SAN JOSÉ, OBRERO
1 DE MAYO
Hoy la Iglesia recuerda, en el día de los trabajadores, a san José, obrero.
Pablo VI se ha expresado al respecto: "Vosotros,
los hijos del trabajo, que durante siglos habéis sido los esclavos de la labor,
buscad a aquel que declara que la vida es sagrada, que el obrero es libre de
las cadenas que la primacía del materialismo y del egoísmo económico ha soldado
no sólo en torno de los puños de los trabajadores, sino en torno de su corazón
y de su espíritu... Buscad un principio, una razón que haga a los hombres
iguales, solidarios entre sí, y que les devuelva la fraternidad. Y ello no en
el odio contra otros hombres... Ya que todos viven en una comunidad natural,
que traten de formar una sociedad humana y que sientan la grandeza de ser un
pueblo".
El mundo humano es el mundo del trabajo, hecho por la
inteligencia, a través de las manos que en medio de la naturaleza señalaron el
camino del progreso y la cultura. Dios concedió manos a otras especies, pero
sólo a la mano del hombre le dio el carácter de herramienta. Toda la técnica
sobre la cual se asienta la civilización es prolongación de esa mano que Dios
otorgó al hombre.
Hoy celebramos al padre nutricio de Jesús, justo y
humilde carpintero de Nazaret, que pasa la vida no sólo en la meditación y la
oración, sino también en las fatigas de su artesanía. José es el símbolo de la
prudencia, del silencio, de la generosidad, de la dignidad y de la aplicación
en el trabajo; también lo es de los derechos y de los deberes respecto del
trabajo.
San José fue un auténtico obrero en el pleno sentido
de la palabra, y el único hombre que compartió con el Hijo de Dios la tarea de
todos los días.
Recordamos hoy a todos los trabajadores de nuestra
patria y del mundo, pidiendo al cielo para que sean instrumento de paz, de
evangelización, de serena inteligencia, de valor y de confianza en sí mismos,
de esperanzas de bien y de fervientes voluntad, dignos y sin retaceos en la hermandad
de los hombres. Hoy la Iglesia recuerda, en el día de los trabajadores, a san
José, obrero.
Juan Pablo II enseña que los hombres descubren pronto
la cruz en su trabajo; precisamente por ello el esfuerzo humano es redentor,
pues Cristo lo ha unido a su pasión: también él fue obrero y predicó su
evangelio del trabajo conociendo íntimamente esta realidad que tiene por
protagonistas a todos los hombres y mujeres del mundo.
SAN ATANASIO, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA
2 DE MAYO
Aunque sufrió la persecución, San Atanasio nunca dejó
de defender la verdadera fe católica. Desde su juventud amó mucho a Jesucristo,
lo que lo llevó a escribir grandes obras. Su nombre significa “El Inmortal”,
como la huella que dejó en la Iglesia con su firme defensa de la fe ante las
creencias paganas.
San Atanasio de Alejandría nació en el año 295 y desde
niño fue testigo de las sangrientas persecuciones del Imperio Romano contra los
cristianos. Tuvo una importante formación académica en filosofía y gramática.
Dominaba tres idiomas (copto, griego común y griego clásico). Desde su juventud
demostró talento para la escritura. Su primer escrito fue “Contra los
paganos y la Encarnación del Verbo”.
Una de las controversias más importantes de su vida
fue contra los arrianos. Arrio, sacerdote de Alejandría, difundió una doctrina
errada afirmando que Cristo no era verdadero dios. El Obispo de Alejandría
llevó consigo a Atanasio al Concilio Ecuménico de Nicea para enfrentarlo y
pedirle que se retracte de sus errores. Aunque el Santo al principio solo fue
el moderador, se atrevió a refutar los argumentos de Arrio que no aceptó las
precisiones, persistió en el error y fue excomulgado.
Atanasio escribió a los obispos numerosas cartas donde
advertía del peligro que suponía tergiversar la doctrina y que sus aliados
quedaban automáticamente excomulgados. Arrio respondía a esas cartas con
injurias y maltratos. Esta controversia en Alejandría llegó a oídos del
emperador Constantino, quien decidió poner fin al debate enviando un
conciliador. Lamentablemente, el debate ya se había extendido en la Iglesia
Oriental y fue difícil contenerlo. Constantino sabía que esta controversia
ponía en peligro la estabilidad del Imperio romano.
En el año 326 Atanasio fue ordenado sacerdote por el
Obispo Alejandro, a quien servía como secretario y vocero. Durante ese tiempo
escribía tratados teológicos, predicaba y entabló amistad con San Antonio Abad.
Cuando murió Alejandro, el pueblo proclamó a Atanasio
como su sucesor. Desde entonces fue visto como el defensor de la fe verdadera,
que fue reiterada en Nicea, y también se convirtió en el enemigo de los
herejes, quienes aún tenían poder e influencia. Los arrianos no cesaron
de perseguirlo y consiguieron desterrarlo de la ciudad. El nuevo sucesor del
trono, Constancio II (hijo de Constantino) estaba bajo la influencia del obispo
arriano Eusebio de Nicomedia.
En el año 356, 5 mil soldados rodearon la parroquia
donde estaba para arrestarlo. El Obispo logró escapar y huyó al desierto donde
fue acogido por los anacoretas. Dese allí siguió escribiendo a los files de
Alejandría y escribió la biografía de San Antonio Abad, su amigo y compañero en
la defensa contra las herejías.
En el año 362 el nuevo emperador, Juliano el Apóstata,
emitió un edicto en el que pedía el regreso de todos los obispos exiliados, con
el objetivo de propiciar la división dentro de la Iglesia y el paganismo. Los
consejeros de Juliano percibían a Atanasio como un hombre peligroso y lograron
que el emperador lo enviara al exilio. El Santo se escondió en el desierto
hasta que Juliano murió. Entonces volvió a Alejandría por mandato del nuevo
monarca Valente.
La persecución contra el doctor de Iglesia no
terminaría ahí porque volvió a ser exiliado en el año 365. Pese a las
tribulaciones, mantuvo firmes sus convicciones y tuvo una actitud vigilante. Su
regreso a Alejandría se debió a que los fieles manifestaron su tristeza y
reclamaron Atanasio como su verdadero Obispo.
Atanasio murió el 2 de mayo del
año 373, luego de haber servido como obispo durante 45 años de Obispo y tras
haber pasado 18 años de su vida en el destierro.
SAN FELIPE Y SANTIAGO, APÓSTOLES
3 DE MAYO
El evangelio dice que era de Caná de Galilea, que su
padre se llamaba Alfeo y que era familiar de Nuestro Señor. Es llamado "el
hermano de Jesús", no porque fuera hijo de la Virgen María, la cual no
tuvo sino un solo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, sino porque en la Biblia se
le llaman "hermanos" a los que provienen de un mismo abuelo: a los
primos, tíos y sobrinos (y probablemente Santiago era "primo" de
Jesús, hijo de alguna hermana de la Sma. Virgen). En la S. Biblia se lee que
Abraham llamaba "hermano" a Lot, pero Lot era sobrino de Abraham. Y
se le lee también que Jacob llamaba "hermano" a Laban, pero Laban era
tío de Jacob. Así que el decir que alguno era "hermano" de Jesús no
significa que María tuvo más hijos, sino que estos llamados "hermanos",
eran simplemente familiares: primos, etc.
San Pablo afirma que una de las apariciones de Jesús
Resucitado fue a Santiago. Y el libro de Los Hechos de los Apóstoles narra cómo
en la Iglesia de Jerusalén era sumamente estimado este apóstol. (Lo llamaban
"el obispo de Jerusalén"). San Pablo cuenta que él, la primera vez
que subió a Jerusalén después de su conversión, fue a visitar a San Pedro y no
vio a ninguno de los otros apóstoles, sino solamente a Santiago. Cuando San
Pedro fue liberado por un ángel de la prisión, corrió hacia la casa donde se
hospedaban los discípulos y les dejó el encargo de "comunicar a Santiago y
a los demás", que había sido liberado y que se iba a otra ciudad (Hech.
12,17). Y el Libro Santo refiere que la última vez que San Pablo fue a Jerusalén,
se dirigió antes que todo "a visitar a Santiago, y allí en casa de él se
reunieron todos los jefes de la Iglesia de Jerusalén" (Hech. 21,15). San
Pablo en la carta que escribió a los Gálatas afirma: "Santiago es, junto
con Juan y Pedro, una de las columnas principales de la Iglesia". (Por
todo esto se deduce que era muy venerado entre los cristianos).
Cuando los apóstoles se reunieron en Jerusalén para el
primer Concilio o reunión de todos los jefes de la Iglesia, fue este apóstol
Santiago el que redactó la carta que dirigieron a todos los cristianos (Hechos
15).
Hegesipo, historiador del siglo II dice:
"Santiago era llamado ‘El Santo’. La gente estaba segura de que nunca
había cometido un pecado grave. Jamás comía carne, ni tomaba licores. Pasaba
tanto tiempo arrodillado rezando en el templo, que al fin se le hicieron callos
en las rodillas. Rezaba muchas horas adorando a Dios y pidiendo perdón al Señor
por los pecados del pueblo. La gente lo llamaba: ‘El que intercede por el
pueblo’". Muchísimos judíos creyeron en Jesús, movidos por las palabras y
el buen ejemplo de Santiago. Por eso el Sumo Sacerdote Anás II y los jefes de
los judíos, un día de gran fiesta y de mucha concurrencia le dijeron: "Te
rogamos que ya que el pueblo siente por ti grande admiración, te presentes ante
la multitud y les digas que Jesús no es el Mesías o Redentor". Y Santiago
se presentó ante el gentío y les dijo: "Jesús es el enviado de Dios para
salvación de los que quieran salvarse. Y lo veremos un día sobre las nubes,
sentado a la derecha de Dios". Al oír esto, los jefes de los sacerdotes se
llenaron de ira y decían: "Si este hombre sigue hablando, todos los judíos
se van a hacer seguidores de Jesús". Y lo llevaron a la parte más alta del
templo y desde allá lo echaron hacia el precipicio. Santiago no murió de golpe
sino que rezaba de rodillas diciendo: "Padre Dios, te ruego que los
perdones porque no saben lo que hacen".
El historiador judío, Flavio Josefo, dice que a
Jerusalén le llegaron grandes castigos de Dios, por haber asesinado a Santiago
que era considerado el hombre más santo de su tiempo.
Este apóstol redactó uno de los escritos más
agradables y provechosos de la S. Biblia. La que se llama "Carta de
Santiago". Es un mensaje hermoso y sumamente práctico. Ojalá ninguno de
nosotros deje de leerla. Se encuentra al final de la Biblia. Allí dice frases
tan importantes como estas: "Si alguien se imagina ser persona religiosa y
no domina su lengua, se equivoca y su religión es vana". "Oh ricos:
si no comparten con el pobre sus riquezas, prepárense a grandes castigos del
cielo". "Si alguno está triste, que rece. Si alguno se enferma, que
llamen a los presbíteros y lo unjan con aceite santo, y esa oración le
aprovechará mucho al enfermo" (de aquí sacó la Iglesia la costumbre de
hacer la Unción de los enfermos). La frase más famosa de la Carta de Santiago
es esta: "La fe sin obras, está muerta".
SAN FLORIÁN. MÁRTIR
4 DE MAYO
San Florián nació cerca del año 250 en la ciudad de
Aelium Cetiumin, hoy conocida como Saint Pölten - Austria. Según la tradición
era comandante del ejército romano en Baviera, siendo responsable de la brigada
de bomberos.
Durante la persecución de Diocleciano, se presentó
en la ciudad de Lorch el cónsul Aquilino para hacer valer el edicto de
persecución contra los cristianos. Allí cumplió Florián su deber de militar
perfectamente, hasta que se dio cuenta de que cuarenta de sus compañeros fueron
encarcelados a causa de ser seguidores de Cristo. Entonces, se sintió impulsado
a compartir la suerte de sus hermanos de fe y también se negó a perseguir a sus
correligionarios.
Por ello fue conducido ante Aquilino quien le exigió
que adorara a los dioses romanos a lo cual se opuso tajantemente. Fue
desnudado, azotado cruelmente con garfios y, posteriormente, se le arrojó al
río Enns atado por el cuello a una pesada roca; su cuerpo fue arrastrado por la
corriente y fue a parar a una orilla. Entonces, sigue diciéndonos la tradición,
descendió un águila para proteger sus restos, hasta que fue sepultado por una
mujer llamada Valeria.
San Florián tiene el patronazgo sobre el cuerpo de
bomberos, los deshollinadores de chimeneas, se invoca su protección sobre los
que están en peligro de ahogarse y por este motivo, comparte con San Juan
Nepomuceno dicha protección.
SAN ANGEL. MÁRTIR
5 DE MAYO
Fue
uno de los primeros miembros de la Orden del Carmelo. Sus padres fueron judíos
convertidos al cristianismo gracias a una aparición de la Santísima Virgen.
Desde la infancia mostró extraordinarios dones para lo espiritual y lo
intelectual. A los 15 años hablaba ya el griego, el latín y el hebreo. Durante
cinco años vivió como ermitaño en el Monte Carmelo. En Sicilia, convirtió a
muchos con su predicación y milagros y en Palermo convirtió a más de 200
judíos. Cuando se encontraba predicando a una multitud, en Locata, fue
acuchillado por una banda de malhechores. Herido de muerte, cayó de rodillas y
oró por todo el pueblo y en particular por los que lo habían herido.
SANTO DOMINGO, EL SABIO
6 DE MAYO
Domingo, que significa: "el que está
consagrado al Señor", nació en Riva del Piamonte, Italia, en 1842. Era
hijo de un campesino y desde niño manifestó deseos de ser sacerdote. Cuando San
Juan Bosco empezó a preparar a algunos jóvenes para el sacerdocio, con objeto
de que le ayudaran en su trabajo en favor de los niños abandonados de Turín, el
párroco de Domingo le recomendó al chico. San Juan Bosco, en el primer
encuentro que tuvieron los dos, se sintió muy impresionado por la evidente
santidad de Domingo, quien ingresó en octubre de 1854 en el Oratorio de San Francisco
de Sales de Turín, a los doce años de edad.
Uno de los recuerdos imborrables que dejó Domingo
en el Oratorio fue el grupo que organizó en él. Se llamaba la Compañía de María
Inmaculada. Sin contar los ejercicios de piedad, el grupo ayudó a Don Bosco en
trabajos tan necesarios como la limpieza de los pisos y el cuidado de los niños
difíciles. En 1859, cuando Don Bosco decidió fundar la Congregación de los
Salesianos, organizó una reunión; entre los veintidós presentes se hallaban
todos los iniciadores de la Compañía de la Inmaculada Concepción, excepto
Domingo Savio, quien había volado al cielo dos años antes.
Poco después de su llegada al Oratorio, Domingo
tuvo oportunidad de impedir que dos chicos se peleasen a pedradas.
Presentándoles su pequeño crucifijo, les dijo: "Antes de empezar, mirad a
Cristo y decid: ‘Jesucristo, que era inocente, murió perdonando a sus verdugos;
yo soy un pecador y voy a ofender a Cristo tratando de vengarme
deliberadamente’. Después podéis empezar arrojando vuestra primera piedra
contra mí". Los dos bribonzuelos quedaron avergonzados.
BEATA MADRE MARÍA
DE SAN JOSÉ
7 DE MAYO
Desde su infancia llevó una vida
cristiana ejemplar. A los cinco años de edad se trasladó con su familia a vivir
en la ciudad de Maracay, capital del mismo Estado. A los trece, se consagró al
Señor cuando en su Primera Comunión el 8 de Diciembre de 1988, día de la
Inmaculada Concepción de María Santísima, le hace su voto de virginidad. De
aquí y hasta su muerte vivirá sólo para El, en pobreza y humilde sencillez.
En 1892, a los diecisiete años,
le impusieron el santo escapulario de la Virgen del Carmen. Luego en 1893, el
sacerdote Justo Vicente López Aveledo fundó la Sociedad de las Hijas de María y
Laura pasa a formar parte de ella, renovando así sus primeros votos de
virginidad perpetua, también un día 8 de Diciembre.
De los 18 años en adelante,
asesorada por su director espiritual el Pbro. López Acevedo, comenzó a
dedicarse al servicio de los más pobres. El mismo Pbro. en 1893, fundó el
Hospital San José, el primero de Maracay, en beneficio de la clase desposeída y
allí comenzó su labor.
Próxima a cumplir sus 24 años,
Laura recibió del padre López la dirección y administración del hospital. Fundó
igualmente el padre López la congregación religiosa de las Agustinas Recoletas
en Venezuela entrando a formar parte de ella y a cuya cabeza ingresa Laura
Evangelista en 1903 como Superiora de la comunidad, desde entonces se le llamó
Madre María de San José.
Muchas fueron las obras hechas
por esta congregación en el país, dirigidas por la Madre María de San José,
desde orfelinatos hasta asilos de mendigos, casas maternas, hospitales,
escuelas, albergues, y otras. Después de una fructífera vida de sacrificio,
caridad y ferviente amor por Jesús Eucaristía, muere santamente la Madre María
en Maracay el 2 de Abril de 1967, a los 92 años de edad.
Sus exequias se efectuaron con
emotivas honras fúnebres, luego de permanecer sus restos tres días en capilla
ardiente. Hoy, reposan en la Capilla de las Hermanas Agustinas del Hogar
"Inmaculada Concepción" de Maracay donde transcurrió la mayor parte
de su vida.
El proceso de su Beatificación
comenzó en 1978. En 1982, ocurre la curación de la hermana Teresa Silva
inválida por penosa enfermedad a quien la Madre le había profetizado su
curación años antes. Este milagro, obtenido de la misma Madre, fue aprobado por
decreto papal de Juan Pablo II en 1993. En 1994, es trasladado su cuerpo
incorrupto al sarcófago de cristal para la veneración de sus hijas espirituales
y fieles. El día 7 de Mayo de 1995 se realizó la ceremonia de su Beatificación.
Los venezolanos nos sentimos realmente orgullosos de nuestra primera Beata:
María de San José y oramos por su pronta Canonización.
Desde 1967 numerosas personas
visitan diariamente el sepulcro de nuestra Madre María, en actitud de súplicas
o de acción de gracias por continuos favores recibidos. Su fama de santidad
trascendió las fronteras de la patria, lo que motivó la apertura del proceso de
Beatificación por parte de las Hermanas con la asesoría del P. Eugenio Ayape
(Agustino Recoleto). Se comienza entonces con la investigación y recopilación
de datos, documentos y testimonios y en la publicación de varias obras de
carácter histórico, más un boletín trimestral informativo. Desde el año 1982 el
P. Romualdo Rodrigo se constituye Postulador de la Causa de Beatificación y
Canonización de nuestra Madre fundadora, la cual se inicia en Maracay el 9 de
Octubre de 1983 en celebración Eucarística presidida en la Catedral Mons.
Feliciano Gonzalez, quien la declara SIERVA DE DIOS. Dicho proceso Diocesano
queda clausurado el 13 de julio de 1986, trasladando toda la documentación a
Roma, donde es estudiada por Consultores, Teólogos, Cardenales y Obispos con
positivos resultados. El 7 de mayo del 1992, el Santo Padre promulga el decreto
sobre la Heroicidad de las virtudes, por el cual nuestra Madre María recibe el
título de VENERABLE, para continuar con el estudio del Milagro de curación de
la Hna. Teresa Silva, atribuido a la intercesión de nuestra fundadora, el cual
fue aprobado por unanimidad y fue presentado ante el Papa Juan Pablo II, quien
a su vez lo aprueba formalmente mediante el decreto del 23 de diciembre de
1993. Como requisito para la Beatificación, se exhumaron los restos mortales de
la VENERABLE María de San José, el 19 de enero de 1994, hallándose su cuerpo
intacto. Es Beatificada por S.S. Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro en Roma
el 7 de Mayo de 1995, constituyéndola así PRIMERA BEATA DE VENEZUELA.
SAN JUAN DE ÁVILA
PATRONO DEL CLERO SECULAR
10 DE MAYO
San Juan de Ávila nació el 6 de
enero de 1499 (o 1500) en Almodóvar del Campo (Ciudad Real), de una familia
profundamente cristiana. Sus padres, Alfonso de Ávila (de ascendencia
israelita) y Catalina Jijón, poseían unas minas de plata en Sierra Morena, y
supieron dar al niño una formación cristiana de sacrificio y amor al prójimo.
Son conocidas las escenas de entregar su sayo nuevo a un niño pobre, sus
prolongados ratos de oración, sus sacrificios, su devoción eucarística y
mariana.
Probablemente en 1513 comenzó a
estudiar leyes en Salamanca, de donde volvería después de cuatro años para
llevar una vida retirada en Almodóvar. A pesar de llamarlas ‘leyes negras’ los
estudios de Salamanca dejaron huella en su formación eclesiástica, como puede
constatarse en sus escritos de reforma. Esta nueva etapa en Almodóvar, en casa
de sus padres, viviendo una vida de oración y penitencia, durará hasta 1520.
Pues aconsejado por un religioso franciscano, marchará a estudiar artes y
teología a Alcalá de Henares (1520-1526). De esta etapa en Alcalá existen
testimonios de su gran valía intelectual, como así lo atestigua el Mtro.
Domingo de Soto. Allí estuvo en contacto con las grandes corrientes de reforma
del momento. Conoció el erasmismo, las diversas escuelas teológicas y
filosóficas y la preocupación por el conocimiento de las Sagradas Escrituras y
los Padres de la Iglesia. También trabó amistad con quienes habían de ser
grandes reformadores de la vida cristiana, como don Pedro Guerrero, futuro
arzobispo de Granada, y posiblemente también con el venerable Fernando de
Contreras. Incluso pudo haber conocido allí al P. Francisco de Osuna y a San
Ignacio de Loyola.
SAN PANCRACIO.
MÁRTIR
12 DE MAYO
Es un jovencito romano de
sólo 14 años, que fue martirizado por declararse creyente y partidario de
Nuestro Señor Jesucristo. Dicen que su padre murió martirizado y que la mamá
recogió en unos algodones un poco de la sangre del mártir y la guardó en un relicario
de oro, y le dijo al niño: "Este relicario lo llevarás colgado al cuello,
cuando demuestres que eres tan valiente como lo fue tu padre". Un día
Pancracio volvió de la escuela muy golpeado pero muy contento. La mamá le
preguntó la causa de aquellas heridas y de la alegría que mostraba, y el
jovencito le respondió: "Es que en la escuela me declaré seguidor de
Jesucristo y todos esos paganos me golpearon para que abandonara mi religión.
Pero yo deseo que de mí se pueda decir lo que el Libro Santo afirma de los
apóstoles: "En su corazón había una gran alegría, por haber podido sufrir
humillaciones por amor a Jesucristo". (Hechos 6,41). Al oír esto la buena
mamá tomó en sus manos el relicario con la sangre del padre martirizado, y
colgándolo al cuello de su hijo exclamó emocionada: "Muy bien: ya eres
digno seguidor de tu valiente padre". Como Pancracio continuaba afirmando
que él creía en la divinidad de Cristo y que deseaba ser siempre su seguidor y
amigo, las autoridades paganas lo llevaron a la cárcel y lo condenaron y
decretaron pena de muerte contra él. Cuando lo llevaban hacia el sitio de su
martirio (en la vía Aurelia, a dos kilómetros de Roma) varios enviados del
gobierno llegaron a ofrecerle grandes premios y muchas ayudas para el futuro si
dejaba de decir que Cristo es Dios. El valiente joven proclamó con toda la
valentía que él quería ser creyente en Cristo hasta el último momento de su
vida. Entonces para obligarlo a desistir de sus creencias empezaron a azotarlo
ferozmente mientras lo llevaban hacia el lugar donde lo iban a martirizar, pero
mientras más lo azotaban, más fuertemente proclamaba él que Jesús es el
Redentor del mundo. Varias personas al contemplar este maravilloso ejemplo de
valentía se convirtieron al cristianismo. Al llegar al sitio determinado,
Pancracio dio las gracias a los verdugos por que le permitían ir tan pronto a
encontrarse con Nuestro Señor Jesucristo, en el cielo, e invitó a todos los
allí presentes a creer siempre en Jesucristo a pesar de todas las
contrariedades y de todos los peligros. De muy buena voluntad se arrodilló y
colocó su cabeza en el sitio donde iba a recibir el hachazo del verdugo y más
parecía sentirse contento que temeroso al ofrecer su sangre y su vida por
proclamar su fidelidad a la verdadera religión. Allí en Roma se levantó un
templo en honor de San Pancracio y por muchos siglos las muchedumbres han ido a
venerar y admirar en ese templo el glorioso ejemplo de un valeroso muchacho de
14 años, que supo ofrecer su sangre y su vida por demostrar su fe en Dios y su
amor por Jesucristo. San Pancracio: ruégale a Dios por nuestra juventud que
tiene tantos peligros de perder su fe y sus buenas costumbres
HISTORIA DE LAS APARICIONES
13 DE MAYO
En preparación para las apariciones de Nuestra Señora, un ángel quien se
identificó como el Ángel de Portugal, le habló en primer lugar a los niños
diciéndoles: "No teman. Yo soy el ángel de la Paz. Recen conmigo".
Luego el se arrodilló, doblándose hasta tocar el suelo con su frente y
rezó: "Dios mío, yo creo, yo adoro y yo te amo!, te pido perdón por
aquellos que no creen, no adoran, no confían y no te aman!" El dijo esta
oración tres veces. Cuando se paró, le dijo a los niños "Recen así. Los
corazones de Jesús y María están atento a la voz de sus suplicaciones" El
dejó los niños quienes empezaron a decir esta oración frecuentemente.
Las apariciones del Ángel de Portugal (1916)
En la Portugal rural del 1917 no es inusual el ver a los niños llevando a
sus rebaños a pastorear. Esto es lo que los niños de la familia Marto y Santos,
todos primos, hacían en estos días. Casi siempre eran Lucía Santos, Francisco
Marto y su hermana Jacinta, los que con gusto tomaban esta responsabilidad
agradecidos por el chance de estar al aire libre y de jugar mientras las ovejas
pastoreaban en silencio. Ellos llevaban a pequeños grupos de ovejas a pastorear
en parcelas pertenecientes a sus padres en diferentes partes de la sierra, el
altiplano en el que se encontraba el pueblito de Fátima (donde la Iglesia
parroquial se encontraba) y Aljustrel (donde vivían los niños). Dos miradores
favoritos eran las colinas que miraban a Aljustrel, cerca de un campo llamado
Loca do Cabeco (Lugar de la Cabeza) y la Cova da Iria (Enseñada de Irene) a un
distancia de Fátima. En estos lugares ocurrieron las apariciones que cambiarían
el curso de la vida de estos niños y de la historia del siglo 20.
Apariciones de la Santísima Virgen María (1917)
Casi 8 meses pasaron desde la última aparición del Ángel. Lucía, Francisco
y Jacinta continuaron a obrar lo que el ángel les había enseñado, orando y
ofreciendo sacrificios al Señor. Lucía tenía ahora 10 años, Francisco nueve en
Junio y Jacinta acababa de cumplir siete en marzo cuando el 13 de mayo de 1917,
decidieron de llevar sus ovejas en unas colinas que pertenecían al padre de
Lucía conocidas como Cova da Iria, o Ensenada de Irene. Fue ahí, solo con una
excepción, donde la Santísima Virgen bajo el nombre de Nuestra Señora del
Rosario se les apareció en seis ocasiones en 1917, y una novena vez en 1920
(sólo a Lucía).
Tan importante como el lugar y el momento eran la situación a nivel
mundial. En esos momentos la Primera Guerra Mundial hacía estragos en Europa,
conduciendo a la humanidad a la forma más salvaje de guerra vista hasta el día
de hoy. En la lejanía de Moscu, Lenin preparaba la revolución que volcó el
orden social Ruso en Noviembre de 1917 y en la que se sumergió eventualmente
casi la mitad de los habitantes de esta tierra. Fue en este contexto en el que
el cielo intercede por la tierra para proveer el antídoto para los males
morales y sociales del mundo – el mensaje de Fátima.
SAN MATÍA, APÓSTOL
14 DE MAYO
Clemente de Alejandría, basándose en la tradición, afirma que San Matías
fue uno de los 72 discípulos que el Señor envió a predicar durante su
ministerio. Los hechos de los Apóstoles afirman que Matías acompañó al
Salvador, desde el Bautismo hasta la Ascensión. Cuando San Pedro decidió
proceder a la elección de un nuevo Apóstol para reemplazar a Judas, los
candidatos fueron José, llamado Bernabé y Matías. Finalmente, la elección cayó
sobre Matías, quien pasó a formar parte del grupo de los doce. El Espíritu
Santo descendió sobre él en Pentecostés y Matías se entregó a su misión.
Clemente de Alejandría afirma que se distinguió por la insistencia con que
predicaba la necesidad de mortificar la carne para dominar la sensualidad. Esta
lección la había aprendido del mismo Jesucristo.
Según la tradición, predicó primero en Judea y luego en otros países. Los
griegos sostienen que evangelizó la Capadocia y las costas del Mar Caspio, que
sufrió persecuciones de parte de los pueblos bárbaros donde misionó y obtuvo
finalmente la corona del martirio en Cólquida. Los "Menaia" griegos
sostienen que fue crucificado. Se dice que su cuerpo estuvo mucho tiempo en
Jerusalén y que Santa Elena lo transladó a Roma.
SAN ISIDRO LABRADOR
15 DE MAYO
Sus padres eran unos campesinos sumamente pobres que ni siquiera pudieron
enviar a su hijo a la escuela. Pero en casa le enseñaron a tener temor a
ofender a Dios y gran amor de caridad hacia el prójimo y un enorme aprecio por
la oración y por la Santa Misa y la Comunión.
Huérfano y solo en el mundo cuando llegó a la edad de diez años Isidro se
empleó como peón de campo, ayudando en la agricultura a Don Juan de Vargas un
dueño de una finca, cerca de Madrid. Allí pasó muchos años de su existencia
labrando las tierras, cultivando y cosechando.
Se casó con una sencilla campesina que también llegó a ser santa y ahora se
llama Santa María de la Cabeza (no porque ese fuera su apellido, sino porque su
cabeza es sacada en procesión en rogativas, cuando pasan muchos meses sin
llover).
Isidro se levantaba muy de madrugada y nunca empezaba su día de trabajo sin
haber asistido antes a la Santa Misa. Varios de sus compañeros muy envidiosos
lo acusaron ante el patrón por "ausentismo" y abandono del trabajo.
El señor Vargas se fue a observar el campo y notó que sí era cierto que Isidro
llegaba una hora más tarde que los otros (en aquel tiempo se trabajaba de seis
de la mañana a seis de la tarde) pero que mientras Isidro oía misa, un
personaje invisible (quizá un ángel) le guaba sus bueyes y estos araban
juiciosamente como si el propio campesino los estuviera dirigiendo.
Los mahometanos se apoderaron de Madrid y de sus alrededores y los buenos
católicos tuvieron que salir huyendo. Isidro fue uno de los inmigrantes y
sufrió por un buen tiempo lo que es irse a vivir donde nadie lo conoce a uno y
donde es muy difícil conseguir empleo y confianza de las gentes. Pero sabía
aquello que Dios ha prometido varias veces en la Biblia: "Yo nunca te
abandonaré", y confió en Dios y fue ayudado por Dios.
Lo que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para
el templo, otra para los pobres y otra para su familia (él, su esposa y su
hijito). Y hasta para las avecillas tenía sus apartados. En pleno invierno
cuando el suelo se cubría de nieve, Isidro esparcía granos de trigo por el
camino para que las avecillas tuvieran con que alimentarse. Un día lo invitaron
a un gran almuerzo. Él se llevó a varios mendigos a que almorzaran también. El
invitador le dijo disgustado que solamente le podía dar almuerzo a él y no para
los otros. Isidro repartió su almuerzo entre los mendigos y alcanzó para todos
y sobró.
Los domingos los distribuía así: un buen rato en el templo rezando,
asistiendo a misa y escuchando la Palabra de Dios. Otro buen rato visitando
pobres y enfermos y por la tarde saliendo a pasear por los campos con su esposa
y su hijito. Pero un día mientras ellos corrían por el campo, dejaron al niñito
junto a un profundo pozo de sacar agua y en un movimiento brusco del chiquitín,
la canasta donde estaba dio vuelta y cayó dentro del hoyo. Alcanzaron a ver
esto los dos esposos y corrieron junto al pozo, pero este era muy profundo y no
había cómo rescatar al hijo. Entonces se arrodillaron a rezar con toda fe y las
aguas de aquel aljibe fueron subiendo y apareció la canasta con el niño y a
este no le había sucedido ningún mal. No se cansaron nunca de dar gracias a
Dios por tan admirable prodigio.
Volvió después a Madrid y se alquiló como obrero en una finca, pero los
otros peones, llenos de envidia lo acusaron ante el dueño de que trabajaba
menos que los demás por dedicarse a rezar y a ir al templo. El dueño le puso
entonces como tarea a cada obrero cultivar una parcela de tierra. Y la de
Isidro produjo el doble que las de los demás, porque Nuestro Señor le recompensaba
su piedad y su generosidad.
En el año 1130 sintiendo que se iba a morir hizo humilde confesión de sus
pecados y recomendando a sus familiares y amigos que tuvieran mucho amor a Dios
y mucha caridad con el prójimo, murió santamente. A los 43 años de haber sido
sepultado en 1163 sacaron del sepulcro su cadáver y estaba incorrupto, como si
estuviera recién muerto. Las gentes consideraron esto como un milagro. Poco
después el rey Felipe III se hallaba gravísimamente enfermo y los médicos
dijeron que se moriría de aquella enfermedad. Entonces sacaron los restos de
San Isidro del templo a donde los habían llevado cuando los trasladaron del
cementerio. Y tan pronto como los restos salieron del templo, al rey se le fue
la fiebre y al llegar junto a él los restos del santo se le fue por completo la
enfermedad. A causa de esto el rey intercedió ante el Sumo Pontífice para que
declarara santo al humilde labrador, y por este y otros muchos milagros, el
Papa lo canonizó en el año 1622 junto con Santa Teresa, San Ignacio, San
Francisco Javier y San Felipe Neri.
SAN PASCUAL BAILÓN, FRANCISCANO
17 DE MAYO
Su más grande amor durante toda la vida fue la Sagrada Eucaristía. Decía el
dueño de la finca en el cual trabajaba como pastor, que el mejor regalo que le
podía ofrecer al Niño Pascual era permitirle asistir algún día entre semana a
la Santa Misa. Desde los campos donde cuidaba las ovejas de su amo, alcanzaba a
ver la torre del pueblo y de vez en cuando se arrodillaba a adorar el Santísimo
Sacramento, desde esas lejanías. En esos tiempos se acostumbraba que al elevar
la Hostia el sacerdote en la Misa, se diera un toque de campanas. Cuando el
pastorcito Pascual oía la campana, se arrodillaba allá en su campo, mirando
hacia el templo y adoraba a Jesucristo presente en la Santa Hostia.
Un día otros pastores le oyeron gritar: "¡Ahí viene!, ¡allí
está!". Y cayó de rodillas. Después dijo que había visto a Jesús presente
en la Santa Hostia.
De niño siendo pastor, ya hacía mortificaciones. Por ejemplo andar descalzo
por caminos llenos de piedras y espinas. Y cuando alguna de las ovejas se
pasaba al potrero del vecino, le pagaba al otro el pasto que la oveja se había
comido con el escaso sueldo que le pagaban.
A los 24 años pidió ser admitido como hermano religioso entre los
franciscanos. Al principio le negaron la aceptación por su poca instrucción,
pues apenas había aprendido a leer. Y el único libro que leía era el
devocionario, el cual llevaba siempre mientras pastoreaba sus ovejas y allí le
encantaba leer especialmente las oraciones a Jesús Sacramentado y a la Sma.
Virgen.
Como religioso franciscano sus oficios fueron siempre los más humildes:
portero, cocinero, mandadero, barrendero. Pero su gran especialidad fue siempre
un amor inmenso a Jesús en la Santa Hostia, en la Eucaristía. Durante el día,
cualquier rato que tuviera libre lo empleaba para estarse en la capilla, de
rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús Sacramentado. Por las noches
pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento. Cuando los demás se iban a
dormir, él se quedaba rezando ante el altar. Y por la madrugada, varias horas
antes de que los demás religiosos llegaran a la capilla a orar, ya estaba allí
el hermano Pascual adorando a Nuestro Señor.
Pascual compuso varias oraciones muy hermosas al Santísimo Sacramento y el
sabio Arzobispo San Luis de Rivera al leerlas exclamó admirado: "Estas
almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras
sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios
concede a los humildes".
Sus superiores lo enviaron a Francia a llevar un mensaje. Tenía que
atravesar caminos llenos de protestantes. Un día un hereje le preguntó:
"¿Dónde está Dios?". Y él respondió: "Dios está en el
cielo", y el otro se fue. Pero enseguida el santo fraile se puso a pensar:
"¡Oh, me perdí la ocasión de haber muerto mártir por Nuestro Señor! Si le
hubiera dicho que Dios está en la Santa Hostia en la Eucaristía me habrían
matado y sería mártir. Pero no fui digno de ese honor". Llegado a Francia,
descalzo, con una túnica vieja y remendada, lo rodeó un grupo de protestantes y
lo desafiaron a que les probara que Jesús sí está en la Eucaristía. Y Pascual
que no había hecho estudios y apenas si sabía leer y escribir, habló de tal
manera bien de la presencia de Jesús en la Eucaristía, que los demás no fueron
capaces de contestarle. Lo único que hicieron fue apedrearlo.
Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, entonces sí
se sentía inspirado por el Espíritu Santo y hablaba muy hermosamente. Siempre
estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o
cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario del altar.
Pascual murió en la fiesta de Pentecostés de 1592, el 17 de mayo (la
Iglesia celebra tres pascuas: Pascua de Navidad, Pascua de Resurrección y
Pascua de Pentecostés. Pascua significa: paso de la esclavitud a la libertad).
Y parece que el regalo de Pentecostés que el Espíritu Santo le concedió fue su
inmenso y constante amor por Jesús en la Eucaristía.
Cuando estaba moribundo, en aquel día de Pentecostés, oyó una campana y
preguntó: "¿De qué se trata?". "Es que están en la elevación en
la Santa Misa". "¡Ah que hermoso momento!", y quedó muerto
plácidamente.
Después durante su funeral, tenían el ataúd descubierto, y en el momento de
la elevación de la Santa Hostia en la misa, los presentes vieron con admiración
que abría y cerraba por dos veces sus ojos. Hasta su cadáver quería adorar a
Cristo en la Eucaristía. Los que lo querían ver eran tantos, que su cadáver lo
tuvieron expuesto a la veneración del público por tres días seguidos.
Fue declarado santo en 1690
SAN BERNARDINO DE SIENA. FRANCISCANO
20 DE MAYO
Era muy bien parecido y un día un compañero lo incitó a cometer una acción
impura. Bernardino le respondió dándole una sonora bofetada. Otro día un
estudiante invitó a los compañeros del curso a cometer impurezas y Bernardino
los animó a todos contra el impuro y le lanzaron barro y basura por la cara
hasta hacerlo salir huyendo. Pero en el resto de su vida Bernardino fue siempre
un modelo de amabilidad y bondad.
De joven se afilió a una asociación piadosa llamada "Devotos de
Nuestra Señora" que se dedicaba a hacer obras de caridad con los más
necesitados. Y sucedió que en el año 1400 estalló en Siena la epidemia de tifo
negro. Cada día morían centenares de personas y ya nadie se atrevía a atender
los enfermos ni a sepultar a los muertos, por temor a contagiarse. Entonces
Bernardino y sus compañeros de la asociación se dedicaron a atender a los
apestados. Trabajaban de día y de noche. Bernardino preparaba muy bien a los
que ya se iban a morir, para que murieran en paz con Dios y bien arrepentidos
de sus pecados. Y como por milagro, este grupo de jóvenes se libró del contagio
de la peste del tifo. Pero cuando pasó la enfermedad, Bernardino estaba tan
débil y sin alientos, que estuvo por varios meses postrado en cama, con alta
fiebre. Esto le disminuyó mucho las fuerzas de su cuerpo, pero le sirvió
enormemente para aumentar la santidad de su alma.
Cuando ya recobró otra vez su salud, de vez en cuando se alejaba de casa y
a quienes le preguntaba a dónde se dirigía les respondía: "Voy a visitar a
una personita de la cual estoy enamorado". La gente creía que era que se
iba a casar, pero un día sus tías le siguieron los pasos y se dieron cuenta de
que se iba a una ermita donde había una estatua de la Virgen Santísima y allí
le rezaba con gran fervor.
En el año 1402 entró de religioso franciscano. Lo recibieron en un convento
cercano a su familia, pero como allí iban muchos amigos a visitarlo pidió que
lo enviaran a otro más alejado y donde la disciplina era muy rígida, y así en
el silencio, la oración y la mortificación se fue santificando.
Nuestro santo nació el día de la fiesta del nacimiento de la Santísima
Virgen, el 8 de septiembre. Y en esa misma fecha recibió el bautismo. Y también
un 8 de septiembre recibió el hábito de franciscano y en ese gran día de la
Natividad de Nuestra Señora recibió la ordenación sacerdotal (en 1404). Fue
pues siempre para él muy grata y muy significativa esta santa fecha.
Los primeros 12 años de sacerdocio los pasó Bernardino casi sin ser
conocido de nadie. Vivía retirado, dedicado al estudio y la oración. Dios lo
estaba preparando para su futura misión.
Ni la voz ni las cualidades oratorias le ayudaban a Bernardino para tener
éxito en la predicación. Entonces se dedicó a pedir a Nuestro Señor y a la
Stma. Virgen que lo capacitaran para dedicarse a evangelizar con éxito y de
pronto Dios le envió a predicar. Y esto sucedió de un modo bien singular.
Durante tres días seguidos, estando rezando todos los religiosos por la mañana,
de pronto un joven novicio, sin poder contenerse, interrumpió la oración y le
dijo: "Hermano Bernardino: no ocultes más las cualidades que Dios te ha
dado. Vete a Milán a predicar". Iguales palabras le fueron dichas cada uno
de los tres días. Todos consideraron que esto era una manifestación de la
voluntad de Dios y le aconsejaron que se fuera a la gran ciudad a predicar la
Cuaresma. Y los éxitos fueron impresionantes. Las multitudes empezaron a
asistir en inmensas cantidades a sus sermones. Al principio le costaba mucho
hacerse oír a lo lejos pero le pidió con toda fe a la Virgen Santísima y Ella
le concedió una voz potente y muy sonora (en vez de la voz débil y desagradable
que antes tenía).
Y desde 1418 hasta su muerte, por 26 años Bernardino recorre pueblos,
ciudades y campos predicando de una manera que antes la gente no había
escuchado. Se levantaba a las 4 de la mañana y durante horas y horas preparaba
sus sermones. Y el efecto de cada predicación era un entusiasmarse todos por
Jesucristo y una gran conversión de pecadores. Muchísimos terminaban llorando
de arrepentimiento al escuchar sus palabras. Cuando su voz potentísima gritaba en
medio de la silenciosa multitud: "Temblad tierra entera, al ver que la
criatura se ha atrevido a ofender a su Creador", a las gentes les parecía
que el piso se movía debajo de sus pies y empezaban a llorar con gran
arrepentimiento. Casi siempre tenía que predicar en las plazas y campos porque
en los templos no cabía la gente que deseaba escucharle.
Recorrió todo su país (Italia) a pie, predicando. Cada día predicaba
bastantes horas y varios sermones. A todos y siempre les recomendaba que se
arrepintieran de sus pecados y que hicieran penitencia por su vida mala pasada.
Atacaba sin compasión los vicios y las malas costumbres e invitaba con gran
vehemencia a tener un intenso amor a Jesucristo y la Virgen María.
Por todas partes llevaba y repartía un estandarte con estas tres letras:
JHS (Jesús, Hombre, Salvador) e invitaba a sus oyentes a sentir un gran cariño
por el nombre de Jesús. Donde quiera que San Bernardino predicaba, quedaban
muchos estandartes en palacios y casas con sus tres letras: JHS.
En Polonia predicó contra los juegos de azar y las gentes quemaron todos
los juegos de azar que tenían. Un fabricante de naipes se quejó con el santo
diciéndole que lo había dejado en la ruina, y él aconsejó: "Ahora
dedíquese a imprimir estampas de Jesús". Así lo hizo y consiguió más
dinero que el que había logrado conseguir imprimiendo cartas de naipe.
Los envidiosos lo acusaron ante el Papa diciendo que Bernardino recomendaba
supersticiones. El Papa le prohibió predicar, pero luego lo invitó a Roma y lo
examinó delante de los cardenales y quedó tan conmovido el Sumo Pontífice al
oírle sus predicaciones, que le dio orden para que pudiera predicar por todas
partes.
Durante 80 días predicó en Roma e hizo allí 114 sermones con enorme éxito.
El Papa quiso nombrarlo arzobispo, pero el santo no se atrevió a aceptar.
Entonces lo nombraron superior de los franciscanos, porque era el que más
vocaciones había conseguido para esa comunidad.
Cuando Bernardino entró en la comunidad de franciscanos observantes,
solamente había en Italia 300 de estos religiosos. Cuando él murió ya había más
de 4,000.
Los grandes sacrificios que tenía que hacer para predicar tantas veces y en
tan distintos sitios, y los muchos ayunos y penitencias que hacía, lo fueron
debilitando notoriamente. En su rostro se notaba que era un verdadero
penitente, pero esta misma apariencia de austero y mortificado, le atraía más
la admiración de las gentes. El único lujo que aceptó en sus últimos años, fue
el de un borriquillo, para no tener que hacer a pie todos sus largos viajes.
Era tal su deseo de progresar en el arte de la elocuencia y del buen
predicar, que donde quiera que sabía que había un buen predicador, se iba a
escucharlo y aún ya lleno de años, se sentaba como simple discípulo para
escuchar las clases de los maestros afamados que enseñaban cómo hablar bien en
público.
Y acompañaba sus predicaciones con admirables milagros y prodigios.
En su ciudad natal, Siena, había muchas divisiones y peleas. Se fue allá y
predicó 45 sermones que devolvieron la paz a toda esa región. Uno de los
oyentes logró copiar esos sermones y se conservan como una verdadera joya de la
elocuencia sagrada, donde se combinan la teología con los consejos prácticos y
la agradabilidad con la profundidad. Verdaderamente Bernardino era un gran
maestro de oratoria.
En 1444, mientras viajaba por los pueblos predicando, con muy poca salud
pero con un inmenso entusiasmo, se sintió muy débil y al llegar al convento de
los franciscanos en Aquila, murió santamente el 20 de mayo.
En su sepulcro se obraron numerosos milagros y el Papa Nicolás V ante la
petición de todo el pueblo, lo declaró santo en 1450 a los 6 años de haber
muerto.
SANTA MARIA MAGDALENA DE PAZZI
25 DE MAYO
Nació en Florencia, Italia, en el año 1556. Perteneció a la familia de los
Pazzi, familia que dio a la nación famosos políticos y militares y a la Iglesia
Católica una de sus más grandes santas.
Mostró desde muy niña inclinación por la vida religiosa por lo que ingresó
al convento de las Carmelitas. Hizo sus tres votos o juramentos de pobreza,
castidad y obediencia antes que las demás novicias, porque le llegó una grave
enfermedad que la llevó casi a la muerte.
Cuando la transportaban a la enfermería después de hacer sus tres votos,
Magdalena tuvo su primer éxtasis que le duró más de una hora. Su rostro
apareció ardiente, y deshecha en lágrimas sollozaba y repetía: "Oh amor de
Dios que no eres conocido ni amado: ¡cuán ofendido estás!". En los siguientes
cuarenta días tuvo inmensas consolaciones espirituales y recibió gracias
extraordinarias.
Desde entonces fue creciendo sin cesar su deseo de sufrir por Cristo y por
la conversión de los pecadores. A una religiosa que le preguntaba cómo podía
soportar sus dolores sin proferir ni una sola palabra de impaciencia, le
respondió: "Pensando y meditando en los sufrimientos que Jesucristo
padeció en su santísima Pasión y muerte. Quien mira las heridas de Jesús
crucificado y medita en sus dolores, adquiere un gran valor para sufrir sin
impacientarse y todo por amor a Dios".
En medio de su éxtasis, abrazando su crucifijo, con rostro brillante
exclamaba: "Oh Jesús mío, concédeme palabras eficaces para convencer al
mundo de que tu amor es grande y verdadero y que nuestro egoísmo es engañoso y
tramposo".
Le aparecieron en las manos y en los pies, los estigmas o heridas de Cristo
Crucificado. Le producían dolores muy intensos, pero ella se entusiasmaba al
poder sufrir más y más por hacer que Cristo fuera más amado y más obedecido y
por obtener que más almas se salvarán.
Tres religiosas, encargadas por el director espiritual, escribían lo que la
santa iba diciendo, especialmente durante sus éxtasis. Estas revelaciones se
publicaron en un libro titulado "Contemplaciones", el cual llegó a
ser un verdadero tratado de teología mística.
Además de los dolores físicos le llegó lo que los santos llaman "La
noche oscura del alma". Una cantidad impresionante de tentaciones impuras,
sentimientos de tristeza y desgano espiritual, falta de confianza y de alegría.
Sufría de violentos dolores de cabeza y se paralizaba frecuentemente. La piel
se le volvía tan sensible que el más leve contacto le producía una verdadera
tortura.
El 25 de mayo del año 1607, al morir quedó bella y sonrosada. Tenía apenas
41 años. Su cuerpo se conserva todavía incorrupto en el convento carmelita de
Florencia donde vivió.
SAN FELIPE NERI
26 DE MAYO
Habiendo quedado huérfano de madre, lo envió su padre a casa de un tío muy
rico, el cual planeaba dejarlo heredero de todos sus bienes. Pero allá Felipe
se dio cuenta de que las riquezas le podían impedir el dedicarse a Dios, y un
día tuvo lo que él llamó su primera "conversión". Y consistió en que
se alejó de la casa del riquísimo tío y se fue para Roma llevando únicamente la
ropa que llevaba puesta. En adelante quería confiar solamente en Dios y no en
riquezas o familiares pudientes.
Al llegar a Roma se hospedó en casa de un paisano suyo de Florencia, el
cual le cedió una piecita debajo de una escalera y se comprometió a ofrecerle
una comida al día si él les daba clases a sus hijos. La habitación de Felipe no
tenía sino la cama y una sencilla mesa. Su alimentación consistía en una sola
comida al día: un pan, un vaso de agua y unas aceitunas. El propietario de la
casa, declaraba que desde que Felipe les daba clases a sus hijos, estos se
comportaban como ángeles.
Los dos primeros años Felipe se ocupaba casi únicamente en leer, rezar,
hacer penitencia y meditar. Por otros tres años estuvo haciendo estudios de
filosofía y de teología.
Pero luego por inspiración de Dios se dedicó por completo a enseñar
catecismo a las gentes pobres. Roma estaba en un estado de ignorancia religiosa
espantable y la corrupción de costumbres era impresionante. Por 40 años Felipe
será el mejor catequista de Roma y logrará transformar la ciudad.
Felipe había recibido de Dios el don de la alegría y de amabilidad. Como
era tan simpático en su modo de tratar a la gente, fácilmente se hacía amigo de
obreros, de empleados, de vendedores y niños de la calle y empezaba a hablarles
del alma, de Dios y de la salvación. Una de sus preguntas más frecuentes era
esta: "amigo ¿y cuándo vamos a empezar a volvernos mejores?".
Si la persona le demostraba buena voluntad, le explicaba los modos más fáciles
para llegar a ser más piadosos y para comenzar a portarse como Dios quiere.
A aquellas personas que le demostraban mayores deseos de progresar en
santidad, las llevaba de vez en cuando a atender enfermos en hospitales de
caridad, que en ese tiempo eran pobrísimos y muy abandonados y necesitados de
todo.
Otra de sus prácticas era llevar a las personas que deseaban empezar una
vida nueva, a visitar en devota procesión los siete templos principales de Roma
y en cada uno dedicarse un buen rato a orar y meditar. Y así con la caridad
para los pobres y con la oración lograba transformar a muchísima gente.
Desde la mañana hasta el anochecer estaba enseñando catecismo a los niños,
visitando y atendiendo enfermos en los hospitales, y llevando grupos de gentes
a las iglesias a rezar y meditar. Pero al anochecer se retiraba a algún sitio
solitario a orar y a meditar en lo que Dios ha hecho por nosotros. Muchas veces
pasó la noche entera rezando. Le encantaba irse a rezar en las puertas de los
templos o en las catacumbas o grandes cuevas subterráneas de Roma donde están
encerrados los antiguos mártires.
Lo que más pedía Felipe al cielo era que se le concediera un gran amor
hacia Dios. Y la vigilia de la fiesta de Pentecostés, estando aquella noche
rezando con gran fe, pidiendo a Dios el poder amarlo con todo su corazón, éste
se creció y se le saltaron dos costillas. Felipe entusiasmado y casi muerto de
la emoción exclamaba: "¡Basta Señor, basta! ¡Que me vas a matar de
tanta alegría!". En adelante nuestro santo experimentaba tan grandes
accesos de amor a Dios que todo su cuerpo de estremecía, y en pleno invierno
tenía que abrir su camisa y descubrirse el pecho para mitigar un poco el fuego
de amor que sentía hacia Nuestro Señor. Cuando lo fueron a enterrar notaron que
tenía dos costillas saltadas y que estas se habían arqueado para darle puesto a
su corazón que se había ensanchado notablemente.
En 1458 fundó con los más fervorosos de sus seguidores una cofradía o
hermandad para socorrer a los pobres y para dedicarse a orar y meditar. Con ellos
fundó un gran hospital llamado "De la Santísima Trinidad y los
peregrinos", y allá durante el Año del Jubileo en 1757, atendieron a
145,000 peregrinos. Con las gentes que lo seguían fue propagando por toda Roma
la costumbre de las "40 horas", que consistía en colocar en el altar
principal de cada templo la Santa Hostia, bien visible, y dedicarse durante 40
horas a adorar a Cristo Sacramentado, turnándose las personas devotas en esta
adoración.
A los 34 años todavía era un simple seglar. Pero a su confesor le pareció
que haría inmenso bien si se ordenaba de sacerdote y como había hecho ya los
estudios necesarios, aunque él se sentía totalmente indigno, fue ordenado de
sacerdote, en el año 1551.
Y apareció entonces en Felipe otro carisma o regalo generoso de Dios: su
gran don de saber confesar muy bien. Ahora pasaba horas y horas en el
confesionario y sus penitentes de todas las clases sociales cambiaban como por
milagro. Leía en las conciencias los pecados más ocultos y obtenía
impresionantes conversiones. Con grupos de personas que se habían confesado con
él, se iba a las iglesias en procesión a orar, como penitencia por los pecados
y a escuchar predicaciones. Así la conversión era más completa.
San Felipe quería irse de misionero al Asia pero su director espiritual le
dijo que debía dedicarse a misionar en Roma. Entonces se reunió con un grupo de
sacerdotes y formó una asociación llamada el "Oratorio", porque
hacían sonar una campana para llamar a las gentes a que llegaran a orar. El
santo les redactó a sus sacerdotes un sencillo reglamento y así nació la
comunidad religiosa llamada de Padres Oratorianos o Filipenses. Esta
congregación fue aprobada por el Papa en 1575 y ayudada por San Carlos
Borromeo.
San Felipe tuvo siempre el don de la alegría. Donde quiera que él llegaba
se formaba un ambiente de fiesta y buen humor. Y a veces para ocultar los dones
y cualidades sobrenaturales que había recibido del cielo, se hacía el medio
payaso y hasta exageraba un poco sus chistes y chanzas. Las gentes se reían de buena
gana y aunque a algunos muy seriotes les parecía que él debería ser un poco más
serio, el santo lograba así que no lo tuvieran en fama de ser gran santo
(aunque sí lo era de verdad).
En su casa de Roma reunía centenares de niños desamparados para educarlos y
volverlos buenos cristianos. Estos muchachos hacían un ruido ensordecedor, y
algunos educadores los regañaban fuertemente. Pero San Felipe les decía:
"Haced todo el ruido que queráis, que a mí lo único que me interesa es que
no ofendáis a Nuestro Señor. Lo importante es que no pequéis. Lo demás no me
disgusta". Esta frase la repetirá después un gran imitador suyo, San Juan
Bosco.
Una vez tuvo un ataque fortísimo de vesícula. El médico vino a hacerle un
tratamiento, pero de pronto el santo exclamó: "Por favor háganse a un lado
que ha venido Nuestra Señora la Virgen María a curarme". Y quedó sanado
inmediatamente. A varios enfermos los curó al imponerles las manos. A muchos
les anunció lo que les iba a suceder en el futuro. En la oración le venían los
éxtasis y se quedaba sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Muchas
personas vieron que su rostro se llenaba de luces y resplandores mientras
rezaba o mientras celebraba la Santa Misa. Y a pesar de todo esto se mantenía
inmensamente humilde y se consideraba el último de todos y el más indigno
pecador.
Los últimos años los dedicó a dar dirección espiritual. El Espíritu Santo
le concedió el don de saber aconsejar muy bien, y aunque estaba muy débil de
salud y no podía salir de su cuarto, por allí pasaban todos los días numerosas
personas. Los Cardenales de Roma, obispos, sacerdotes, monjas, obreros,
estudiantes, ricos y pobres, jóvenes y viejos, todos querían pedirle un sabio
consejo y volvían a sus casas llenos de paz y de deseos de ser mejores. Decían
que toda Roma pasaba por su habitación.
Empezó a sentir tales fervores y tan grandes éxtasis en la Santa Misa,
después de la consagración, que el que le acolitaba, se iba después de la
elevación y volvía dos horas después y alcanzaba a llegar para el final de la
misa.
El 25 de mayo de 1595 su médico lo vio tan extraordinariamente contento que
le dijo: "Padre, jamás lo había encontrado tan alegre", y él le
respondió: "Me alegré cuando me dijeron: vayamos a la casa del
Señor". A la media noche le dio un ataque y levantando la mano para
bendecir a sus sacerdotes que lo rodeaban, expiró dulcemente. Tenía 80 años.
El Papa lo declaró santo en el año 1622 y las gentes de
Roma lo consideraron como a su mejor catequista y director espiritual.
SAN AGUSTÍN DE CANTORBURY, OBISPO
27 DE MAYO
Agustín de Canterbury es considerado uno de los más grandes
evangelizadores, al lado de San Patricio de Irlanda y San Bonifacio en
Alemania. Tiene el gran mérito de haber dirigido la evangelización de
Inglaterra.
Era superior del convento benedictino de Roma, cuando el Sumo Pontífice San
Gregorio Magno se le ocurrió en el año 596 tratar de evangelizar a la isla de
Inglaterra que era pagana. Conociendo el espíritu generoso y emprendedor de
Agustín, que no se acobardaba ante ninguna dificultad, y además sus grandes
virtudes, el Papa lo envió con 39 monjes más a tratar de convertir a esos
paganos sajones.
Y sucedió que al llegar Agustín y sus 39 compañeros a la costa, donde se
tomaba la embarcación para llegar a Inglaterra, allí les contaron terribles
barbaridades acerca de los habitantes de esa isla, y los otros misioneros
sintieron mucho miedo y enviaron al santo a que fuera a Roma a contarle al
Pontífice lo peligroso que era esto que iban a emprender. Agustín fue a hablar
con el Papa, pero san Gregorio lo animó de tal manera, recordándole que Dios
les concedería la buena voluntad de aquellas gentes, que ya desde entonces
Agustín no se dejó desanimar por los temores.
En Inglaterra mandaba el rey Etelberto que tenía una esposa muy santa (que
después se llamó Santa Berta) y el primer regalo que Dios les concedió a los
nuevos misioneros fue darles la buena voluntad del rey. Este los recibió muy
cariñosamente y les pidió que le enseñaran la religión, y tanto le agradó que
pronto se hizo bautizar y les regaló su palacio real para que les sirviera de
convento a los misioneros y les dio un templo en Canterbury para que allí
enseñaran. Y en ese sitio está ahora la más famosa catedral de Inglaterra: la
Catedral de Canterbury.
El rey dejó en libertad a los súbditos para que escogieran la religión que
quisieran, pero les recomendó que se instruyeran en la religión de Jesucristo y
tanto les agradaron a aquellas gentes las enseñanzas de Agustín y sus monjes,
que en la Navidad del año 597 se hicieron bautizar 10,000 ingleses y entre los
nuevos bautizados estaban los que ocupaban los cargos más importantes de la
nación.
Agustín envió a dos de sus mejores monjes a Roma a contarle al Sumo
Pontífice tan hermosas noticias, y el Papa en cambió le envió el nombramiento
de arzobispo, y otro buen grupo de misioneros, y cálices y libros para las
celebraciones y muchas imágenes religiosas que a esas gentes recién convertidas
les agradaban en extremo. San Gregorio se alegró muchísimo ante noticias tan
consoladoras, y le recomendó a San Agustín un simpático plan de trabajo.
San Gregorio, sabiendo que la principal virtud del obispo Agustín era la
docilidad a sus superiores, le envió las siguientes recomendaciones 1º. No
destruir los templos de los paganos, sino convertirlos en templos cristianos.
2º. No acabar con todas las fiestas de los paganos, sino convertirlas en
fiestas cristianas. Por ejemplo ellos celebraban las fiestas de sus ídolos con
grandes banquetes en los cuales participaban todos. Pues hacer esos banquetes,
pero en honor de los mártires y santos. 3º. Dividir el país en tres diócesis:
Canterbury, Londres y York.
Nuestro santo cumplió exactamente estas recomendaciones, que le produjeron
muy buenos resultados. Y fue nombrado por el Papa, jefe de toda la Iglesia
Católica de Inglaterra (Arzobispo Primado). En las reuniones sobresalía entre
todos por su gran estatura y por su presencia muy venerable que infundía
respeto y admiración.
San Agustín escribía frecuentemente desde Inglaterra al Papa San Gregorio a
Roma pidiéndole consejos en muchos casos importantes, y el Sumo Pontífice le
escribía ciertas advertencias muy prácticas como estas: "Dios le ha
concedido el don de hacer milagros, y le ha dejado el inmenso honor de
convertir a muchísimos paganos al cristianismo, y de que las gentes lo quieran
y lo estimen mucho. Pero cuidado, mi amigo, que esto no le vaya a producir
orgullo. Alégrese de haber recibido estos regalos del buen Dios, pero tenga
temor de no aprovecharlos debidamente. Consuélese al ver que con los milagros y
la predicación logra que tantos paganos se vuelvan cristianos católicos, pero
no vaya a creerse mejor que los demás, porque entonces le estaría robando a
Dios el honor y la gloria que sólo El se merece. Hay muchos que son muy santos
y no hacen milagros ni hablan hermosamente. Así que no hay que llenarse de
orgullo por haber recibido estas cualidades, sino alegrarse mucho al ver que
Dios es más amado y más glorificado por las gentes". Mucho le sirvieron a
Agustín estos consejos para mantenerse humilde.
Después de haber trabajado por varios años con todas las fuerzas de su alma
por convertir al cristianismo el mayor número posible de ingleses, y por
organizar de la mejor manera que pudo, la Iglesia Católica en Inglaterra, San
Agustín de Canterbury murió santamente el 26 de mayo del año 605. Y un día como
hoy fue su
entierro y funeral. Desde entonces ha gozado de gran fama de santidad en esa
nación y en muchas partes más.
SAN FERNANDO III, REY
TERCERA ORDEN FRANCISCANA
30 DE MAYO
El 30 de mayo se celebra la Fiesta del rey San Fernando III, patrón de
España, quien antes de morir recibió el Viático en el suelo y diciendo: “Señor,
desnudo salí del vientre de mi madre, la tierra, y desnudo me ofrezco a ella.
Señor, recibe mi alma entre tus siervos”.
San Fernando nació en la actual España en 1198. En su reinado unió los
reinos de León y Castilla, lo que favoreció de manera más efectiva a los
cristianos en la lucha contra los musulmanes que ocupaban gran parte de la
Península Ibérica.
Liberó Córdoba, Murcia, Jaén, Cádiz y Sevilla, siendo afortunado en la
guerra, moderado en la paz, piadoso con Dios y preocupado por sus súbditos. El
rey se consideraba siervo de la Virgen María y creía que el reino al que todo
tenía que someterse es el Reino de Dios.
Fundó las universidades de Salamanca, Palencia y Valladolid. Inició las
construcciones de las catedrales de León, Toledo y Burgos. En esta última puso
la primera piedra. Perteneció a la Tercera Orden de San Francisco, llevaba
siempre consigo una imagen de la Virgen y llegó a hacer penitencia pública.
Se casó dos veces. La primera vez con Beatriz de Suabia que le dio diez
hijos. Luego de enviudar contrajo matrimonio con Maria de Potieu, con quien
tuvo cinco hijos. Su hijo mayor, Alfonso X, fue conocido como Alfonso el Sabio.
Mientras que su hija Eleanor fue esposa de Eduardo I de Inglaterra.
Partió a la Casa del Padre el 30 de mayo de 1252 y fue canonizado en 1671
por el Papa Clemente X. Es patrono de varias instituciones españolas y
protector de cautivos, desvalidos y gobernantes. Es patrón de España junto al
apóstol Santiago.
VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARIA
31 DE MAYO
Luego
que María Santísima oyó del ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba
un hijo, sintióse iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a
visitar a aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del
Hijo de Dios que se había encarnado en Ella. San Ambrosio anota que fue María
la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la que
siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.
Por
medio de la visita de María llevó Jesús a aquel hogar muchos favores y gracias:
el Espíritu Santo a Isabel, la alegría a Juan, el don de Profecía, etc, los
cuales constituyen los primeros favores que nosotros conocemos que haya hecho
en la tierra el Hijo de Dios encarnado. San Bernardo señala aquí que desde
entonces María quedó constituida como un "Canal inmenso" por medio
del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables
de gracias, favores y bendiciones.
Además,
nuestra Madre María recibió el mensaje más importante que Dios ha enviado a la
tierra: el de la Encarnación del Redentor en el mundo, y en seguida se fue a
prestar servicios humildes a su prima Isabel. No fue como reina y señora sino
como sierva humilde y fraterna, siempre dispuesta a atender a todos que la
necesitan.
Este
fue el primero de los numerosos viajes de María a ayudar a los demás. Hasta el
final de la vida en el mundo, Ella estará siempre viajando para prestar
auxilios a quienes lo estén necesitando. También fue la primera marcha
misionera de María, ya que ella fue a llevar a Jesús a que bendijera a otros,
obra de amor que sigue realizando a cada día y cada hora. Finalmente, Jesús
empleó a su Madre para santificar a Juan Bautista y ahora ella sigue siendo el
medio por el cual Jesús nos santifica a cada uno de nosotros que somos también
hijos de su Santa Madre.