En 1568 se publicó en
nuevo Breviario, en el cual se omitía las fiestas y extravagantes leyendas de
algunos santos y se daba a las lecciones de la Sagrada Escritura su verdadero
lugar. Además, se terminó el catecismo que el Concilio de Trento había mandado
a redactar y el Pontífice mandó a traducirlo en diferentes lenguas.
El éxito del Papa se debió en gran parte, a la veneración que el pueblo le
profesaba por su santidad; su oración era fervorosa y frecuentemente visitaba a
los hospitales y asistía personalmente a los enfermos. Sin embargo, durante su
pontificado, el Papa tuvo que enfrentar dos grandes amenazas: la difusión del
protestantismo y las invasiones de los turcos, frente a lo cual trabajó
incansablemente. En 1572, el Papa sufrió el violento ataque de una dolorosa
enfermedad que le produjo la muerte el 1 de mayo del mismo año, a los 68 años
de edad.