SANTA BRÍGIDA DE KILDARE,
Tras esta experiencia volvió a Venecia para dirigir la
educación de sus sobrinos, y su tiempo libre lo consagró al estudio de la
teología y a las obras de caridad.




PATRONA DE IRLANDA
1 DE FEBRERO
Santa
Brígida de Kildara fue monja, abadesa y uno de los santos más grandes en
Irlanda, declarada patrona del país junto a San Patricio y San Columbano.
Vivió
probablemente entre los años 450 y 525. Nació en la ciudad de Faughart al norte
de Irlanda, y según la tradición, desde temprana edad se consagró a Dios y
recibió el velo de las vírgenes de mano de San Melo, sobrino de San Patricio.
Después
de ello, Brígida, junto con otras vírgenes consagradas, permaneció en la ciudad
de Meatr y obró muchos milagros. Curó a un extranjero por nombre Marcos, a dos
leprosos, dos mudos y dos ciegos; proporcionó cerveza de un solo barril a
dieciocho iglesias, entre otros.
También
fundó un convento en la ciudad de Kildare (Irlanda) adoptando la regla de San
Cesáreo hacia el año 513. Esta regla fue retomada por varios conventos de
Irlanda.
Santa
Brígida es Venerada como madre espiritual por muchísimas religiosas. En vida ya
era considerada santa.
Falleció
en Kildare y fue enterrada en Downpatrick junto a San Patricio y San Columba.
LA
PRESENTACIÓN DEL SEÑOR
2 DE FEBRERO
Aunque esta fiesta del 2 de
febrero cae fuera del tiempo de navidad, es una parte integrante del relato de
navidad. Es una chispa de fuego de navidad, es una epifanía del día
cuadragésimo. Navidad, epifanía, presentación del Señor son tres paneles de un
tríptico litúrgico.
Es una fiesta antiquísima de
origen oriental. La Iglesia de Jerusalén la celebraba ya en el siglo IV. Se
celebraba allí a los cuarenta días de la fiesta de la epifanía, el 14 de
febrero. La peregrina Eteria, que cuenta esto en su famoso diario, añade el
interesante comentario de que se "celebraba con el mayor gozo, como si
fuera la pascua misma"'. Desde Jerusalén, la fiesta se propagó a otras
iglesias de Oriente y de Occidente. En el siglo VII, si no antes, había sido
introducida en Roma. Se asoció con esta fiesta una procesión de las candelas.
La Iglesia romana celebraba la fiesta cuarenta días después de navidad.
Entre las iglesias orientales se
conocía esta fiesta como "La fiesta del Encuentro" (en griego,
Hypapante), nombre muy significativo y expresivo, que destaca un aspecto
fundamental de la fiesta: el encuentro del Ungido de Dios con su pueblo. San
Lucas narra el hecho en el capítulo 2 de su evangelio. Obedeciendo a la ley
mosaica, los padres de Jesús llevaron a su hijo al templo cuarenta días después
de su nacimiento para presentarlo al Señor y hacer una ofrenda por él.
Esta fiesta comenzó a ser
conocida en Occidente, desde el siglo X, con el nombre de Purificación de la
bienaventurada virgen María. Fue incluida entre las fiestas de Nuestra Señora.
Pero esto no era del todo correcto, ya que la Iglesia celebra en este día,
esencialmente, un misterio de nuestro Señor. En el calendario romano, revisado
en 1969, se cambió el nombre por el de "La Presentación del Señor".
Esta es una indicación más verdadera de la naturaleza y del objeto de la
fiesta. Sin embargo, ello no quiere decir que infravaloremos el papel
importantísimo de María en los acontecimientos que celebramos. Los misterios de
Cristo y de su madre están estrechamente ligados, de manera que nos encontramos
aquí con una especie de celebración dual, una fiesta de Cristo y de María.
La bendición de las candelas
antes de la misa y la procesión con las velas encendidas son rasgos chocantes
de la celebración actual. El misal romano ha mantenido estas costumbres,
ofreciendo dos formas alternativas de procesión. Es adecuado que, en este día,
al escuchar el cántico de Simeón en el evangelio (Lc 2,22-40), aclamemos a
Cristo como "luz para iluminar a las naciones y para dar gloria a tu
pueblo, Israel".
SAN BLAS,
PATRONO DE LOS
OTORRINOSLARINGOLOGOS
3 DE FEBRERO
Al principio ejercía la medicina,
y aprovechaba de la gran influencia que le daba su calidad de excelente médico,
para hablarles a sus pacientes en favor de Jesucristo y de su santa religión, y
conseguir así muchos adeptos para el cristianismo.
Al conocer su gran santidad, el
pueblo lo eligió obispo.
Cuando estalló la persecución de
Diocleciano, se fue San Blas a esconderse en una cueva de la montaña, y desde
allí dirigía y animaba a los cristianos perseguidos y por la noche bajaba a
escondidas a la ciudad a ayudarles y a socorrer y consolar a los que estaban en
las cárceles, y a llevarles la Sagrada Eucaristía.
Cuenta la tradición que a la
cueva donde estaba escondido el santo, llegaban las fieras heridas o enfermas y
él las curaba. Y que estos animales venían en gran cantidad a visitarlo
cariñosamente. Pero un día él vio que por la cuesta arriba llegaban los
cazadores del gobierno y entonces espantó a las fieras y las alejó y así las
libró de ser víctimas de la cacería.
Entonces los cazadores, en
venganza, se lo llevaron preso. Su llegada a la ciudad fue una verdadera
apoteosis, o paseo triunfal, pues todas las gentes, aun las que no pertenecían
a nuestra religión, salieron a aclamarlo como un verdadero santo y un gran
benefactor y amigo de todos.
El gobernador le ofreció muchos
regalos y ventajas temporales si dejaba la religión de Jesucristo y si se
pasaba a la religión pagana, pero San Blas proclamó que él sería amigo de Jesús
y de su santa religión hasta el último momento de su vida.
Entonces fue apaleado brutalmente
y le desgarraron con garfios su espalda. Pero durante todo este feroz martirio,
el santo no profirió ni una sola queja. El rezaba por sus verdugos y para que
todos los cristianos perseveraran en la fe.
El gobernador, al ver que el
santo no dejaba de proclamar su fe en Dios, decretó que le cortaran la cabeza.
Y cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio iba bendiciendo por el
camino a la inmensa multitud que lo miraba llena de admiración y su bendición
obtenía la curación de muchos.
Pero hubo una curación que
entusiasmó mucho a todos. Una pobre mujer tenía a su hijito agonizando porque
se le había atravesado una espina de pescado en la garganta. Corrió hacia un
sitio por donde debía pasar el santo. Se arrodilló y le presentó al enfermito
que se ahogaba. San Blas le colocó sus manos sobre la cabeza al niño y rezó por
él. Inmediatamente la espina desapareció y el niñito recobró su salud. El
pueblo lo aclamó entusiasmado.
Le cortaron la cabeza (era el año
316). Y después de su muerte empezó a obtener muchos milagros de Dios en favor
de los que le rezaban. Se hizo tan popular que en sólo Italia llegó a tener 35
templos dedicados a él. Su país, Armenia, se hizo cristiano pocos años después
de su martirio.
En la Edad Antigua era invocado
como Patrono de los cazadores, y las gentes le tenían gran fe como eficaz
protector contra las enfermedades de la garganta. El 3 de febrero bendecían dos
velas en honor de San Blas y las colocaban en la garganta de las personas
diciendo: "Por intercesión de San Blas, te libre Dios de los males de
garganta". Cuando los niños se enfermaban de la garganta, las mamás
repetían: "San Blas bendito, que se ahoga el angelito".
A San Blas, tan amable y
generoso, pidámosle que nos consiga de Dios la curación de las enfermedades
corporales de la garganta, pero sobre todo que nos cure de aquella enfermedad
espiritual de la garganta que consiste en hablar de todo lo que no se debe de
hablar y en sentir miedo de hablar de nuestra santa religión y de nuestro
amable Redentor, Jesucristo.
SANTA CATALINA DE RICCI,
RELIGIOSA QUE LLEVÓ LAS LLAGAS DE CRISTO
4 DE ENERO
Santa
Catalina de Ricci fue una monja dominica de Italia que recibió las marcas de la
Pasión de Cristo en su cuerpo entre 1542 y 1554, y que fue conocida por su vida
milagrosa y mística en un tiempo de profunda reforma para la Iglesia, la
reforma decretada por el Concilio de Trento.
La
Orden de Predicadores la recuerda porque solía entrar en éxtasis todas las
semanas, desde el mediodía del jueves hasta las cuatro de la tarde del sábado,
por varios años. En medio del éxtasis vivió las etapas de la Pasión de Cristo,
dando a conocer luego el sufrimiento de la Virgen María al presenciarlas.
Santa
Catalina de Ricci nació en Florencia el 23 de abril de 1522. A los doce años,
en 1534, participó en un retiro en el convento de San Vicente de las Hermanas
de la Tercera Orden de Santo Domingo en la ciudad de Prato (cerca de
Florencia), y quedó impactada por el estilo de vida de estricta observancia.
En
1535 pidió ser admitida en la comunidad y tomó el hábito. Y al año siguiente
profesó sus votos solemnes.
Durante
su noviciado y por cuatro años, luego de su profesión religiosa, ella estuvo
expuesta a humillantes aflicciones de la comunidad, debido a la errada
comprensión de algunos de los dones supernaturales que ella recibió; no
obstante, su santidad y humildad finalmente vencieron.
Tiempo
después fue asignada como superiora a los 25 años, cargo que cumplió hasta el
día de su muerte.
Santa
Catalina de Ricci vivió en una época de grandes santos. Entre sus
contemporáneos se encuentra San Carlos Borromeo, San Felipe Neri y Santa Maria
Magdalena de Pazzi.
Falleció
el 2 de febrero de 1590 después de una larga y dolorosa enfermedad, a la edad
de 68 años.
Fue
beatificada en 1732 por el Papa Clemente XII y canonizada por el Papa Benedicto
XIV en 1746.
SANTA AGEDA,
VIRGEN Y MÁRTIR,
5 DE FEBRERO
Águeda significa "la buena", "la virtuosa".
Un himno latino sumamente antiguo
canta así: "Oh Águeda: tu corazón era tan fuerte que logró aguantar que el
pecho fuera destrozado a machetazos y tu intercesión es tan poderosa, que los
que te invocan cuando huyen al estallar el volcán Etna, se logran librar del
fuego y de la lava ardiente, y los que te rezan, logran apagar el fuego de la
concupiscencia.".
Águeda nación en Catania, Sicilia, al sur de Italia, hacia el año 230.
SAN FELIPE DE JESÚS, PRIMER MÁRTIR MEXICANO
5 E ENERO
“Jesús,
Jesús, Jesús”, gritó San Felipe de Jesús antes de morir en una cruz y
atravesado por dos lanzas durante las persecuciones contra los cristianos en
Japón. Su fiesta se celebra cada 5 de febrero y es el primer mártir mexicano,
así como patrono de la Ciudad de México.
San
Felipe nació en la ciudad de México el año de 1572 y fue hijo de inmigrantes
españoles. De pequeño fue un niño inquieto y travieso, poniendo en aprietos
tanto a sus padres como familiares cercanos, quienes a veces no veían con
buenos ojos las travesuras del santo.
Ya
adolescente decidió ingresar al noviciado de los franciscanos, pero no pudo
resistir la austeridad y severidad de las reglas del convento, escapándose de
él y regresando a la casa paterna. Ejerció uno años el oficio de platero, pero
como las ganancias eran muy pocas, su padre decidió enviarlo a las Islas
Filipinas a probar fortuna.
Felipe
llegó a la ciudad de Manila donde gozó del imperio de artes, riquezas y
placeres que ofrecía dicha ciudad; sin embargo la angustia, el vacío y el
sinsentido de su propia vida golpeaban su corazón constantemente, y en medio de
aquel doloroso vacío volvió a oír muy tenue la llamada de Cristo: "Si
quieres venir en pos de mí, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y
sígueme"(Mt.16.24).
Felipe dio un sí generoso al llamado de Cristo, ingresó a la Orden de los
Franciscanos en Manila, y empezó su proceso de conversión. Se entregó a la
oración, a los estudios y a la ayuda caritativa y servicial con los hermanos
más necesitados y enfermos.
Un
buen día le anunciaron que ya podía ordenarse sacerdote, y que, por gracia
especial, esa ordenación tendría lugar precisamente en su ciudad natal, en
México.
Se
embarcó junto con Fray Juan Pobre y otros franciscanos rumbo a la Nueva España,
pero una gran tempestad arrojó la embarcación a las costas del Japón, donde
Fray Pedro Bautista y algunos hermanos franciscanos realizaban un arduo trabajo
evangelizador.
El
santo se sintió muy feliz de este cambio de destino, pues era consciente de que
era una instancia poderosa para reforzar su "Sí" al Señor en su
entrega para la conversión de los japoneses de aquel lugar.
Los
esfuerzos del santo y de sus hermanos dieron abundantes frutos; sin embargo,
estalló la persecución de Taicosama contra los franciscanos y los catequistas.
El santo por su calidad de náufrago, hubiera podido evitar honrosamente la
prisión y los tormentos como lo habían hecho Fray Juan Pobre y sus compañeros
de naufragio.
San
Felipe rechazó a esa oportunidad y decidió abrazar del todo la cruz de Cristo,
permaneciendo hasta el último suplicio junto a San Pedro Bautista y demás
misioneros franciscanos que desde hacía años evangelizaban Japón.
El
santo fue llevado por algunas de las principales ciudades para que se burlaran
de él. Sufrió pacientemente que le cortaran, como a todos los demás, una oreja.
Finalmente en Nagasaki (Japón), en compañía de otros franciscanos, además de
laicos y jesuitas, abrazó la Cruz de la cual fue colgado, suspendido mediante
una argolla y atravesado por dos lanzas.
El
santo fue el primero en morir un 5 de febrero de 1597, en medio de todos
aquellos gloriosos mártires. Cuando se supo la noticia en México del martirio
de San Felipe de Jesús, las autoridades decretaron que se celebrara su
testimonio de fe.
A
los pocos años se convirtió en fiesta nacional y el nombre del santo fue
adoptado por barrios y pueblos que lo eligieron como patrono. Fue beatificado
con sus compañeros de martirio, el 14 de septiembre de 1627, y canonizado el 8
de junio de 1862.
Entre
1958 y 1962 se construyó en Japón el conjunto arquitectónico del parque
Nishizaka, en Nagasaki, conformado por la Iglesia San Felipe de Jesús y el
museo de los 26 Mártires. Todo esto en el marco del centenario de la canonización
de estos hombres de Dios y gracias a donaciones enviadas principalmente de
México.
SAN PÀBLO MIKI
Y COMPAÑEROS MÁRTIRES
6 DE FEBRERO
"Llegado a este momento final de mi existencia en la tierra,
seguramente que ninguno de ustedes va a creer que me voy a atrever a decir lo
que no es cierto. Les declaro pues, que el mejor camino para conseguir la
salvación es pertenecer a la religión cristiana, ser católico."
Fueron 26, martirizados el mismo día, 5 de febrero del año 1597.
En el año 1549 San Francisco Javier llegó al Japón y convirtió a muchos
paganos.
Ya en el año 1597 eran varios los miles de cristianos en aquel país. Y
llegó al gobierno un emperador sumamente cruel y vicioso, el cual ordenó que
todos los misioneros católicos debían abandonar el Japón en el término de seis
meses. Pero los misioneros, en vez de huir del país, lo que hicieron fue
esconderse, para poder seguir ayudando a los cristianos. Fueron descubiertos y
martirizados brutalmente. Los que murieron en este día en Nagasaki fueron 26.
Tres jesuitas, seis franciscanos y 16 laicos católicos japoneses, que eran
catequistas y se habían hecho terciarios franciscanos.
Los mártires jesuitas fueron: San Pablo Miki, un japonés de familia de la
alta clase social, hijo de un capitán del ejército y muy buen predicador: San
Juan Goto y Santiago Kisai, dos hermanos coadjutores jesuitas. Los franciscanos
eran: San Felipe de Jesús, un mexicano que había ido a misionar al Asia. San
Gonzalo García que era de la India, San Francisco Blanco, San Pedro Bautista,
superior de los franciscanos en el Japón y San Francisco de San Miguel.
Entre los laicos estaban: un soldado: San Cayo Francisco; un médico: San
Francisco de Miako; un Coreano: San Leon Karasuma, y tres muchachos de trece
años que ayudaban a misa a los sacerdotes: los niños: San Luis Ibarqui, San
Antonio Deyman, y San Totomaskasaky, cuyo padre fue también martirizado.
A los 26 católicos les cortaron la oreja izquierda, y así ensangrentados
fueron llevados en pleno invierno a pie, de pueblo en pueblo, durante un mes,
para escarmentar y atemorizar a todos los que quisieran hacerse cristianos.
Al llegar a Nagasaki les permitieron confesarse con los sacerdotes, y luego
los crucificaron, atándolos a las cruces con cuerdas y cadenas en piernas y
brazos y sujetándolos al madero con una argolla de hierro al cuello. Entre una
cruz y otra había la distancia de un metro y medio.
La Iglesia Católica los declaró santos en 1862.
Testigos de su martirio y de su muerte lo relatan de la siguiente manera:
"Una vez crucificados, era admirable ver el fervor y la paciencia de
todos. Los sacerdotes animaban a los demás a sufrir todo por amor a Jesucristo
y la salvación de las almas. El Padre Pedro estaba inmóvil, con los ojos fijos
en el cielo. El hermano Martín cantaba salmos, en acción de gracias a la bondad
de Dios, y entre frase y frase iba repitiendo aquella oración del salmo 30:
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". El hermano Gonzalo
rezaba fervorosamente el Padre Nuestro y el Avemaría".
Al Padre Pablo Miki le parecía que aquella cruz era el púlpito o sitio para
predicar más honroso que le habían conseguido, y empezó a decir a todos los
presentes (cristianos y curiosos) que él era japonés, que pertenecía a la
compañía de Jesús, o sociedad de los Padres jesuitas, que moría por haber
predicado el evangelio y que le daba gracias a Dios por haberle concedido el
honor tan enorme de poder morir por propagar la verdadera religión de Dios. A
continuación añadió las siguientes palabras:
"Llegado a este momento final de mi existencia en la tierra,
seguramente que ninguno de ustedes va a creer que me voy a atrever a decir lo
que no es cierto. Les declaro pues, que el mejor camino para conseguir la
salvación es pertenecer a la religión cristiana, ser católico. Y como mi Señor
Jesucristo me enseñó con sus palabras y sus buenos ejemplos a perdonar a los
que nos han ofendido, yo declaro que perdono al jefe de la nación que dio la
orden de crucificarnos, y a todos los que han contribuido a nuestro martirio, y
les recomiendo que ojalá se hagan instruir en nuestra santa religión y se hagan
bautizar".
Luego, vueltos los ojos hacia sus compañeros, empezó a darles ánimos en
aquella lucha decisiva; en el rostro de todos se veía una alegría muy grande,
especialmente en el del niño Luis; éste, al gritarle otro cristiano que pronto
estaría en el Paraíso, atrajo hacia sí las miradas de todos por el gesto lleno
de gozo que hizo. El niño Antonio, que estaba al lado de Luis, con los ojos
fijos en el cielo, después de haber invocado los santísimos nombres de Jesús,
José y María, se pudo a cantar los salmos que había aprendido en la clase de
catecismo. A otros se les oía decir continuamente: "Jesús, José y María,
os doy el corazón y el alma mía". Varios de los crucificados aconsejaban a
las gentes allí presentes que permanecieran fieles a nuestra santa religión por
siempre.
Luego los verdugos sacaron sus lanzas y asestaron a cada uno de los
crucificados dos lanzazos, con lo que en unos momentos pusieron fin a sus
vidas.
El pueblo cristiano horrorizado gritaba: ¡Jesús, José y María!
SAN TOBÍAS,
PERSONAJE BÍBLICO ASISTIDO POR EL ARCÁNGEL RAFAEL
7 DE FEBRERO
La historia de
San Tobías se encuentra en el libro de la Biblia que lleva su nombre, el mismo
que significa: "Dios es bueno".
Según las
Sagradas Escrituras Tobías siempre cumplió con sus deberes religiosos. Siendo
todavía muy joven, cuando sus familiares se apartaron de la verdadera religión
y empezaron a adorar al becerro de oro, él nunca quiso adorar aquel ídolo y fue
el único que en su familia iba en las grandes fiestas a Jerusalén a adorar al
único Dios.
Siempre daba la
décima parte de lo que ganaba para el templo y para los pobres.
Se casó con una
mujer de su propia religión, llamada Ana, y tuvo un hijo al cual le puso
también el nombre de Tobías.
Fue exilado con
los judíos pero llegó a tener una alta posición en el gobierno en Nínive. Más
tarde vino el nuevo rey, Senaquerib, que persiguió a los judíos, y Tobías
perdió su puesto quedando en la miseria.
Tiempo después
quedó ciego al caerle estiércol en los ojos de un nido, mientras dormía. Su
esposa le reprochaba por su condición pero él se mantuvo fiel al Señor.
Tobías, lleno de
tristeza, retiró a llorar y rezaba diciendo: "Dios mío, todos estos
sufrimientos nos llegan por los pecados que hemos cometido. Señor, apiádate de
mí, y si he de seguir sufriendo tantas humillaciones, más bien acuérdate de mí,
y llévame hacia Ti".
Tobías, el hijo,
fue a una ciudad lejana a buscar un dinero que se le debía a su padre. Le
acompañaba un joven que resultó ser el Arcángel Rafael.
En la ciudad
distante se enamoró de Sara pero le advirtieron que ella se había casado 7
veces y sus maridos siempre morían por causa de un demonio. Rafael le dijo que no temiera y que la tomase
por esposa.
Tobías y Sara
rezaron fervorosamente en la noche de bodas poniéndose al amparo de Dios.
Después regresaron a Nínive donde vivía Tobias.
Por mandato de
Rafael, el joven Tobías restregó los ojos de su padre con la hiel de un pescado
que había tomado en el río. Se cayeron
entonces las escamas de sus ojos y recobró la vista. Cuando Tobías se disponía
para darle a Rafael la mitad del dinero que tenía como agradecimiento, Rafael
se identificó como el ángel del Señor y desapareció.
SANTA JOSEFINA BAKHITA,
EJEMPLO DE
ESPERANZA CRISTIANA
8 DE FEBRERO
Josefina Bakhita nació en Sudán (Africa) y vivió en carne
propia la esclavitud durante gran parte de su vida. El nombre Bakhita, que
quiere decir “afortunada”, lo obtuvo por medio de sus captores a los 9 años, y
el de Josefina, doce años después al recibir su bautismo.
"Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me
raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no
hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa", son las recordadas
palabras de la santa que se convirtió en un ícono de la historia de África.
Se dice que Bakhita proviene del pueblo de Olgossa en
Darfur y pudo haber nacido en 1869, algo que ni ella sabía a ciencia cierta.
Vivió con sus padres y hermanos hasta el día en que unos negreros la capturaron
en el bosque. La llevaron a una ciudad llamada El Obeid, donde fue vendida al
primero de un total de cinco amos.
Con quien más sufrió de humillaciones y torturas fue con
su cuarto amo, cuando tenía aproximadamente 13 años. Fue tatuada, le realizaron
114 incisiones, y para evitar infecciones le colocaron sal durante un mes.
"Sentía que iba a morir en cualquier momento, en especial cuando me
colocaban la sal", cuenta en su biografía.
En 1884 Josefina llegó a Italia acompañando a su quinto
amo y a un amigo de este, Augusto Michieli. Este amigo se convirtió en su nuevo
dueño posteriormente y la llevó a vivir con su familia.
Bakhita trabajó de niñera en su nuevo hogar y se hizo muy
amiga de la hija de sus nuevos amos, Minnina. Más adelante ambas ingresaron al
noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia, por consejo
de las religiosas.
Fue en este proceso en el que Bakhita conoció a Dios y
supo que "Él había permanecido en su corazón" y le había dado fuerzas
para poder soportar la esclavitud, "pero recién en ese momento sabía quién
era".
El 9 de enero de 1890 recibió el bautismo, la primera
comunión y la confirmación. Desde ese momento tomó el nombre cristiano de
Josefina Margarita Afortunada.
Pasó el tiempo y la religiosa africana decidió permanecer
en Italia –debido a que la esclavitud era ilegal– y después se convirtió en una
de las hermanas de la orden el 7 de diciembre de 1893, a los 38 años de edad.
En 1902 fue enviada a Venecia para trabajar limpiando,
cocinando y cuidando a los más pobres. Nunca realizó milagros ni fenómenos
sobrenaturales pero tenía fama de santa. Siempre fue modesta y humilde, mantuvo
una fe firme en su interior y cumplió siempre sus obligaciones diarias.
Por su espiritualidad y fuerza ante las adversidades San
Juan Pablo II la llamó “Nuestra Hermana Universal”, y su historia de vida fue
en realidad la historia de todo un continente. Bakhita falleció el 8 de febrero
de 1947 en Schio y miles de personas fueron a darle el último adiós.
En 1978 fue declarada venerable y San Juan Pablo II la
beatificó en 1992, declarando su día de culto el 8 de febrero. Finalmente el
mismo Ppontífice la canonizó en el año 2000, durante el Jubileo, lo que
significó un motivo de honra para el pueblo africano, por todos los cristianos
y mujeres que sufrieron por la esclavitud.
Benedicto XVI, la esperanza y la Santa
En el 2007 el Papa Benedicto XVI utilizó el ejemplo de
vida San Josefina Bakhita en su encíclica Spe Salvi para hablar de la
esperanza.
En el texto, el Papa Emérito escribe que Bakhita “solo
había conocido dueños que la despreciaban y maltrataban o, en el mejor de los
casos, la consideraban una esclava útil. Ahora, por el contrario, oía decir que
había un ‘Paron’ por encima de todos los dueños, el Señor de todos los señores,
y que este Señor es bueno, la bondad en persona. Se enteró de que este Señor
también la conocía, que la había creado también a ella; más aún, que la quería.
También ella era amada, y precisamente por el ‘Paron’ supremo, ante el cual
todos los demás no son más que míseros siervos. Ella era conocida y amada, y
era esperada".
"Incluso más: este Dueño había afrontado personalmente
el destino de ser maltratado y ahora la esperaba ‘a la derecha de Dios Padre’.
En este momento tuvo ‘esperanza’; no solo la pequeña esperanza de encontrar
dueños menos crueles, sino la gran esperanza: yo soy definitivamente amada,
suceda lo que suceda; este gran Amor me espera. Por eso mi vida es hermosa”.
Benedicto XVI recuerda que “a través del conocimiento de
esta esperanza ella fue ‘redimida’, ya no se sentía esclava, sino hija libre de
Dios. Entendió lo que Pablo quería decir cuando recordó a los Efesios que antes
estaban en el mundo sin esperanza y sin Dios; sin esperanza porque estaban sin
Dios".
SAN JERÓNIMO EMILIANI,
PATRONO DE HUÉRFANOS Y
JÓVENES ABANDONADOS
8 DE FEBRERO
San Jerónimo Emiliani fue un laico italiano que se
consagró al servicio de los pobres y fundó la Congregación de los Clérigos
Regulares de Somasca, con la que ayudó niños huérfanos de escasos recursos.
Jerónimo nació en Venecia (Italia) en 1486.
De joven fue militar y llegó a ser comandante de las
fuerzas que defendían la fortaleza de Castelnouvo de Quero. Sin embargo, al ser
apresado en su propio castillo, inicia su camino de conversión y le pide a la
Virgen María por su liberación.
En el silencio de la cárcel Jerónimo encontró la amistad
con Dios por medio de la oración y la meditación. Y un día, de forma
inesperada, se liberó de los grilletes y logró salir sin oposición alguna.
En 1518 los hospitales y las casas de los pobres fueron
sus destinos favoritos.
En 1531, tras la propagación de la peste del cólera,
Jerónimo fue a Verona e indujo a los ciudadanos a construir un hospital; en
Brescia erigió un orfanato; y en Bérgamo, uno para muchachos, y otro para
muchachas. Allí también fundó la primera casa para mujeres de mala vida que
deseaban hacer penitencia.
Con dos sacerdotes, Alejandro Besuzio y Agustín Bariso,
ahora unidos a sus obras de caridad, fundó en 1532 una sociedad religiosa,
colocando la casa matriz en Somasca (entre Milán y Bérgamo).
La Congregación, que en la actualidad cuenta con unas 75
casas en el mundo con unos 500 religiosos, se dedicó desde un inicio al cuidado
de los huérfanos, pobres, enfermos, y ordenó que el hospedaje, la comida y la
ropa, llevarán la marca de la pobreza religiosa.
Jerónimo falleció el 8 de febrero de 1537 a los 56 años.
Después de muerto hizo numerosos milagros.
Fue beatificado por el Papa Benito XIV en 1747 y
canonizado por el Papa Clemente XIII en 1767. Después el Pontífice Pío XI lo
declaró Patrono de los niños huérfanos en 1928.
SANTA
ESCOLÁSTICA, VIRGEN
10 DE FEBRERO
Hermana de San Benito, se consagró a Dios desde su más tierna edad.
Mientras su hermano residió en Monte Casino, ella se hallaba en Plombariola,
fundando y gobernando un monasterio.
Tenía la costumbre de visitar a San Benito una vez al año y como no estaba
permitido que entrar al monasterio, él salía a su encuentro para llevarla a una
casa de confianza, donde los hermanos pasaban la velada orando, cantando himnos
de alabanza a Dios y discutiendo asuntos espirituales. Sobre la última visita,
San Gregorio hace una notable descripción, en la cual, la santa presintiendo
que no volvería ver más a su hermano, le rogó que no partiera esa noche sino al
día siguiente, pero San Benito se sintió incapaz de romper las reglas de su
monasterio.
Entonces, Santa Escolástica apeló a Dios con una ferviente oración para que
interviniera en su ayuda, y acto seguido, estalló una fuerte tormenta que
impidió que su hermano regresara al monasterio. Los dos santos pasaron la noche
hablando de las cosas santas y de asuntos espirituales. Tres días después, la
santa murió, y su hermano que se encontraba absorto en la oración tuvo la
visión del alma de su hermana ascendiendo al cielo en forma de paloma.
SANTA APOLONIA,
MÁRTIR INTERCESORA ANTE LAS DOLENCIAS DENTALES
10 DE FEBRERO
El
9 de febrero es fiesta de Santa Apolonia, a quien se le invoca contra el dolor
de muelas y todas las enfermedades dentales. Antes de ser arrojada a una
hoguera, pidió un momento de tregua e hizo algo tan inesperado que San Agustín
explicó después.
Según
la tradición, los papás de Apolonia no podían tener hijos y rezaban
constantemente a sus dioses. La futura madre, finalmente, pidió a la Virgen
María que intercediera por ellos y así Apolonia fue concebida. Cuando la joven
Apolonia se enteró de esto se convirtió al cristianismo.
En
el último año del reino del emperador
Felipe el Árabe (249 D.C.), en Alejandría, se inició una persecución contra los
cristianos. Los creyentes eran arrastrados fuera de sus casas, asesinados y sus
propiedades saqueadas. Todo esto porque un profeta de Alejandría anunció
desastres, supuestamente por la presencia de los “impíos” cristianos que no
adoraban a los dioses paganos.
San
Dionisio, Obispo de Alejandría, describió a Santa Apolonia como una mujer que
era tenida en “gran estima”, y relató su muerte de la siguiente forma:“La
capturaron y le rompieron todos los dientes a golpes. Construyeron una hoguera
en las afueras de la ciudad, y la amenazaron con quemarla viva si se negaba a
repetir palabras impías luego de ellos (ya fuese blasfemias contra Cristo, o
una invocación a los dioses paganos)”.
“Al
otorgársele un respiro, pedido por ella, se lanzó rápidamente al fuego y ardió
hasta morir”, añade San Dionisio.
No
obstante, nadie puede apresurar su propio fin. Al respecto, San Agustín en el
primer libro de “La Ciudad de Dios” explica lo ocurrido: “se dice que en
tiempos de persecución se supo de ciertas santas mujeres se sumergieron en el
agua con la intención de ser arrastradas por las olas y ahogarse, y así
preservar su castidad amenazada”.
“Aunque
abandonaron la vida de este modo, no obstante, reciben el alto honor como
mártires en la Iglesia Católica y sus fiestas se observan con gran ceremonia”.
Más
adelante, señala que “este es un tema sobre el que no me atrevo a juzgar a la
ligera, pues yo sólo sé que la Iglesia fue autorizada por Dios a través de
revelaciones confiables para honrar así la memoria de estos cristianos. Puede
ser que este sea el caso”.
“¿Podría
ser también que éstos actuaron de tal manera, no por capricho humano sino por
mandato divino, no erróneamente, sino por obediencia, través de la obediencia,
como lo debemos creer en el caso de Sansón? Sin embargo, cuando Dios da una
orden y la da a conocer claramente, ¿quién podría juzgar la obediencia en ello
como un crimen o condenar tal devoción piadosa y servicio efectivo?”
La
narración de Dionisio no sugiere el menor reproche a este acto de Santa
Apolonia; a sus ojos, ella era tan mártir como las demás, y como tal fue
venerada en la Iglesia de Alejandría.
Artísticamente
se le representa sosteniendo unas pinzas que aprietan un diente.
BEATO STEPINAC,
QUE LUCHÓ CONTRA TOTALITARISMOS DEL SIGLO XX
10 DE FEBRERO
“Yo sé cuál es mi deber. Con la Gracia Divina
lo cumpliré hasta el final, sin odio contra nadie, pero también sin miedo a
nadie", decía el Cardenal Stepinac, quien se opuso a los abusos del
nazismo, fascismo y comunismo. Falleció por una enfermedad contraída en la
cárcel y su fiesta se celebra el 10 de febrero.
Alojzije
(Aloisio, Luis) Stepinac nació en 1898 en Krasic (Croacia). Tuvo que vivir las
consecuencias de la Primera Guerra Mundial. A los 32 años fue ordenado
sacerdote en Roma.
Cuatro
años después fue consagrado Arzobispo Coadjutor de Zagreb, encargo pastoral que
asumió de modo pleno en 1937. En su trabajo pastoral, el Beato Stepinac se
destacó por defender los derechos y la dignidad de los que sufrían, sin
importar su religión, nacionalidad o raza.
En
la Segunda Guerra Mundial, levantó su voz ante la injusticia, mientras protegía
a los perseguidos y necesitados. Después de esta guerra, su nación fue
forzosamente incorporada a Yugoslavia.
En
este contexto y con el régimen comunista bajo las órdenes del Mariscal Tito,
los sacerdotes eran torturados y las escuelas católicas, destruidas. Entonces
el Mariscal le propuso a Stepinac que se separe de Roma y forme la “Iglesia
Nacional”.
El
Prelado se opuso, fue acusado de ser colaborador nazi, fue llevado a juicio y
condenado a 16 años de trabajo forzado. Estando en prisión, el 12 de enero de
1953 fue creado Cardenal por el Papa Pío XII.
Para
amedrentar al Beato y que no alce su voz de protesta contra las injusticias,
torturaron a su madre y la confinaron a un campo de concentración. Lo mismo
hicieron con su hermano.
Como
no lo podían ejecutar, pusieron junto a su celda aparatos de rayos “x” para
irradiarlo todas las noches. De esta manera lo condenaron a una muerte lenta y
dolorosa. Después de unos años en la cárcel, volvió a su tierra natal donde
ofreció sus dolores por su pueblo.
Partió
a la Casa del Padre el 10 de febrero de 1960. Sus últimas palabras fueron “Fiat
voluntas tua” (“Hágase tu voluntad”).
Durante
la Misa de beatificación en 1998, en Croacia, San Juan Pablo dijo: “En la
persona del nuevo Beato se sintetiza, por así decir, toda la tragedia que ha
afectado a las poblaciones croatas y a Europa durante este siglo marcado por
tres grandes males: el fascismo, el nazismo y el comunismo. Ahora se encuentra
en el gozo del cielo”.
Al
respecto, el Beato Stepinac también se pronunció en 1943: “Nosotros, al
condenar todas las injusticias, todas las matanzas de inocentes, todos los
incendios de aldeas tranquilas, toda destrucción de los esfuerzos de los
pobres, (...) respondemos así: la Iglesia apoya un sistema que tiene tantos
años como los diez Mandamientos de Dios. Estamos a favor de un sistema que no
ha sido escrito sobre tablas corruptibles, sino con el dedo del Dios vivo en
las conciencias de los hombres”.
NTRA. SRA. DE
LOURDES
11 DE FEBRERO
El 11 de febrero de 1858, tres niñas, Bernadette Soubirous, de 14 años, su
hermana Marie Toinete, de 11 y su amiga Jeanne Abadie, de 12 salieron de su
casa en Lourdes para recoger leña. Camino al río Gave, pasaron por una gruta
natural donde Bernadette escuchó un murmullo y divisó la figura de una joven
vestida de túnica blanca, muy hermosa, ceñida por una banda azul y con un
rosario colgado del brazo. Se acercó y comenzaron a rezar juntas, para luego
desaparecer.
Por un período de cinco meses, la Virgen se le apareció a la niña, en
medio de multitudes que se acercaban para rezar y poder observar a la hermosa
señora, pero la Virgen sólo se le aparecía a la niña. En reiteradas ocasiones,
Bernadette fue víctima de desprecios y burlas por parte de las autoridades
eclesiales y civiles de pueblo, pero la niña se mantuvo firme en su fe mariana
sobre todo en el especial pedido que la Virgen le había encargado: la
construcción de una capilla sobre la gruta y la realización de una procesión.
Luego de la última aparición ocurrida en16 de julio, fiesta de Nuestra
Señora del Carmen, Bernadette ingresó a la orden religiosa de las hermanas
enfermeras, a la edad de 22 años, y permaneció allí hasta su muerte a los 34
años de edad.
SANTA EULALIA
12 DE FEBRERO
Eulalia
significa: "la que habla bien" Eu = bien, Lal = hablar.
Santa
Eulalia es una de las santas más famosas de España. Los datos acerca de su vida
y de su muerte los encontramos en un himno que en honor de ella se escribe el
poeta Prudencio en el siglo cuarto. Y allí se cuenta lo siguiente:
Cuando
Eulalia cumplió los doce años apareció el decreto del emperador Diocleciano
prohibiendo a los cristianos dar culto a Jesucristo, y mandándoles que debían
adorar a los falsos ídolos de los paganos. La niña sintió un gran disgusto por
estas leyes tan injustas y se propuso protestar entre los delegados del
gobierno.
Viendo
la mamá que la jovencita podía correr algún peligro de muerte si se atrevía a
protestar contra la persecución de los gobernantes, se la llevó a vivir al
campo, pero ella se vino de allá y llegó a la ciudad de Mérida.
Eulalia
se presentó ante el gobernador Daciano y le protestó valientemente diciéndole
que esas leyes que mandaban adorar ídolos y prohibían al verdadero Dios eran
totalmente injustas y no podían ser obedecidas por los cristianos.
Daciano
intentó al principio ofrecer regalos y hacer promesas de ayudas a la niña para
que cambiara de opinión, pero al ver que ella seguía fuertemente convencida de
sus ideas cristianas, le mostró todos los instrumentos de tortura con los
cuales le podían hacer padecer horriblemente si no obedecía a la ley del
emperador que mandaba adorar ídolos y prohibía adorar a Jesucristo. Y le dijo:
"De todos estos sufrimientos te vas a librar si le ofreces este pan a los
dioses, y les quemas este poquito de incienso en los altares de ellos". La
jovencita lanzó lejos el pan, echó por el suelo el incienso y le dijo
valientemente: "Al sólo Dios del cielo adoro; a El únicamente le ofreceré
sacrificios y le quemaré incienso. Y a nadie más".
Entonces
el juez pagano mandó que la destrozaran golpeándola con varillas de hierro y
que sobre sus heridas colocaran antorchas encendidas. La hermosa cabellera de
Eulalia se incendió y la jovencita murió quemada y ahogada por el humo.
Dice
el poeta Prudencio que al morir la santa, la gente vio una blanquísima paloma
que volaba hacia el cielo, y que los verdugos salieron huyendo, llenos de pavor
y de remordimiento por haber matado a una criatura inocente. La nieve cubrió el
cadáver y el suelo de los alrededores, hasta que varios días después llegaron
unos cristianos y le dieron honrosa sepultura al cuerpo de la joven mártir.
Allí en el sitio de su sepultura se levantó un templo de honor de Santa
Eulalia, y dice el poeta que él mismo vio que a ese templo llegaban muchos
peregrinos a orar ante los restos de tan valiente joven y a conseguir por medio
de ella muy notables favores de Dios.
El
culto de Santa Eulalia se hizo tan popular que hasta el gran San Agustín hizo
sermones en honor de esta joven santa. Y en la muy antigua lista de mártires de
la Iglesia Católica, llamada "Martirologio romano", hay esta frase:
"el 12 de febrero, se conmemora a Santa Eulalia, mártir de España, muerta
por proclamar su fe en Jesucristo".
Joven
mártir Eulalia: a tu protección encomendamos tantas personitas jóvenes que en este
tiempo tienen que enfrentarse, no y a los perseguidores que matan a quienes se
niegan a ofrecer sacrificios a los ídolos, sino que tienen que oponerse a
quienes quieren que dediquen su vida a la sensualidad, a las drogas, a los
vicios, a las malas amistades y al pecado, que son monstruos mucho peores que
los ídolos, y son perseguidores más crueles que los que mataban el cuerpo,
porque lo que ellos matan es la vida del alma. Santa Eulalia: te recomendamos a
nuestra juventud que vive en medio de tantos peligros y que corre cada día el
riesgo de ser infiel a Cristo. Que de tan grandes peligros nos libre siempre el
Señor.
Dijo
Jesús: Quien sacrifica su vida por mi, la ganará para la vida eterna.

SANTA FUSCA Y SANTA MAURA
13 DE FEBRERO
Santas
Fusca y Maura fueron dos laicas, contemporáneas a Santa Águeda de Catania, que
murieron mártires durante la persecución del emperador romano Decio, en el
siglo III.
Según
la tradición, Fusca nació al interior de una familia pagana de Rávena en la antigua
Roma. Mientras que Maura sirvió como nodriza de Fusca, criándola y cuidándola
durante su infancia y adolescencia.
Cuando
tenía 15 años, Fusca le dijo en secreto a Maura que tenía el deseo de
convertirse al cristianismo y que ambas se bautizaran.
Buscaron
a un sacerdote llamado Hermoloa, quien las instruyó en la fe y luego les
administró el sacramento del bautismo.
Cuando
el padre de Fusca se enteró de lo sucedido montó en cólera contra Maura,
juzgándola de haber realizado mal su trabajo. Luego mandó a ambas al sótano,
donde quedaron encerradas tres días sin comer ni beber a fin de que
reflexionaran sobre su decisión.
El
padre buscó por diversos medios devolver a su hija a las prácticas de la
idolatría. Pero como no pudo doblegar su voluntad, la denunció al gobernador
Quinciano, quien ya había condenado al martirio a Santa Águeda poco tiempo
atrás.
A
pesar de ello, Fusca se encomendó a Dios y dijo que no temía a los tormentos o
la muerte, pues estaba segura que resucitaría.
Quinciano
envió a sus secuaces para detener a Fusca y a su nodriza, pero a la vista de un
ángel que estaba al lado de la joven, los soldados no se atrevieron a ejecutar
las órdenes.
Fue
necesario que las dos cristianas acudieran voluntariamente al tribunal para
declarar que creían en Jesucristo.
Fueron
cruelmente flageladas y luego asesinadas el 13 de febrero del año 251.
SAN CIRILO
MONJE Y SAN METODIO OBISPO
PATRONOS DE
EUROPA
14 DE FEBRERO
Eran dos hermanos. En el mundo se
llamaban Constanino y Miguel. Recibieron sus nombres de Cirilo y Metodio al
entrar a la vida religiosa. Son los dos grandes apóstoles de los países
eslavos, como por ejemplo: Yugoslavia, Checoslovaquia, Bulgaria, Serbia,
Croacia, etc. Nacieron en Tesalónica, Grecia. Su padre era un importante
funcionario gubernamental. En su ciudad se hablaban varios idiomas, y entre
ellos el eslavo. Fueron siete hermanos. Metodio era el mayor y Cirilo el menor
de todos.
Cirilo y Metodio ejercieron su
misión evangelizadora en el imperio de la Gran Moravia. Este Estado surgió a
comienzos del siglo noveno. Su centro se hallaba en Moravia, en la actualidad
parte oriental de la República Checa. También pertenecían a la Gran Moravia
territorios eslovacos y su influencia se extendía hasta Bohemia.
En la Gran Moravia propagaban el
cristianismo misioneros de Italia Septentrional y principalmente de la vecina
Baviera. A mediados del siglo noveno Moravia ya era cristiana, mas el príncipe
Rostislav, deseando obtener plena independencia con respecto al imperio franco
oriental - la posterior Alemania-, solicitó al emperador de Bizancio, Miguel
III, de Constantinopla, el envío de sacerdotes cultos que afianzasen el
cristianismo en la Gran Moravia y estableciesen una organización eclesiástica
independiente de Baviera. El emperador de Bizancio encargó la misión a dos
cultos hermanos, Cirilo y Metodio, oriundos de Salónica, que dominaban la
lengua eslava.
Cirilo y Metodio llegaron al
imperio de la Gran Moravia en el año 863 y desarrollaron aquí una
extraordinaria labor religiosa y cultural. Los hermanos Cirilo y Metodio
nacieron en el seno de una familia griega radicada en Salónica. Cirilo cuya
labor misionera en la Gran Moravia se extendiera durante cuatro años, aportó
grande y fundamentalmente la cultura granmorava, así por ejemplo, el alfabeto
compuesto de 38 letras, el que reflejaba la gran riqueza sonora del eslavo
antiguo. La escritura eslava de Cirilo recibió el nombre de glagólica.
Cirilo es también el fundador de
la literatura eslava. Elaborada la escritura eslava, de inmediato se enfrascó
en la traducción de libros religiosos al eslavo antiguo. El primer libro
traducido por Cirilo fue el evangeliario, elemento indispensable para celebrar
las misas y para la catequesis. Con ayuda de sus discípulos vertió al eslavo
antiguo también el misal, el apostolario y otros libros litúrgicos.
Al concluir en Moravia la
traducción de los cuatro evangelios, Cirilo escribió el prólogo de esta obra,
llamado Proglas. Se trata de una composición poética, escrita en versos, según
los cánones griegos, considerada una obra fundamental de la literatura eslava.
Terminados sus cuatro años
misioneros en la Gran Moravia, Cirilo viajó a Roma e ingresó en un convento de
monjes griegos. Falleció a los 50 días de su estancia en la Ciudad Eterna, el
14 de febrero del 869. Al morir, el primer educador y maestro de los eslavos
tenía tan sólo 42 años.
Metodio, hermano de Cirilo y
colaborador en la misión en la Gran Moravia, nació alrededor del año 815,
también en Salónica. El padre lo destinó a la carrera militar para la cual
Metodio tenía notables dotes.
Disgustado por violentos sucesos
en la corte bizantina, Metodio renunció al puesto de comandante militar e
ingresó en un convento ubicado al pie del Olimpo. Metodio se desempeñó cómo
archidiácono del templo de Hagia Sofia, de Constantinopla,y como profesor de
filosofía. Metodio fue el arzobispo metropolitano de los granmoravos, aunque no
siempre encontró la comprensión y el respaldo del príncipe de la Gran Moravia,
Svatopluk.
Bajo la dirección de Metodio se
desarrolló la escuela literaria morava de la cual salieron las traducciones al
eslavo antiguo de todos los libros del Viejo y del Nuevo Testamento. La
traducción de las Sagradas Escrituras fue realizada en la Gran Moravia en ocho
meses. Metodio la dictó a los escribanos que utilizaban una especie de
taquigrafía.
San Metodio murió el 6 de abril
del año 885 y fue enterrado en su templo metropolitano en Moravia. La tradición
sitúa el lugar de su sepultura en Velehrad, Moravia del Sur. Sin embargo, el
desmoronamiento del imperio de la Gran Moravia como consecuencia de las
incursiones de los magiares ocasionó la destrucción de los asentamientos.
SAN VALENTÍN PATRONO
DE LOS ENAMORADO
DE LOS ENAMORADO
14 DE FEBRERO
El
amor de Dios reina en el corazón de todos los santos, pero hay uno que tiene la
dicha de ser el patrón de los enamorados: San Valentín. Según dice una
tradición, San Valentín arriesgaba su vida para casar cristianamente a las
parejas durante el tiempo de persecución. Por fin entregó su vida en el
martirio, que es la máxima manifestación del amor. El amor de este santo
sacerdote por Jesucristo y por defender el Sacramento del Matrimonio nos
inspira a elevar el amor humano a las alturas del amor divino para el cual
fuimos creados. Los cristianos debemos aprovechar esta fiesta para recuperar el
sentido cristiano del amor y del matrimonio a la luz de Cristo.
SAN CLAUDIO DE LA COLOMBIERE, JESUITA ENTREGADO AL CORAZÓN DE JESÚS
15 DE FEBRERO
El
15 de febrero la Iglesia Católica conmemora a San Claudio de la Colombiere,
sacerdote jesuita francés del siglo XVII (17) que escribió sobre las visiones
del Sagrado Corazón de Jesús de otra gran santa: Margarita María Alacoque.
Cuando
canonizó a Claudio en 1992, el entonces Beato Juan Pablo II lo presentó como
modelo jesuita, recordando cómo "se entregó por completo al Sagrado
Corazón, 'siempre abrasado de amor.' Incluso practicó olvido de sí mismo con el
fin de alcanzar la pureza del amor y de elevar el mundo a Dios".
Nacido
en el sur de Francia durante 1641, San Claudio era parte de una familia de
siete hijos, cuatro de los cuales entraron en el sacerdocio o la vida
religiosa. Asistió a una escuela de la Compañía de Jesús en su juventud e
ingreso a la orden a los 17 años.
Como
novicio Claudio admitió tener una "terrible aversión" al riguroso entrenamiento
requerido por la orden, pero el noviciado logró incrementar su talento natural,
lo que lo llevaría luego a hacer un voto privado para obedecer las reglas lo
más perfectamente posible.
Después
de completar los períodos de estudio, Claudio fue ordenado sacerdote en 1669.
Conocido como un gran predicador, también enseñó en la universidad y sirvió
como tutor de los hijos del ministro de finanzas del rey Luis XIV.
En
1674, fue elegido superior de una casa de los jesuitas en la ciudad de
Paray-le-Monial. En ese tiempo, cuando también fue confesor en un convento de
monjas de la localidad, Claudio hizo parte de diversos acontecimientos que
cambiarían su propia vida y la historia de la Iglesia en Occidente.
Una
de esas monjas era Santa Margarita María de Alacoque, quien decía haber
experimentado revelaciones privadas de Cristo instando a la devoción a su
corazón. Dentro del convento, sin embargo, esta noticia –que el tiempo y la
Iglesia se encargaría de mostrar que era verdadera– fue recibida con cierto
desprecio.
Durante
su tiempo en Paray-le-Monial, el Padre Claudio se convirtió en el director
espiritual de esta gran Santa y escucha cuidadosamente su testimonio sobre las
revelaciones, llegando a la conclusión de que la hermana Margarita María las
había efectivamente recibido de manera extraordinaria.
Los
escritos de Claudio La Colombière, y su testimonio de la realidad de las
experiencias de la Santa, ayudaron a establecer el Sagrado Corazón como un
puntal de la devoción católica. Esto, a su vez, ayudó a combatir la herejía
jansenista, que afirmaba que Dios no quiere la salvación de algunas personas.
En
el otoño de 1676, el Padre Claudio, fue llamado a Inglaterra. Durante un
momento de tensión en el país religiosamente desgarrado, ejerció su ministerio
como capellán y predicador de María de Módena, una católica que se había
convertido en la duquesa de York.
En
1678, un falso rumor se extendió sobre un supuesto complot católico contra la
monarquía Inglés. La mentira llevó a la ejecución de 35 personas inocentes,
entre ellos ocho jesuitas. El P. Claudio no fue asesinado pero fue acusado,
arrestado y encerrado en un calabozo durante varias semanas.
El
jesuita francés soportó heroicamente la prueba, pero las condiciones en la
prisión maltrataron mucho su salud antes de su expulsión de Inglaterra. Volvió
a Francia en 1679 y reanudó su trabajo como maestro y sacerdote, fomentando el
amor por Sagrado Corazón de Cristo entre los fieles.
En
1681, Claudio La Colombière volvió a Paray-le-Monial, el sitio de las
revelaciones de Santa Margarita María Alacoque.
Allí,
en 1682, cuando solo tenía 41 años, el sacerdote murió de una hemorragia
interna el primer domingo de Cuaresma un 15 de febrero.
Fue
beatificado en 1929 –nueve años después de la canonización de Santa Margarita
María Alacoque– y canonizado 63 años después por San Juan Pablo II.
SAN ONÉSIMO, OBISPO DE ÉFESO
16 DE FEBRERO
San
Onésimo fue un esclavo fugitivo que se convirtió en Obispo de Éfeso y que murió
mártir al ser lapidado en Roma. Su nombre proviene del griego y significa
“provechoso”.
Según
el Martiriologio Romano, Onésimo “fue acogido por San Pablo de Tarso y
engendrado como hijo en la fe”. Este suceso ocurrió cuando huía de la justicia
tras haberle robado a su amo Filemón, un cristiano acomodado y líder de la
Iglesia de Colosas (territorio de la actual Turquía).
Fue
entonces cuando Onésimo entró en contacto con San Pablo, quien se hallaba
entonces prisionero en Roma. El Apóstol lo convirtió, bautizó y lo envió a la
casa de su antiguo amo con una carta de recomendación tal como está escrito en
su carta a Filemón 10-12: “Te ruego en favor de mi hijo, a quien engendré entre
cadenas, Onésimo, que en otro tiempo te fue inútil, pero ahora es muy útil para
ti y para mí. Te lo envío de vuelta, y con él va mi propio corazón”.
En
los versículos 18-19 de la misma epístola Pablo se compromete a pagar las
deudas de Onésimo "Si en algo te ofendió, o algo te debe, ponlo a mi
cuenta; yo, Pablo, lo firmo con mi puño y letra, yo pagaré".
De
25 versículos que contiene la carta de San Pablo a Filemón, 12 son dedicados a
presentarle a Onésimo como hijo suyo. En su carta a los colosenses (4, 7-9) es
nombrado nuevamente y cuenta que volvió de nuevo a casa de Filemón y finalmente
fue aceptado como un verdadero hermano:
“En
cuanto a mí, de todo os informará Tíquico, el hermano querido, fiel ministro y
consiervo en el Señor, a quien os envío expresamente para que sepáis de
nosotros y consuele vuestros corazones. Y con él a Onésimo, el hermano fiel y
querido compatriota vuestro. Ellos os informarán de todo cuanto aquí sucede”.
Según
parece, Filemón perdonó y puso en libertad a su esclavo arrepentido y lo mandó
reunirse de nuevo con San Pablo.
San
Jerónimo cuenta que Onésimo llegó a ser predicador del Evangelio y luego Obispo
de Éfeso por orden del Apóstol Pablo. Posteriormente, Onésimo fue hecho
prisionero y llevado a Roma, donde murió lapidado.
LOS SIETE SANTOS
FUNDADORES DE LA ORDEN
SIERVOS DE MARÍA
17 DE FEBRERO
En el siglo XIII (trece) un grupo de siete jóvenes
adinerados provenientes de la República Libre de Florencia (hoy Italia)
decidieron abandonar sus riquezas para entregarse a Cristo, su Evangelio y a la
Virgen María.
Más tarde fundaron la Orden de los Siervos de María, cuya
fiesta conmemoramos hoy 17 de febrero.
Este es el único caso en la historia de la Iglesia
Católica en el que siete personas fundaron una orden religiosa.
El día 15 de agosto de 1233 (fiesta de la Asunción de
María) la Virgen se les apareció y les pidió que renunciaran al mundo y se
dediquen exclusivamente a Dios.
Fue entonces que Buonfiglio dei Monaldi (Bonfilio),
Giovanni di Buonagiunta (Bonayunta), Bartolomeo degli Amidei (Amadeo), Ricovero
dei Lippi-Ugguccioni (Hugo), Benedetto dell’Antella (Maneto), Gherardino di
Sostegno (Sosteño), y Alesio de Falconieri (Alejo), quienes por ese entonces
conformaban una cofradía de laicos con el nombre de Laudenses, repartieron todo
su dinero a los pobres y se retiraron al Monte Senario, cerca de Florencia, a
rezar y a hacer penitencia. Allí construyeron una Iglesia y una ermita, en la
que llevaron una vida austera.
Tiempo después fueron ordenados sacerdotes por petición
del Cardenal, delegado del Sumo Pontífice. Todos excepto San Alejo Falconieri,
el menor de ellos, que por humildad quiso permanecer siempre como hermano.
En 1939 los siete fundaron la orden religiosa de Siervos
de María tras una nueva visión de la Virgen en la que les dijo que siguieran
las reglas de San Agustín y les mostró un hábito negro, recomendándoles que lo
llevasen en memoria de la Pasión de su Hijo.
Desde 1240, fueron conocidos como los Servitas y
rápidamente extendieron su labor apostólica por toda Florencia, llegando a
fundar varios conventos e iglesias.
La característica de esta congregación son la gran
devoción a la Santísima Virgen, la soledad y el retiro.
Los Siervos de María fueron reconocidos por la Santa Sede
en el año 1304. Su memoria se conmemora el 17 de febrero en el que, según se
dice, murió el último de sus miembros, San Alejo Falconieri, el año 1310.

SAN SIMEÓN, OBISPO Y MÁRTIR
18 DE FEBRERO
En
el siglo primero San Simeón sirvió como el segundo obispo de Jerusalén. Además
fue pariente de Cristo, según lo describen el Evangelio de San Mateo (13, 55) y
San Marcos (6, 3).
En
el libro Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea (Padre de la historia de
la Iglesia), este santo es descrito como primo del Señor -según la carne- al
ser hijo de Cleofás, el hermano de San José.
Asimismo
la madre de Simeón es mencionada por el escritor Hegesipo como concuñada de la
Virgen María. En el Evangelio de San Juan y de San Mateo se menciona a una
“hermana” de la Madre de Dios, que vendría a ser María esposa de Cleofás (padre
de Simeón).
Después
del martirio a mano de los judíos del primer obispo de Jerusalén, Santiago el
Justo, y la inmediata toma de la ciudad, la tradición cuenta que los apóstoles
y discípulos del Señor, que aún permanecían con vida, se reunieron y
deliberaron que Simeón sería nombrado su sucesor.
Como
describe Eusebio de Cesarea, en tiempos del emperador Trajano resurgió en las
ciudades y otros lugares de Palestina una nueva persecución contra los
cristianos por causa de las revueltas del pueblo.
Fue
entonces que el Obispo de Jerusalén, Simeón, fue denunciado como cristiano y
descendiente de David, siendo sentenciado a muerte por el gobernador romano
Ático. Fue torturado y crucificado a la edad de 120 años.

SAN AUXIBIO,
PRIMER OBISPO DE CHIPRE
19 DE FEBRERO
En
el siglo primero de la era cristiana San Auxibio sirvió como el primer obispo
de la isla de Chipre por cerca de 50 años. La isla está ubicada en el mar
Mediterráneo, a 113 kilómetros al sur de la actual Turquía, y hoy forma parte
de la Unión Europea.
Este
Santo de la Iglesia Católica es originario de una familia pagana de Roma. Pese
a que su padre deseaba que contrajera matrimonio para alcanzar un mejor status
social, él solo deseaba volverse cristiano.
Ante
las diversas amenazas que sufrió por esta decisión, Auxibio huyó de la ciudad y
se embarcó a la isla de Chipre, lugar donde según la tradición se encontró con
Marcos (el evangelista), pariente del Apóstol San Bernabé que lo bautizó,
confirmó y lo instruyó para ser predicador.
Una
vez Auxibio estuvo preparado, Marcos lo envió a anunciar el Evangelio en la
ciudad de Soles (Chipre), donde tiempo después sería designado Obispo por
decisión de San Pablo, tras el martirio de San Bernabé en el año 70.
Es
así como Auxibio llegó a formar en Soles una comunidad cristiana próspera. En
el ocaso de su vida el Santo reunió a su clero y los exhortó a permanecer
firmes en la fe. Según la tradición falleció en el año 102.

SAN FRANCISCO Y SANTA JACINTA MARTO,
VIDENTES DE LA VIRGEN DE FÁTIMA
20 DE FEBRERO
"Rezad,
rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, pues muchas almas van al
infierno porque no hay quien se sacrifique y pida por ellas", les pidió la
Virgen de Fátima a Francisco, Jacinta y Lucía.
Francisco nació
en 1908 y Jacinta, dos años después. Desde pequeños aprendieron a cuidarse de
las malas compañías y por eso preferían estar con su prima Lucía, quien solía hablarles
de Jesús. Los tres cuidaban las ovejas, jugaban y rezaban juntos.
Del 13 de mayo
al 13 de octubre de 1917 la Virgen se les apareció en varias ocasiones en Cova
de Iría (Potugal). Durante estos sucesos, soportaron con valentía las
calumnias, injurias, malas interpretaciones, persecuciones y la prisión. Ellos
decían: “Si nos matan, no importa; vamos al cielo”.
Luego de las
apariciones, Jacinta y Francisco siguieron su vida normal. Lucía fue a la
escuela, tal como se lo pidió la Virgen, y era acompañada por Jacinta y
Francisco. De camino pasaban por la Iglesia y saludaban a Jesús Eucaristía.
Francisco,
sabiendo que no viviría mucho tiempo, le decía a Lucía: “Vayan ustedes al
colegio, yo me quedaré aquí con Jesús Escondido”. A la salida del colegio, las
chicas lo encontraban lo más cerca posible del Tabernáculo y en recogimiento.
El pequeño
Francisco era el más contemplativo y quería consolar a Dios, tan ofendido por
los pecados de la humanidad. En una ocasión Lucía le preguntó: "Francisco,
¿qué prefieres más, consolar al Señor o convertir a los pecadores?" Él
respondió: "Yo prefiero consolar al Señor”.
“¿No viste qué
triste estaba Nuestra Señora cuando nos dijo que los hombres no deben ofender
más al Señor, que está ya tan ofendido? A mí me gustaría consolar al Señor y
después, convertir a los pecadores para que ellos no ofendan más al
Señor." Y siguió, "Pronto estaré en el cielo. Y cuando llegue, voy a
consolar mucho a Nuestro Señor y a Nuestra Señora."
Jacinta
participaba diariamente de la Santa Misa y tenía gran deseo de recibir la
Comunión en reparación de los pobres pecadores. Le atraía mucho el estar con
Jesús Sacramentado. "Cuánto amo el estar aquí, es tanto lo que le tengo
que decir a Jesús", repetía.
Cierto día, poco
después de la cuarta aparición, Jacinta encontró una cuerda y acordaron
partirla en tres y ponérsela a la cintura, sobre la carne, como sacrificio.
Esto los hacía sufrir mucho, contaría Lucía después. La Virgen les dijo que
Jesús estaba muy contento con sus sacrificios, pero que no quería que durmieran
con la cuerda. Así lo hicieron.
A Jacinta se le
concedió la visión de ver los sufrimientos del Sumo Pontífice. "Yo lo he
visto en una casa muy grande, arrodillado, con el rostro entre las manos, y
lloraba. Afuera había mucha gente; algunos tiraban piedras, otros decían
imprecaciones y palabrotas", contó ella.
Por esto y otros
hechos, los niños tenían presente al Santo Padre y ofrecían tres Ave María por
él después de cada Rosario. Asimismo, las familias acudían a ellos para que
intercedieran por sus problemas.
En una ocasión,
una madre le rogó a Jacinta que le pidiera por su hijo que se había ido como el
hijo pródigo. Días después, el joven regresó a casa, pidió perdón y le contó a
su familia que después de haber gastado todo lo que tenía, robado y estado en
la cárcel, huyó a unos bosques desconocidos.
Cuando se halló
completamente perdido, se arrodilló llorando, y rezó. En eso, vio a Jacinta que
lo tomó de la mano y lo condujo hasta un camino. Así pudo regresar a casa.
Luego interrogaron a Jacinta si se había encontrado con el muchacho y ella dijo
que no, pero que sí había rogado mucho a la Virgen por él.
El 23 de
diciembre de 1918, francisco y Jacinta enfermaron de una terrible epidemia de
bronco-neumonía. Francisco se fue deteriorando poco a poco durante los meses
posteriores. Pidió recibir la Primera Comunión
y para ello se confesó y guardó ayuno. La recibió con gran lucidez y
piedad. Luego pidió perdón a todos.
“Yo me voy al
Paraíso; pero desde allí pediré mucho a Jesús y a la Virgen para que os lleve
también pronto allá arriba”, le dijo a Lucía y Jacinta. Al día siguiente, el 4
de abril de 1919, partió a la casa del Padre con una sonrisa angelical.
Jacinta sufrió
mucho por la muerte de su hermano. Más adelante su enfermedad se complicó. Fue
llevada al hospital de Vila Nova, pero regresó a casa con una llaga en el
pecho. Luego le confiaría a su prima: "Sufro mucho; pero ofrezco todo por
la conversión de los pecadores y para desagraviar al Corazón Inmaculado de
María".
Antes de ser
llevada al hospital de Lisboa le dijo a Lucía: “Ya falta poco para irme al
cielo… Di a toda la gente que Dios nos concede las gracias por medio del
Inmaculado Corazón de María. Que las pidan a Ella, que el Corazón de Jesús
quiere que a su lado se venere el Inmaculado Corazón de María, que pidan la paz
al Inmaculado Corazón, que Dios la confió a Ella”.
Operaron a
Jacinta, le quitaron dos costillas del lado izquierdo y quedó una llaga ancha
como de una mano. Los dolores eran espantosos, pero ella invocaba a la Virgen y
ofrecía sus dolores por la conversión de los pecadores.
El 20 de febrero
de 1920 pidió los últimos sacramentos, se confesó y rogó que le llevaran el
Viático porque pronto moriría, pero poco después partió a la Casa del Padre con
diez años de edad. Entre las cosas que le dictó a su madrina están:
Los pecados que
llevan más almas al infierno son los de la carne.
Las guerras son
consecuencia del pecado del mundo. Es preciso hacer penitencias para que se
detengan.
No hablar mal de
nadie y huir de quien habla mal.
Tener mucha
paciencia porque la paciencia nos lleva al cielo.
Los cuerpos de
Francisco y Jacinta fueron trasladados al Santuario de Fátima. Cuando abrieron
el sepulcro de Francisco, vieron que el Rosario que le colocaron sobre su pecho
estaba enredado entre los dedos de sus manos. Mientras que el cuerpo de
Jacinta, 15 años después de su muerte, estaba incorrupto.
"Contemplar
como Francisco y amar como Jacinta", fue el lema con el que estos dos
videntes de la Virgen de Fátima fueron beatificados por San Juan Pablo II el 13
de mayo del año 2000.
El Papa Francisco
los canonizó el 13 de mayo del 2017 en Fátima, dentro del marco de las
celebraciones por el 100 aniversario de las Apariciones de la Virgen.

SAN PEDRO DAMIÁN,
DOCTOR DE LA IGLESIA
21 DE FEBRERO
“Tras la
tristeza, espera con alegría el gozo que vendrá”, decía el benedictino San
Pedro Damián, Doctor de la Iglesia. En una dura época, ayudó con sus escritos y
legaciones a la reforma eclesiástica y clerical. Damián significa “el que doma
su cuerpo” y su fiesta se celebra cada 21 de febrero.
“Que la
esperanza te levante ese gozo, que la caridad encienda tu fervor. Así tu mente,
bien saciada, será capaz de olvidar los sufrimientos exteriores y progresará en
la posesión de los bienes que contempla en su interior”, decía San Pedro
Damián.
El Santo nació
en el 1007 en Ravena (Italia). Perdió a sus padres cuando era niño y quedó al
cuidado de un hermano suyo que lo trató como esclavo. Otro hermano, arcipreste
de Ravena, se compadeció y se encargó de su educación. Al sentirse como un
hijo, Pedro tomó de su hermano el nombre de Damián.
San Pedro desde
joven se acostumbró a la oración, vigilia, ayuno, invitaba a los pobres a su
mesa y les servía personalmente. Ingresó a la vida monacal con los benedictinos
de la reforma de San Romualdo.
Para dominar sus
bajas pasiones, se colocaba correas con espinas (cilicio) debajo de su camisa,
se azotaba y ayunaba con pan y agua. Pero su cuerpo, al no estar acostumbrado,
se debilitó y empezó a sufrir de insomnio.
Es así que
comprendió que estos castigos no debían ser tan severos y que la mejor
penitencia es la paciencia con las penas que Dios permite que nos lleguen. Esta
experiencia le sirvió más adelante para acompañar espiritualmente a otros.
Cuando murió el
Abad, Pedro asumió por obediencia la dirección de la comunidad. Fundó otras
cinco comunidades de ermitaños y en todos los monjes buscaba que se fomente el
espíritu de retiro, caridad y humildad. De ellos surgieron Santo Domingo
Loricato y San Juan de Lodi.
Varios Papas
acudían a San Pedro por sus consejos. En 1057 fue ordenado Cardenal y Obispo de
Ostia, aun cuando el santo siempre prefirió su vida de ermitaño. Más adelante
se le concedería el deseo de volver al convento como simple monje, pero con la
condición de que se le podía emplear en el servicio de la Iglesia.
Se dedicó a
enviar cartas a muchos Pontífices y personas de alto rango para que se
erradique la simonía, que era la compra o venta de lo que es espiritual por
bienes materiales, incluyendo cargos eclesiásticos, sacramentos, sacramentales,
reliquias y promesas de oración.
Escribió el
“libro Gomorriano” (haciendo alusión a la ciudad de Gomorra del Antiguo
Testamento) y habló en contra de las costumbres impuras de aquel tiempo. De
igual manera escribía sobre los deberes de los clérigos, monjes y recomendaba
la disciplina más que ayunos prolongados.
Solía decir: “Es
imposible restaurar la disciplina una vez que ésta decae; si nosotros, por
negligencia, dejamos caer en desuso las reglas, las generaciones futuras no
podrán volver a la primitiva observancia. Guardémonos de incurrir en semejante
culpa y transmitamos fielmente a nuestros sucesores el legado de nuestros
predecesores”.
Era una persona
severa, pero sabía tratar a los pecadores con indulgencia y bondad cuando la
prudencia y caridad lo requerían. En sus ratos libres, acostumbraba hacer
cucharas de madera y otros utensilios para no permanecer ocioso.
El Papa
Alejandro II envió a San Pedro Damián para que resolviera un problema con el
Arzobispo de Ravena, que estaba excomulgado por ciertas atrocidades que
cometió. Lamentablemente el Santo llegó cuando el Prelado había fallecido, pero
convirtió a los cómplices, a quienes les impuso una justa penitencia.
De regreso a
Roma, cae enfermo por una aguda fiebre en un monasterio de las afueras de
Faenza. Partió a la Casa del Padre el 22 de febrero de 1072. Dante Alighieri,
en el canto XXI del Paraíso, coloca a San Pedro Damián en el cielo de Saturno,
destinado a los espíritus contemplativos. Fue declarado Doctor de la Iglesia en
1828.
LA CÁTEDRA DEL
APÓSTOL SAN PEDRO
22 DE FEBRERO
La palabra "cátedra"
significa asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral, la iglesia donde
un obispo tiene el trono desde el que predica. Sinónimo de cátedra es también
"sede" (asiento o sitial): la "sede" es el lugar desde
donde un obispo gobierna su diócesis. Por ejemplo, la Santa Sede es la sede del
obispo de Roma, el Papa.
Antes de rezar el Ángelus en este
día, el Papa Juan Pablo II recordó que "la festividad litúrgica de la
Cátedra de San Pedro subraya el singular ministerio que el Señor confió al jefe
de los apóstoles, de confirmar y guiar a la Iglesia en la unidad de la fe. En
esto consiste el 'ministerium petrinum', ese servicio peculiar que el obispo de
Roma está llamado a rendir a todo el pueblo cristiano. Misión indispensable,
que no se basa en prerrogativas humanas, sino en Cristo mismo como piedra
angular de la comunidad eclesial". "Recemos -dijo- para que la
Iglesia, en la variedad de culturas, lenguas y tradiciones, sea unánime en
creer y profesar las verdades de fe y de moral transmitidas por los
apóstoles".
La cátedra es en realidad el
trono que Carlos el Calvo regaló al papa Juan VIII y en el que fue coronado
emperador el día de Navidad del año 875. Carlos el Calvo era nieto de
Carlomagno. Durante muchos años la silla fue utilizada por el papa y sus
sucesores durante las ceremonias litúrgicas, hasta que fue incorporada al Altar
de la Cátedra de Bernini en 1666.
Tradiciones, leyendas y creencias
afirmaron durante muchos años que la silla era doble y que algunas partes se
remontaban a los primeros días de la era cristiana e incluso que la utilizó San
Pedro en persona. La silla ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de
los siglos y la última vez que fue extraída del nicho que ocupa en el altar de
Bernini fue durante un período de seis años, entre 1968 y 1974. Los análisis
efectuados en aquella ocasión apuntaban a que se trataba de una sola silla
cuyas partes más antiguas eran del siglo VI. Lo que se había tomado por una
segunda silla era en realidad una cubierta que servía tanto para proteger el
trono como para llevarlo en procesión.
Todos los años en esta fecha, el
altar monumental que acoge la Cátedra de San Pedro permanece iluminado todo el
día con docenas de velas y se celebran numerosas misas desde la mañana hasta el
atardecer, concluyendo con la misa del Capítulo de San Pedro.
SAN POLICARPO,
OBISPO Y MÁRTIR
23 DE FEBRERO
San Policarpo
era obispo de la ciudad de Esmirna, en Turquía, y fue a Roma a dialogar con el
Papa Aniceto para ver si podían ponerse de acuerdo para unificar la fecha de
fiesta de Pascua entre los cristianos de Asia y los de Europa. Y caminando por
Roma se encontró con un hereje que negaba varias verdades de la religión
católica. El otro le preguntó: ¿No me conoces? Y el santo le respondió: ¡Si te
conozco. Tu eres un hijo de Satanás!
Cuando San
Ignacio de Antioquía iba hacia Roma, encadenado para ser martirizado, San
Policarpo salió a recibirlo y besó emocionado sus cadenas. Y por petición de
San Ignacio escribió una carta a los cristianos del Asia, carta que según San
Jerónimo, era sumamente apreciada por los antiguos cristianos.
El pueblo
estaba reunido en el estadio y allá fue llevado Policarpo para ser juzgado. El
gobernador le dijo: "Declare que el César es el Señor". Policarpo
respondió: "Yo sólo reconozco como mi Señor a Jesucristo, el Hijo de
Dios". Añadió el gobernador: ¿Y qué pierde con echar un poco de incienso
ante el altar del César? Renuncie a su Cristo y salvará su vida. A lo cual San
Policarpo dio una respuesta admirable. Dijo así: "Ochenta y seis años
llevo sirviendo a Jesucristo y Él nunca me ha fallado en nada. ¿Cómo le voy yo
a fallar a El ahora? Yo seré siempre amigo de Cristo".
El gobernador
le grita: "Si no adora al César y sigue adorando a Cristo lo condenaré a
las llamas". Y el santo responde: "Me amenazas con fuego que dura
unos momentos y después se apaga. Yo lo que quiero es no tener que ir nunca al
fuego eterno que nunca se apaga".
En ese momento
el pueblo empezó a gritar: ¡Este es el jefe de los cristianos, el que prohíbe
adorar a nuestros dioses. Que lo quemen! Y también los judíos pedían que lo
quemaran vivo. El gobernador les hizo caso y decretó su pena de muerte, y todos
aquellos enemigos de nuestra santa religión se fueron a traer leña de los
hornos y talleres para encender una hoguera y quemarlo.
Hicieron un
gran montón de leña y colocaron sobre él a Policarpo. Los verdugos querían
amarrarlo a un palo con cadenas pero él les dijo: "Por favor: déjenme así,
que el Señor me concederá valora para soportar este tormento sin tratar de
alejarme de él". Entonces lo único que hicieron fue atarle las manos por
detrás.
Policarpo,
elevando los ojos hacia el cielo, oró así en alta voz: "Señor Dios,
Todopoderoso, Padre de Nuestro Señor Jesucristo: yo te bendigo porque me has
permitido llegar a esta situación y me concedes la gracia de formar parte del
grupo de tus mártires, y me das el gran honor de poder participar del cáliz de
amargura que tu propio Hijo Jesús tuvo que tomar antes de llegar a su
resurrección gloriosa. Concédeme la gracia de ser admitido entre el grupo de
los que sacrifican su vida por Ti y haz que este sacrificio te sea totalmente
agradable. Yo te alabo y te bendigo Padre Celestial por tu santísimo Hijo
Jesucristo a quien sea dada la gloria junto al Espíritu Santo, por los siglos
de los siglos".
"Tan
pronto terminó Policarpo de rezar su oración, prendieron fuego a la leña, y entonces
sucedió un milagro ante nuestros ojos y a la vista de todos los que estábamos
allí presentes (sigue diciendo la carta escrita por los testigos que
presenciaron su martirio): las llamas, haciendo una gran circunferencia,
rodearon al cuerpo del mártir, y el cuerpo de Policarpo ya no parecía un cuerpo
humano quemado sino un hermoso pan tostado, o un pedazo de oro sacado de un
horno ardiente. Y todos los alrededores se llenaron de un agradabilísimo olor
como de un fino incienso. Los verdugos recibieron la orden de atravesar el
corazón del mártir con un lanzazo, y en ese momento vimos salir volando desde
allí hacia lo alto una blanquísima paloma, y al brotar la sangre del corazón
del santo, en seguida la hoguera se apagó".
"Los
judíos y paganos le pidieron al jefe de la guardia que destruyeran e hicieran
desaparecer el cuerpo del mártir, y el militar lo mandó quemar, pero nosotros
alcanzamos a recoger algunos de sus huesos y los veneramos como un tesoro más
valioso que las más ricas joyas, y los llevamos al sitio donde nos reunimos
para orar".
El día de su
martirio fue el 23 de febrero del año 155. Esta carta, escrita en el propio
tiempo en que sucedió el martirio, es una narración verdaderamente hermosa y
provechosa.

SAN ETELBERTO DE KENT,
REY CATÓLICO DE INGLATERRA
24 DE FEBRERO
San Etelberto fue rey de Kent (sudeste de la
Inglaterra medieval) cerca de los años 580 o 590 hasta su fallecimiento.
Según la tradición, estuvo casado con una princesa
cristiana llamada Berta, cuya piedad y amables virtudes la llevarían a la
santidad y lo dejaron deslumbrado. No obstante la conversión de este rey no
llegó con ella, sino que sucedió después de la llegada de San Agustín de
Canterbury y sus misioneros enviados por el Papa San Gregorio Magno.
Cuando estos misioneros llegaron al pueblo de
Thanet, en Kent, fueron inmediatamente recibidos por Etelberto, y le contaron
las razones de su viaje.
Luego de este encuentro, el Santo les concedió
permiso para predicar en todo el pueblo y les entregó la iglesia de San Martín
para que pudiesen celebrar la Misa y otras liturgias.
Desde ese momento las conversiones empezaron a
multiplicarse, y pronto el rey y su corte fueron bautizados en Pentecostés del
año 597.
San Etelberto además les dio permiso para
reconstruir las antiguas iglesias y construir varios templos, monasterios y
algunas diócesis, como la de Rochester.
Se convirtió en un modelo por la nobleza de su
conversión y tras 56 años de reinado, falleció en el año 616.
Fue sepultado en la Iglesia de San Pedro y San
Pablo, donde descansaban los restos de su esposa, la reina Santa Berta.
SANTOS MÁRTIRES SALESIANOS
ASESINADOS EN CHINA
25 DE FEBRERO
El 25 de febrero se celebra la fiesta de los Santos
Luis Versiglia y Calixto Caravario, mártires salesianos asesinados por
comunistas en China. Ellos defendieron el honor y la dignidad de tres
jovencitas que escaparon de ser violadas y esclavizadas.
“El misionero que ora mucho logra mucho”, solía
decir el Obispo San Versiglia. Mientras que el presbítero San Caravario, días
antes de morir, le escribió a su mamá: “pasará la vida y se acabarán los
dolores: en el Paraíso seremos felices. Nada te turbe, mi buena mamá; si llevas
tu cruz en compañía de Jesús, será mucho más ligera y agradable…”.
Luis Versiglia nació en Italia en 1873. A los 12
años quedó fascinado con Don Bosco. Después de la muerte del Santo, decidió
convertirse en salesiano para ir a las misiones.
En 1895 es ordenado sacerdote. Fue nombrado director
de novicios en Roma por el Beato Miguel Rua y posteriormente lideró un grupo de
salesianos que llegaron a China en 1906. Se instalaron con una obra en Macao y
con un frente misionero en Heungchow.
San Luis Versiglia abrió orfelinatos y oratorios
salesianos y en 1921 fue consagrado Obispo del Vicariato Apostólico de
Shiuchow. Bajo su impulso se multiplicaron las casas misioneras, institutos,
asilos, orfanatorios y se inició el seminario de nativos.
San Calixto Caravario, por su parte, nació en Turín
(Italia) en 1903. Cuando en 1921 el joven salesiano se encontró con Luis
Versiglia, le dijo: “Lo alcanzaré en la China”. Años después cumpliría su
promesa, recibiendo la ordenación sacerdotal de manos del Obispo San Versiglia.
Luego fue enviado a la misión de Lin-chow.
Por ese entonces la situación política en China se
había vuelto tensa, especialmente contra los cristianos y misioneros
extranjeros. Hasta las Iglesias eran incendiadas. De esta manera empezaron las
persecuciones.
El Obispo Versiglia emprendió una visita pastoral a
Lin-Chow y el P. Caravario salió a recibirlo en el camino.
El 25 de febrero los dos celebraron Misa en
Ling-kong-how y luego subieron a una barca junto a dos maestros y tres
jovencitas de la misión (María de 21 años, Paula de 16 y Clara de 22). En el
viaje se les sumó una anciana catequista y un niño.
Un grupo de piratas comunistas les ordenó que
detengan la barca y con fusiles y pistolas pidieron que los misioneros paguen
500 dólares para que puedan pasar. El Obispo le dijo a Caravario: “Diles que
somos misioneros, y por lo tanto, no llevamos con nosotros tanto dinero”.
Los maleantes registraron la barca, descubrieron a
las chicas, que se ocultaban rezando, y gritaron que se las llevarían. Quería
violarlas y esclavizarlas.
Los santos intentaron detenerlos y les cayó una
lluvia de golpes. Los dos terminaron ensangrentados y apresados con las
jóvenes. Los piratas ordenaron a los demás de la barca que regresaran a
Lin-Kong-How, quienes avisaron a las autoridades.
Con respecto a los misioneros, la joven María
atestiguó: “Vi que don Caravario, con la cabeza inclinada, hablaba en voz baja
con el Obispo”. Se estaban confesando mutuamente. “El Obispo y don Caravario
nos miraban, nos señalaban con los ojos el cielo y rezaban. Su aspecto era
amable y sonriente, y rezaban en voz alta”.
Mientras las muchachas eran trasladadas, se
escucharon cinco disparos. Más adelante los maleantes comentaban: “todos tienen
miedo a la muerte. Por el contrario, estos dos han muerto contentos”.
Días después los soldados regulares llegaron a las
cuevas de los bandidos, los cuales huyeron abandonando a las jóvenes. Ellas,
luego, de rodillas rezaron delante de los cuerpos mortales de los dos santos,
que habían dado su vida por defenderlas.
San Juan Bosco siempre tuvo el deseo de ser
misionero y en uno de sus sueños vio un cáliz lleno de sangre que hervía y se
derramaba. Así comprendió que en los salesianos también habría mártires. Por
eso a San Versiglia y San Caravario, primeros mártires salesianos, se les
representa con un cáliz que derrama sangre.
El Beato Pablo VI los declaró mártires en 1976 y
fueron beatificados en 1983 y canonizados en el año 2000 por San Juan Pablo II.
BEATA PIEDAD DE LA CRUZ,
UNA VISIÓN DE CRISTO CAMBIÓ SU VIDA
26 DE FEBRERO
La Beata Piedad
de la Cruz Ortiz Real fue una religiosa fundadora de la Congregación de
Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús. Nació el 12 de noviembre de 1842 en
Valencia (España) y fue bautizada al día siguiente con el nombre de su madre,
Tomasa. La Iglesia la conmemora el 26 de febrero.
La hermana se
formó humana y espiritualmente en el Colegio de Loreto de las Religiosas de la
Sagrada Familia de Burdeos que estaba en Valencia. Allí se destacó por su
espíritu de piedad, oración, y la dedicación en acoger a los niños pobres,
ancianos y enfermos.
A los 21 años,
en 1874, ingresó al convento de las Carmelitas de la Caridad de Vic, pero tuvo
que abandonar este camino debido al cólera que la enfermó gravemente. Una vez
recuperada, hizo un nuevo intento de ingresar en un convento de clausura y otra
vez ocurrió lo mismo.
Fue así que
Tomasa descubrió que Dios no la quería por ese camino. Ella le pidió saber cuál
era su voluntad, y su oración fue la siguiente: “Tuya, Jesús mío, tuya quiero
ser, pero dime dónde”.
En 1881 viajó a
la ciudad de Murcia (España) junto a tres amigas, lugar donde el Señor
respondió a su búsqueda vocacional y le hizo vivir una experiencia mística en
la que el Corazón de Jesús, mostrándole su hombro izquierdo ensangrentado, le
dijo que lo ayude a llevar su cruz y que funde una congregación “de la que
siempre tendrá misericordia”.
En 1884, por
consejo de su confesor y el Obispo de Cartagena-Murcia, decide fundar la
Comunidad de Terciarias de la Virgen del Carmen en Puebla de Soto (Murcia),
para atender a enfermos, pobres y huérfanos.
Tiempo después
abrió dos comunidades más en las ciudades de Alcantarilla y Caudete debido al
número de jóvenes que les atraía este modo de vida.
Sin embargo
surgieron algunas tensiones, por lo que seis años más tarde cambiaría el nombre
de su fundación a “Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús”, la cual quedaría
bajo el patrocinio de San Francisco de Sales. Esta fue aprobada el 28 de
noviembre de 1895 y declarada de derecho pontificio en 1935.
El carisma de
esta nueva congregación es el de hacer sensible ante los hombres, especialmente
pobres, el amor del Padre Providente, manifestado en el Corazón misericordioso
de Jesús abierto en brazos de la Cruz.
En 1915 Tomasa
hizo los votos solemnes bajo el nombre de Piedad de la Cruz y falleció a los 74
años el 26 de febrero del año siguiente en Alcantarilla (Murcia), cuatro meses
después de haber dejado el cargo de Superiora General de su Congregación.
El día 6 de
febrero de 1982 tuvo lugar en la diócesis de Cartagena-Murcia la apertura del
proceso de canonización.
Fue declarada
venerable el 1 de julio del 2000. Fue beatificada en Roma el 21 de marzo de
2004.
SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA,
COPATRONO DE LA JUVENTUD CATÓLICA ITALIANA
27 DE FEBRERO
“Jesús,
José y María, expire en paz con vosotros el alma mía”, fueron las últimas
palabras de San Gabriel de la Virgen Dolorosa, copatrón de la juventud católica
italiana cuya fiesta se celebra cada 27 de febrero. Él abandonó toda una serie
de “vanidades” para seguir el consejo de la Virgen María.
Su
nombre original era Francisco, así como San Francisco de Asís. Incluso nació en
Asís (Italia) en 1838 y fue bautizado en la misma pila bautismal que San
Francisco y Santa Clara. Era el undécimo de trece hermanos y quedó huérfano de
madre a los cuatro años.
Desde
niño sobresalió por su gran amor a los pobres pero tenía el defecto de estallar
rápidamente en ira. En la adolescencia creció su vanidad, le gustaba vestirse a
la moda con ropa finísima. Acudía frecuentemente al teatro, le gustaban las
novelas románticas y sentía pasión por el baile.
No
obstante, Francisco cumplía fielmente sus prácticas religiosas y tenía una gran
devoción a la Virgen María con la advocación de Nuestra Señora de los Dolores.
En casa conservaba una imagen de la Piedad que adornaba con flores.
Era
un líder entre los jóvenes. Asistió a la escuela de los hermanos de las
Escuelas Cristianas y al liceo clásico con los jesuitas. Cierto día, un
conocido le hizo una propuesta inmoral y Francisco sacó una navaja que ocultaba
entre sus ropas para alejarlo.
La
llamada
A
los 17 años empieza a inquietarlo la vocación sacerdotal. Enfermó gravemente y
creyendo que moriría promete hacerse religioso si se salva. Una vez recuperado
se olvidó de su promesa. Más adelante cae nuevamente enfermo y se encomienda al
entonces Beato jesuita (hoy Santo) Andrés Bobola.
Al
recobrar la salud, promete igualmente hacerse religioso, pero las diversiones
lo atraían más. Un día de cacería, Francisco tropieza y se dispara un tiro que
le roza la frente. Aquí ve un aviso del cielo y renueva su promesa. Tiempo
después le comunica su inquietud vocacional a su padre, quien lo distrae con el
teatro y reuniones.
Un
22 de agosto de 1856, en la procesión de la “Santa Icone” (imagen mariana
venerada en Spoleto), Francisco fija sus ojos en los de la imagen de la Virgen
y escucha la voz de la Madre de Dios en su corazón que le dice: "Tú no
estás llamado a seguir en el mundo. ¿Qué haces, pues, en él? Entra en la vida
religiosa".
Más
adelante se despide de su supuesta “novia” llamada María, quien estuvo presente
en su beatificación, e ingresa al noviciado pasionista. Cuando recibe el
hábito, toma por nombre “Gabriel de la Virgen Dolorosa”. "La alegría y el
gozo que disfruto dentro de estas paredes son indecibles", escribió una
vez.
Allí
tuvo que aprender a controlar su genio y en 1857 emitió la profesión religiosa.
En el jardín San Gabriel había reservado un pedacito para sembrar y cuidar
flores expresamente para el altar. Posteriormente es enviado al convento
pasionista de Isola del Gran Sasso.
A
sus 23 años, San Gabriel se sintió cansado, sin fuerzas y tuvo su primera
hepmotosis (vómito de sangre) por la tuberculosis. La comunidad se alarmó, el
santo permaneció sereno pero empeoró.
El
27 de febrero de 1862 pidió la absolución varias veces y con los ojos al cielo
dijo: “Pronto, Mamá mía. María, Madre de gracia, Madre de misericordia,
defiéndeme del enemigo y acógeme en la hora de la muerte”. Este día partió a la
Casa del Padre.
BEATA ANTONIA DE FLORENCIA,
SEGUIDORA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
28 DE FEBRERO
La
Beata Antonia nació en Florencia en el año 1401. Fue una mujer que quedó viuda
de joven y de las primeras religiosas que se consagró a Dios en el convento de
las Hermanas Terciarias Regulares de San Francisco de Asís en Florencia
(Italia), pese a la oposición de su familia que quería casarla de nuevo.
En
1430, un año después de entrar al claustro, se le nombró superiora del convento
de Santa Ana en Foligno, y después de tres años, fue enviada al convento de
Santa Isabel en Aquila. Aquí tuvo como
director espiritual a San Juan de Capistrano, quien, junto con San Bernardino
de Siena, promovía la llamada “observancia” de San Francisco de Asís.
Antonia
sentía la urgencia de una regla más estricta para vivir la pobreza y la
caridad. Por ello San Juan Capistrano, con la aprobación del Papa Nicolás V, le
cedió el monasterio de Corpus Christi, que otra orden acababa de construir.
Allí
la Beata se retiró con once de sus religiosas en 1447 para practicar la regla
original de Santa Clara de Asís, en todo su rigor. San Juan de Capistrano le
encomendó la dirección del monasterio para que fuera modelo del nuevo espíritu
“observante” también en la Segunda Orden, rama femenina franciscana.
Por
muchos años fue superiora modelo, reformadora de las costumbres, ejemplo de
virtudes y de obediencia. Durante 15 años tuvo que soportar una dolorosa
enfermedad, además de una multitud de severas pruebas espirituales.
Falleció
a los 71 años el 28 de febrero de 1472. La ciudad de Aquila la veneró como
santa desde su muerte y su culto fue confirmado en 1847.