SAN JUSTINO, MÁRTIR
1 DE JUNIO
“La
oración y la acción de gracias son lo que más agrada a Dios"
San
Justino nació alrededor del año 100, en la antigua Siquem, en Samaria (ciudad
que en su tiempo se llamaba Naplus). Sus padres eran paganos, de origen griego,
y le dieron una excelente educación, instruyéndolo lo mejor posible en
filosofía, literatura e historia.
En
sus libros, sobre todo "Diálogo con el Judío Tifón" nos cuenta que
tuvo un largo camino filosófico de búsqueda de la verdad,luego del cual, llegó
a la fe cristiana. Fundó una escuela en Roma, donde enseñaba gratuitamente a
los alumnos en la nueva religión, considerada como la verdadera filosofía. En
ella, de hecho, había encontrado la verdad y por tanto el arte de vivir de
manera recta. Por este motivo fue denunciado y fue decapitado en torno al año
165, bajo el reino de Marco Aurelio, el emperador filósofo a quien Justino
había dirigido su «Apología».
Justino
y su obras demuestran cómo la Iglesia celebraba el culto desde sus inicios. Las
actas que se conservan acerca del martirio de Justino son uno de los documentos
más impresionantes que se conservan de la antigüedad. Justino es llevado ante
el alcalde de Roma, y empieza entre los dos un diálogo emocionante:
Alcalde.
¿Cuál es su especialidad? ¿En qué se ha especializado?
Justino.
Durante mis primero treinta años me dediqué a estudiar filosofía, historia y
literatura. Pero cuando conocí la doctrina de Jesucristo me dediqué por
completo a tratar de convencer a otros de que el cristianismo es la mejor
religión.
Alcalde.
Loco debe de estar para seguir semejante religión, siendo Ud. tan sabio.
Justino.
Ignorante fui cuando no conocía esta santa religión. Pero el cristianismo me ha
proporcionado la verdad que no había encontrado en ninguna otra religión.
Alcalde.
¿Y qué es lo que enseña esa religión?
Justino.
La religión cristiana enseña que hay uno solo Dios y Padre de todos nosotros,
que ha creado los cielos y la tierra y todo lo que existe. Y que su Hijo
Jesucristo, Dios como el Padre, se ha hecho hombre por salvarnos a todos.
Nuestra religión enseña que Dios está en todas partes observando a los buenos y
a los malos y que pagará a cada uno según haya sido su conducta.
Alcalde.
¿Y Usted persiste en declarar públicamente que es cristiano?
Justino.
Sí declaro públicamente que soy un seguidor de Jesucristo y quiero serlo hasta
la muerte.
El
alcalde pregunta luego a los amigos de Justino si ellos también se declaran
cristianos y todos proclaman que sí, que prefieren morir antes que dejar de ser
amigos de Cristo.
Alcalde.
Y si yo lo mando torturar y ordeno que le corten la cabeza, Ud. que es tan
elocuente y tan instruido ¿cree que se irá al cielo?
Justino.
No solamente lo creo, sino que estoy totalmente seguro de que si muero por
Cristo y cumplo sus mandamientos tendré la Vida Eterna y gozaré para siempre en
el cielo.
Alcalde.
Por última vez le mando: acérquese y ofrezca incienso a los dioses. Y si no lo
hace lo mandaré a torturar atrozmente y haré que le corten la cabeza.
Justino.
Ningún cristiano que sea prudente va a cometer el tremendo error de dejar su
santa religión por quemar incienso a falsos dioses. Nada más honroso para mí y
para mis compañeros, y nada que más deseemos, que ofrecer nuestra vida en
sacrificio por proclamar el amor que sentimos por Nuestro Señor Jesucristo.
Los
otros cristianos gritaron que ellos estaban totalmente de acuerdo con lo que
Justino acababa de decir.
Justino
y sus compañeros, cinco hombres y una mujer, fueron azotados cruelmente, y
luego les cortaron la cabeza.
Y
el antiguo documento termina con estas palabras: "Algunos fieles recogieron
en secreto los cadáveres de los siete mártires, y les dieron sepultura, y se
alegraron que les hubiera concedido tanto valor, Nuestro Señor Jesucristo a
quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amen".
SAN MARCELINO Y PEDRO
2 DE JUNIO
Marcelino
y Pedro se encuentran entre los Santos romanos que se conmemoran diariamente en
el canon de la Misa. Marcelino era sacerdote en Roma durante el reinado de
Diocleciano, mientras que Pedro según se afirma, ejercía el exorcismo. Uno de
los relatos que habla de la "pasión" de estos mártires, cuenta que
fueron aprehendidos y arrojados a la prisión, donde mostraron un celo
extraordinario en alentar a los fieles cautivos y catequizar a los paganos.
Marcelino y Pedro, fueron condenados a muerte por el magistrado Sereno o
Severo, quien ordenó que se les condujera en secreto a un bosque llamado Selva
Negra para que nadie supiera el lugar de su sepultura.
Allí
se les cortó la cabeza. Sin embargo, el secreto se divulgó, tal vez por el
mismo verdugo que posteriormente se convirtió al Cristianismo. Dos piadosas
mujeres exhumaron los cadáveres y les dieron correcta sepultura en la catacumba
de San Tiburcio, sobre la Vía Lavicana. El emperador Constantino mandó edificar
una Iglesia sobre la tumba de los mártires, y quiso que en ese sitio fuera sepultada
su madre Santa Elena en el año 827.
El
Papa Gregorio IV donó los restos de estos Santos a Eginhard, hombre de
confianza de Carlomagno, para que las reliquias fueran veneradas. Finalmente,
los cuerpos de los mártires descansaron en el monasterio de Selingestadt, a
unos 22 km. de Francfort. Durante esta traslación, cuentan algunos relatos,
ocurrieron numerosos milagros.
Las
personas oraban: "Marcelino y Pedro poderosos protectores, escuchad
nuestros clamores".
SANTOS CARLOS LWANGA, JOSE MKASA
Y SUS COMPAÑEROS
3 DE JUNIO
Los
Padres Blancos evangelizaron en África en el siglo XIX. Los primeros conversos
instruyeron y guiaron a los más nuevos creciendo la comunidad rápidamente.
Inicialmente no había problemas con el rey pero al ver que interfería en su
estilo de vida y modo de gobierno comenzaron las represalias.
José
Mkasa era el lider de la comunidad católica, quien tenía a su cargo una
comunidad de 200 miembros.
El
rey mandó a que mataran a José, mientras sus verdugos le amarraban las manos,
él les dijo: "Un Cristiano que entrega su vida por Dios no tiene miedo de
morir". Lo quemaron el 15 de Noviembre de 1885.
Los
cristianos lejos de atemorizarse, continuaron con sus actividades. Carlos
Lwanga, favorito del rey, reemplazó a José como jefe de la comunidad cristiana.
Sus oraciones lograron que el rey desistiera de las persecuciones por seis
meses.
En
mayo del año siguiente, estalló la tempestad. Los cristianos fueron capturados
y llamados ante el rey. Este les preguntó si tenían la intención de seguir
siendo cristianos, "!Hasta la muerte!", respondieron ellos al
unísono. El rey ordenó que la ejecución se haga en un lugar llamado Namugongo,
a 60 kms de distancia. Uno de los jóvenes era el hijo del verdugo. Éste le rogó
para que se escapara, pero no fue aceptada su propuesta. A tres de los jóvenes
mártires se les quitó la vida cuando iban por el camino; los restantes fueron
encerrados por siete días en la prisión de Namugongo, bajo condiciones
infrahumanas.
El
3 de junio de 1886, día de la Ascensión, fueron sacados de la prisión;
envueltos en unos juncos y, ordenados en fila, se les prendió fuego. Al hijo
del verdugo le dieron un golpe en la cabeza para que no sufriera al ser
quemado. Murieron proclamando el nombre de Jesús y diciendo: "Pueden
quemar nuestros cuerpos pero no pueden dañar nuestras almas".
Carlos
Lwanga (21 años), Andrés Kagwa, y otros veinte jóvenes fueron beatificados el 6
de Junio de 1920 por el Papa Benito XV.
Ésto
fue lo que escribió para su beatificación:
"Quién
fue el que primero introdujo en Africa la fe cristiana se disputa aún; pero
consta que ya antes de la misma edad apostólica floreció allí la religión, y
Tertuliano nos describe de tal manera la vida pura que los cristianos africanos
llevaban, que conmueve el ánimo de sus lectores. Y en verdad que aquella región
a ninguna parecía ceder en varones ilustres y en abundancia de mártires. Entre
éstos agrada conmemorar los mártires scilitanos, que en Cartago, siendo
procónsul Publio Vigellio Saturnino, derramaron su sangre por Cristo, de las
preguntas escritas para el juicio, que hoy felizmente se conservan, se deduce
con qué constancia, con qué generosa sencillez de ánimo respondieron al
procónsul y profesaron su fe. Justo es también recordar los Potamios,
Perpetuas, Felicidades, Ciprianos y "muchos hermanos mártires" que
las Actas enumeran de manera general, aparte de los mártires aticenses,
conocidos también con el nombre de "masas cándidas", o porque fueron
quemados con cal viva, como narra Aurelio Prudencio en su himno XIII, o por el
fulgor de su causa, como parece opinar Agustín. Pero poco después, primero los
herejes, después los vándalos, por último los mahometanos, de tal manera
devastaron y asolaron el África cristiana que la que tantos ínclitos héroes
ofreciera a Cristo, la que se gloriaba de más de trescientas sedes episcopales
y había congregado tantos concilios para defender la fe y la disciplina, ella,
perdido el sentido cristiano, se viera privada gradualmente de casi toda su
humanidad y volviera a la barbarie."
El
18 de octubre de 1964, el Papa Pablo VI canonizó a los 22 mártires de Uganda.
SAN BONIFACIO, ARZOBISPO DE MÁINZ, MÁRTIR
5 DE JUNIO
LLamado
el "Apóstol de Alemania" por haber evangelizado sistemáticamente las
grandes regiones centrales, por haber fundado y organizado iglesias y por haber
creado una jerarquía bajo la jurisdicción directa de la Santa Sede. Sus dones
de misionero y reformador generaron importantes frutos.
Winfrido
(su nombre de bautizo) nació en el año 680 en Wessex - Inglaterra. Se trasladó
de muy joven a la abadía de Nursling, en la diócesis de Winchester, donde se le
nombró director de la escuela. Ahí escribió la primera gramática latina que se
haya hecho en Inglaterra.
A
la edad de 30 años recibió las órdenes sacerdotales y se dedicó al estudio de
la Biblia. En el año 718 el Papa San Gregorio II otorgó a Winfrido un mandato
directo para llevar la Palabra de Dios a los herejes en general. Éste lo
escuchó complacido y le dijo: "Soldado de Cristo, te llamarás
Bonifacio". Este nombre significa "bienhechor". El Santo partió
inmediatamente con destino a Alemania, cruzó los Alpes, atravesó Baviera y llegó
al Hesse.
En
poco tiempo, pudo enviar a la Santa Sede un informe tan satisfactorio que el
Papa hizo venir al misionero con miras a confiarle el obispado. El día de San
Andrés del año 722, fue consagrado obispo regional con jurisdicción general
sobre Alemania. Bonifacio regresó a Hesse y como primera medida, se propuso
arrancar de raíz las supersticiones paganas que eran el principal obstáculo
para la evangelización.
En
el año 731, el Papa Gregorio III, sucesor de Gregorio II, mandó a San Bonifacio
el nombramiento de metropolitano para toda Alemania más allá del Rhin, con
autoridad para crear obispados donde lo creyera conveniente. En su tercer viaje
a Roma fue nombrado también delegado de la Sede Apostólica. San Bonifacio y su
discípulo San Sturmi fundaron en el año de 741 la abadía de Fulda, que con el
tiempo se convirtió en el Monte Cassino de Alemania.
El
5 de Junio del año 754, cuando el Santo se disponía a realizar una confirmación
en masa, en la víspera de Pentecostés, apareció una horda de paganos hostiles
que atacó al grupo brutalmente con lanzas y espadas."Dios salvará nuestras
almas" se escuchó gritar a Bonifacio y alzó el evangelio a modo de
protección. La espada partió el libro y la espada del Santo.
El
cuerpo del Santo fue trasladado al monasterio de Fulda, donde aún reposa
SAN NORBERTO,
ARZOBISPO DE MAGDEBURGO, FUNDADOR
6 DE JUNIO
Nació
en Xanten y desde joven abrazó la vida religiosa, recibiendo las órdenes
menores, incluyendo el subdiaconato. Fue convertido cuando caminando por un
sendero un rayo asustó a su caballo e hizo que lo derribara al suelo, dejándolo
sin conocimiento por más de una hora. Lo primero que dijo al volver en sí,
fueron las palabras de San Pablo: "¿Señor, que quieres que yo haga?"
y por respuesta oyó las palabras del salmo 37: "Apártate del mal y haz el
bien". La conversión fue tan repentina y tan completa como la del apóstol
Pablo; se retiró a una casa de oración a meditar y a hacer penitencia y se puso
bajo la dirección de un santo director espiritual. Después de hacer los debidos
estudios fue ordenado sacerdote en el año 1115.
Uno
de sus propósitos fue cumplir y seguir fielmente el Evangelio, y difundirlo por
todo el mundo. El Pontífice Gelasio II le concedió licencia para predicar por
todos los paises, fundando una comunidad en una zona desértica llamada
"Premonstré".
Los
monjes, con el santo a la cabeza, se dedicaron a vivir el Evangelio lo mejor
posible, y pronto San Norberto tuvo nueve conventos en diversas partes del
país. El Papa Honorio II aprobó la nueva comunidad, la cual se extendió por
varios países.
Fue
nombrado Arzobispo de Magdeburgo, y San Norberto se dedicó con todas sus
energías a poner orden en su arquidiócesis, ya que muchos laicos se estaban
apoderando de los bienes de la Iglesia y algunos sacerdotes no tenían el debido
comportamiento. Sus reformas tuvieron una fuerte oposición. Le inventaron toda
clase de calumnias y trataron de levantar al pueblo en su contra. Dos o tres
veces el santo obispo estuvo a punto de ser asesinado. La rebelión llegó a tal
extremo que San Norberto tuvo que salirse de Magdeburgo, pero entonces
empezaron a suceder tan terribles males en la ciudad, que los ciudadanos fueron
a pedirle que regresara y le prometieron ser más obedientes a sus mandatos e
instrucciones. A los pocos años, en el clero se notaba ya un cambio muy consolador
y un gran progreso en el fervor y en las buenas costumbres.
En
Roma, los enemigos del Papa Inocencio II eligieron un antipapa, llamado
Anacleto, expulsando a Inocencio II de la ciudad eterna. San Norberto convenció
al emperador Lotario para que con un gran ejército, fuera a Italia a defender
al Pontífice, el cual sin ayuda militar del exterior no podía entrar a Roma. El
emperador Lotario, por influencia de nuestro santo, se dirigió con su ejército
hacia Italia y en mayo del año 1133 entró a Roma, acompañado de San Norberto y
de San Bernardo, y posesionó de nuevo al Pontífice.
Terminada
esta su última gran acción, el santo se sintió ya sin fuerzas; en 20 años de
episcopado había hecho un trabajo como de sesenta años. Murió en Magdeburgo, el
6 de junio de 1134, a los 53 años.
SAN MARCELINO CHAMPAGNAT
6 DE JUNIO
Marcelino
Champagnat, sacerdote francés que fundó la congregación de los Hermanos
Maristas. Nació el año 1789, el mismo año de la Revolución Francesa, en Rosey
al sur de Lyon. Sus padres, Juan Bautista y María Teresa, tuvieron 10 hijos,
Marcelino fue el noveno. Durante su infancia, trabajó en casa: su familia
poseía una pequeña granja y un molino. A los diez años comenzó a ir a la
escuela, pero a los pocos días se desanimó y no volvió. A los catorce años,
pasó por su casa un buen sacerdote que iba "reclutando" jóvenes para
el seminario; se fijó en Marcelino y le animó: "Tienes que estudiar para
ser sacerdote. Dios lo quiere." Y Marcelino se decidió.
Ingresó
en el Seminario menor y comenzó sus estudios ... con muchos problemas: Como no
había ido a la escuela, apenas sabía leer y escribir. Suspendió el primer curso
y "le invitaron" a quedarse en su casa ... Pero Marcelino no se
desanimó y continuó estudiando. Después de muchos esfuerzos, fue pasando los
cursos y pasó al Seminario mayor, en Lyon. Tenía ya 24 años. Allí, junto con
otros seminaristas compañeros de estudios, empezó a madurar la idea de fundar
una congregación de Hermanos, dedicados a la enseñanza y a la catequesis de los
niños. Tres años después fue ordenado sacerdote y lo destinaron a La Valla. En
el pueblo los niños no tenían escuela ni catequesis, y los mayores apenas iban
a la iglesia. Marcelino empezó a hablar con la gente, se hizo cercano a todos,
y el pueblo lo aceptó de buen grado.
Tras
una fuerte experiencia con un joven moribundo, el P. Champagnat decidie fundar
una congregación de Hermanos que se dedicaran a la enseñanza y a la catequesis
de los niños y jóvenes, especialmente los más necesitados. Enseguida dio los
primeros pasos, y el 2 de enero de 1817 reunió, en una casita alquilada cerca
de la parroquia, a dos jóvenes que le habían manifestado su deseo de ser
religiosos. Se llamaban Juan María Granjon y Juan Bautista Audras. Éste fue el
principio de los Hermanos Maristas. Pronto acudieron otros jóvenes. Marcelino
les ayudó a organizar su vida en comunidad: oración y trabajo, formación
personal, sencillez y pobreza. Y una filial devoción a la Virgen María, bajo
cuya protección se puso, desde el primer momento, la naciente congregación.
Después de un periodo de formación, el P. Champagnat les dio un hábito
religioso y los jóvenes firmaron sus primeros compromisos (votos). Al cabo de
un año, Marcelino abrió una escuela en La Valla y en seguida se hicieron cargo
de ella los Hermanos. Después de esta primera escuela vinieron muchas más. Los
párrocos y alcaldes de los pueblos vecinos se disputaban a los Hermanos. Así,
el Instituto de los Hermanos Maristas comenzó a crecer, no sin dificultades, y
hubo que construir una nueva casa, porque en La Valla ya no cabían todos.
Marcelino
Champagnat fue un gran hombre que llevó a cabo una obra extraordinaria: cuidó
como un buen pastor a la gente de su parroquia, atendió a huérfanos y ancianos,
pero sobre todo se consagró a la educación religiosa de la juventud.
Ciertamente, aquello no fue nada fácil. Su austeridad personal y el trabajo
incansable fueron minado su salud. Murió en la madrugada del 6 de junio de
1840, a los 51 años, rodeado de sus Hermanos. Sus restos descansan en la capilla
de Ntra. Sra. del Hermitage. En el momento de su muerte, la congregación tenía
cerca de 300 Hermanos (más 50 que habían muerto ya), 50 casas y escuelas, y
alrededor de 7.000 alumnos.
E
P. Marcelino Champagnat fue declarado «Beato» en Roma, por S. S. Pío XII, el 29
de Mayo de 1955, domingo de Pentecostés. Tras un largo y detallado estudio, los
expertos habían declarado la autenticidad de dos milagros obtenidos por su
intercesión.
La
ceremonia de canonización del P. Marcelino Champagnat fue celebrada el domingo
18 de abril de 1999.
SAN ANTONIO DE PADUA, FRANCISCANO
13 DE JUNIO
Nació
en Lisboa, en 1195. Santo franciscano de origen portugués, sacerdote y doctor
de la Iglesia. Su nombre de nacimiento era Fernando Martins; era hijo
primogénito de Martín de Alfonso, caballero portugués descendiente de nobles
franceses (los Bouillon), y de María Taveira.
Estudió
en la escuela catedralicia, donde un tío suyo era maestrescuela; más tarde, en
torno a 1210, ingresó en el monasterio de canónigos regulares de San Agustín de
San Vicente de Fora, cerca de Lisboa. Allí tuvo como maestros al propio prior,
Pedro, y a un hombre de amplios conocimientos como Petrus Petri. Pero su
familia y amigos no aceptaron su vocación y trataron de hacerle abandonar.
Para
evitar estas presiones renunció a la herencia familiar y se trasladó en 1212 al
monasterio de Santa Cruz de Coimbra, importante centro de enseñanza religiosa
que contaba con una gran biblioteca. En este otro lugar recibió la influencia
de la escuela teológica de San Víctor (París) a través de profesores que habían
estudiado allí. Tampoco en Coimbra encontró tranquilidad, pues el monasterio se
vio afectado por el enfrentamiento entre el rey Alfonso II de Portugal y el
papa Inocencio III: su propio prior, Juan, fue excomulgado por apoyar al
primero.
Hacia
1219, fecha en que probablemente era ya sacerdote, conoció a la pequeña
comunidad franciscana de Coimbra, establecida poco antes en el eremitorio de
Olivais, y se sintió atraído por su modo de vida fraterno, evangélico y en
pobreza. Cuando poco después llegaron a su monasterio restos de los primeros
mártires franciscanos, muertos en Marrakech, decidió ingresar en la nueva
orden, que a causa de su reciente creación aún estaba poco extendida y carecía
del prestigio que alcanzaría más adelante. Fray Juan Parenti, provincial de
España, presidió la sencilla ceremonia de toma de hábito franciscano (verano de
1220), en la que cambió el nombre de Fernando por el de Antonio (el eremitorio
de Olivais estaba dedicado a San Antonio Abad), símbolo de su cambio de vida.
Tras
un breve noviciado, e impulsado por el ejemplo de los mártires franciscanos,
parece que en otoño de ese mismo año embarcó hacia Marruecos junto con otro
hermano de orden, fray Felipe de Castilla, para alcanzar él mismo el martirio.
Sin embargo, al poco de desembarcar contrajo la malaria, enfermedad que le
dejaría secuelas para toda la vida; convaleciente todo el invierno, se vio
obligado a abandonar el país.
Su
intención era ahora llegar a las costas españolas y desde ellas volver por
tierra a Portugal, pero una tempestad llevó el barco en que viajaba hasta Sicilia.
Permaneció algún tiempo en Milazzo (costa noreste de la isla), donde había una
comunidad franciscana, para completar su recuperación. En junio de 1221 asistió
al capítulo de su orden en Asís ("capítulo de las Esteras", que
convocó a 3.000 franciscanos); allí conoció a San Francisco de Asís y decidió
no regresar a Coimbra para ponerse al servicio de fray Gracián, provincial de
la Romaña (circunscripción franciscana que abarcaba todo el norte de Italia).
Éste
lo envió durante un año al eremitorio de Montepaolo (cerca de Forli) para que
se fortaleciese antes de encomendarle alguna misión de apostolado. A mediados
de 1222, ya con buena salud, predicó en la catedral de Forli (sin haber
preparado previamente sus palabras, pero con gran profundidad) con ocasión de
unas ordenaciones de franciscanos y dominicos.
Su
provincial le nombró predicador y le encargó ejercer su ministerio por todo el
norte de Italia, donde se extendía por muchos lugares el catarismo. Recorrió
así, enseñando, numerosos lugares. Su labor catequética en Rímini en 1223, por
ejemplo, fue difícil, pero sus exhortaciones y discusiones públicas acabaron
teniendo éxito, logrando convertir entre otros a Bononillo, obispo cátaro. A
finales de este año o principios de 1224 estuvo también en Bolonia, enseñando
teología a otros frailes franciscanos en el convento de Santa María de la
Pugliola; fue el primer maestro de la orden, recibiendo para ello el permiso de
San Francisco, que le escribió una carta llamándole "mi obispo".
Hacia
1224 o 1225, sus superiores lo trasladaron al sur de Francia, donde los
albigenses tenían más fuerza que en Italia. Su método para combatir la herejía
consistió en llevar una vida ejemplar, en charlas con los no creyentes y en
catequesis para fortalecer la fe de los cristianos. Prosiguió su enseñanza
teológica en Montpellier (donde se formaban los franciscanos y dominicos que
iban a predicar en la región) y Tolosa (ciudad con fuerte presencia albigense),
además de ser guardián del convento de Le Puy-en-Velay (al oeste de Valence y
Lyon) y, desde el capítulo de Arlés de 1225, custodio de Limoges. Como tal
estableció la residencia de los franciscanos de la ciudad en una antigua ermita
benedictina y fundó un convento cerca de Brieve.
A
finales de 1225 participó en el sínodo de Bourges, que examinó la situación de
la región. San Antonio de Padua señaló a los prelados la necesidad de vivir
sencillamente para dar ejemplo; el obispo de Bourges, Simón de Sully, respondió
a sus palabras y aplicó en lo sucesivo la reforma de costumbres, ayudándose de
franciscanos y dominicos para la evangelización de su diócesis.
La
muerte de San Francisco el 3 de octubre de 1226 le obligó a viajar a Asís, como
custodio de Limoges, para asistir al capítulo general que debía elegir nuevo
ministro general; éste tuvo lugar el 30 de mayo de 1227, siendo elegido fray
Juan Parenti. Buen conocedor de la valía de Antonio, le nombró provincial de
Romaña. Muy querido por sus frailes, recorrió los lugares de su provincia donde
había conventos franciscanos; uno de ellos fue Vercelli, donde predicó en la
catedral con gran impacto y conoció al teólogo y canónigo regular Tomás Galo.
También
por entonces debió estar durante estancias largas en Padua, donde fundó una
escuela de franciscanos y comenzó a escribir una serie de sermones. Fruto de su
labor fue el aumento de las misiones de predicación y la fundación de numerosos
conventos. En el capítulo general de 1230, reunido con ocasión del traslado de
los restos de San Francisco a su basílica de Asís, pidió a Parenti que le
retirase el cargo, a causa de su mala salud.
El
general aceptó su renuncia a cambio de formar parte de una comisión que debía
presentar al papa Gregorio IX varias cuestiones sobre la regla
franciscana que el pontífice debía estudiar y aprobar. Ante él y la curia
romana predicó por entonces Antonio, siendo escuchado con entusiasmo: el papa
lo llamó "Arca del Testamento". Es posible que colaborase en la
redacción de la bula Quo elongati, respuesta a los problemas
planteados por la orden al pontífice.
Después
marchó al que sería su último destino, Padua, en la que se entregó con tal
ardor que en lo sucesivo a su nombre quedaría asociado el de la ciudad: Antonio
de Padua. Se instaló primero en la capilla de la Arcella, junto al convento de
clarisas, pero solía predicar en el convento franciscano de Santa María,
extramuros de la ciudad.
Escribió,
por petición del cardenal Reinaldo dei Segni (el futuro Alejandro IV), una
serie de sermones según las fiestas del año litúrgico y predicó hasta el
agotamiento la Cuaresma de 1231; a sus sermones diarios asistió gran parte de
la ciudad y consiguió del Consejo Mayor de la ciudad la liberación de los
deudores presos por no tener medios con qué pagar sus deudas (origen del
"Estatuto de San Antonio"). Poco después, el podestá Esteban Badoer
le rogó que solicitase al poderoso Ezzelino IV da Romano la liberación de
varios nobles paduanos que tenía prisioneros; de este modo, viajó a Verona y se
entrevistó con Ezzelino, aparentemente sin éxito, si bien unos meses después de
la muerte de Antonio acabaría por ceder.
En
mayo, habiendo empeorado su salud por el viaje, se retiró al cercano lugar de
Camposampiero para descansar y terminar de escribir los Sermones.
Pero la gente tuvo conocimiento del lugar en que estaba y acudió en masa a
oírle y pedirle consejo. El viernes 13 de junio sufrió un colapso y, ante el
próximo fin, pidió que le trasladasen a Padua. Así se hizo, aunque para evitar
las multitudes se detuvieron en la Arcella, donde murió Antonio esa misma tarde
tras recibir la extremaunción y recitar los salmos penitenciales. No tenía aún
cuarenta años, y había ejercido su intensa predicación poco más de diez.
Orador
sagrado, fundador de hermandades y de cofradías, teólogo y hombre de gobierno,
dejó varios tratados de mística y de ascética y se publicaron todos sus
sermones. Un año después de su muerte fue beatificado. Su culto, muy popular,
se generalizó a partir del siglo XV. Su representación más valiosa se debe a
Goya, quien lo plasmó en San Antonio de la Florida. Fue proclamado doctor de la
Iglesia en el año 1946. Su fiesta se celebra el 13 de junio.
SANTOS MÁRTIRES DE CÓRDOBA
14 DE JUNIO
Cada
14 de junio se recuerda a los Santos Mártires de Córdoba. Ellos fueron un grupo
de cristianos mozárabes que fueron ejecutados por no abdicar de su fe
cristiana. Vivieron en tiempos de los reyes musulmanes del Emirato de Córdoba
Abderramán II (822-852) y Mohamed I (852-886).
Contexto
Un
Emirato era un territorio de dominación política administrado por un “Emir”
-autoridad islámica monárquica característica de Oriente Medio-. El Emirato de
Córdoba fue el territorio de ocupación política árabe en Europa, establecido en
la península Ibérica (Al-Ándalus) entre los años 756 y 929. Se denominó
“mozárabes” a los cristianos que vivían dentro de dicho territorio. Conformaban
una población numéricamente importante, de origen hispano-visigodo.
Las
más leídas
Gracias
a la hagiografía de Eulogio de Córdoba, se ha podido conservar el registro de
la ejecución de 48 cristianos mozárabes, quienes desafiaron la ley islámica en
los tiempos de la invasión. En su mayoría, estos mártires hicieron
declaraciones públicas de rechazo a las imposiciones del islam y proclamaron su
fidelidad a Cristo.
Unidad
en la diversidad
Todos,
menos dos de ellos, vivieron en Córdoba o en los monasterios aledaños de la
sierra, por lo que entre ellos hubo monjes eremitas. En total fueron 38 hombres
y 10 mujeres de diversas edades, con predominio de los jóvenes.
Más
en Mundo
Cada
14 de febrero recordamos a los Santos Cirilo y Metodio, los hermanos copatronos
de Europa
Del
total de mártires, 35 fueron clérigos —sacerdotes, diáconos o monjes— y 12
seglares. El grupo de los seglares se dividía de la siguiente manera: cuatro
eran conversos procedentes de familias musulmanas, cinco venían de matrimonios
mixtos (cristiano-musulmanes) y los tres restantes, antiguos cristianos islamizados
que habían vuelto al seno de la Iglesia. Todos, excepto dos, Sancho y Argimiro,
fueron decapitados.
SAN JUAN BAUTISTA. NATIVIDAD
24 DE JUNIO

Este es el único
santo al cual se le celebra la fiesta el día de su nacimiento.
San Juan
Bautista nació seis meses antes de Jesucristo (de hoy en seis meses - el 24 de
diciembre - estaremos celebrando el nacimiento de nuestro Redentor, Jesús).
El capítulo
primero del evangelio de San Lucas nos cuenta de la siguiente manera el
nacimiento de Juan: Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Santa
Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un día
cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha del
altar.
Al verlo se
asustó, mas el ángel le dijo: "No tengas miedo, Zacarías; pues vengo a
decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su
precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No beberá vino ni cosa que pueda
embriagar y ya desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y
convertirá a muchos para Dios".
Pero Zacarías
respondió al ángel: "¿Cómo podré asegurarme que eso es verdad, pues mi
mujer ya es vieja y yo también?".
El ángel le
dijo: "Yo soy Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido
enviado a traerte esta nueva. Mas por cuanto tú no has dado crédito a mis
palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que todo esto se cumpla".
Seis meses
después, el mismo ángel se apareció a la Santísima Virgen comunicándole que iba
a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de su
prima Isabel.
Llena de gozo
corrió a ponerse a disposición de su prima para ayudarle en aquellos momentos.
Y habiendo entrado en su casa la saludó. En aquel momento, el niño Juan saltó
de alegría en el vientre de su madre, porque acababa de recibir la gracia del
Espíritu Santo al contacto del Hijo de Dios que estaba en el vientre de la
Virgen.
También Santa
Isabel se sintió llena del Espíritu Santo y, con espíritu profético, exclamó:
"Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu
vientre. ¿De dónde me viene a mí tanta dicha de que la Madre de mi Señor venga
a verme? Pues en ese instante que la voz de tu salutación llegó a mis oídos, la
criatura que hay en mi vientre se puso a dar saltos de júbilo. ¡Oh,
bienaventurada eres Tú que has creído! Porque sin falta se cumplirán todas las
cosas que se te han dicho de parte del Señor". Y permaneció la Virgen en
casa de su prima aproximadamente tres meses; hasta que nació San Juan.
De la infancia
de San Juan nada sabemos. Tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de padres,
huyó al desierto lleno del Espíritu de Dios porque el contacto con la
naturaleza le acercaba más a Dios. Vivió toda su juventud dedicado nada más a
la penitencia y a la oración.
Como vestido
sólo llevaba una piel de camello, y como alimento, aquello que la Providencia
pusiera a su alcance: frutas silvestres, raíces, y principalmente langostas y
miel silvestre. Solamente le preocupaba el Reino de Dios.
Cuando Juan
tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán, conducido por el
Espíritu Santo, para predicar un bautismo de penitencia.
Juan no conocía
a Jesús; pero el Espíritu Santo le dijo que le vería en el Jordán, y le dio
esta señal para que lo reconociera: "Aquel sobre quien vieres que me poso
en forma de paloma, Ese es".
Habiendo llegado
al Jordán, se puso a predicar a las gentes diciéndoles: Haced frutos dignos de
penitencia y no estéis confiados diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque
yo os aseguro que Dios es capaz de hacer nacer de estas piedras hijos de
Abraham. Mirad que ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo
árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado al fuego".
Y las gentes le
preguntaron: "¿Qué es lo que debemos hacer?". Y contestaba: "El
que tenga dos túnicas que reparta con quien no tenga ninguna; y el que tenga
alimentos que haga lo mismo"…
"Yo a la
verdad os bautizo con agua para moveros a la penitencia; pero el que ha de
venir después de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno ni siquiera de
soltar la correa de sus sandalias. El es el que ha de bautizaros en el Espíritu
Santo…"
Los judíos
empezaron a sospechar si el era el Cristo que tenía que venir y enviaron a unos
sacerdotes a preguntarle "¿Tu quién eres?" El confesó claramente:
"Yo no soy el Cristo" Insistieron: "¿Pues cómo bautizas?"
Respondió Juan, diciendo: "Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros
está Uno a quien vosotros no conocéis. El es el que ha de venir después de
mí…"
Por este tiempo
vino Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan para ser bautizado. Juan se
resistía a ello diciendo: "¡Yo debo ser bautizado por Ti y Tú vienes a mí!
A lo cual respondió Jesús, diciendo: "Déjame hacer esto ahora, así es como
conviene que nosotros cumplamos toda justicia". Entonces Juan condescendió
con El.
Habiendo sido
bautizado Jesús, al momento de salir del agua, y mientras hacía oración, se
abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma
y permaneció sobre El. Y en aquel momento se oyó una voz del cielo que decía:
"Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias".
Al día siguiente
vio Juan a Jesús que venía a su encuentro, y al verlo dijo a los que estaban
con él: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este
es aquél de quien yo os dije: Detrás de mí vendrá un varón, que se ha puesto
delante de mí, porque existía antes que yo".
Entonces Juan
atestiguó, diciendo: "He visto al Espíritu en forma de paloma descender
del cielo y posarse sobre El. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar
con agua, me dijo: Aquél sobre quien vieres que baja el Espíritu Santo y posa
sobre El, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo. Yo lo he visto, y
por eso doy testimonio de que El es el Hijo de Dios".
Herodías era la
mujer de Filipo, hermano de Herodes. Herodías se divorció de su esposo y se
casó con Herodes, y entonces Juan fue con él y le recriminó diciendo: "No
te es lícito tener por mujer a la que es de tu hermano"; y le echaba en
cara las cosas malas que había hecho.
Entonces
Herodes, instigado por la adúltera, mandó gente hasta el Jordán para traerlo
preso, queriendo matarle, mas no se atrevió sabiendo que era hombre justo y
santo, y le protegía, pues estaba muy perplejo y preocupado por lo que le
decía.
Herodías le
odiaba a muerte y sólo deseaba encontrar la ocasión de quitarlo de en medio,
pues tal vez temía que a Herodes le remordiera la conciencia y la despidiera
siguiendo el consejo de Juan.
Sin
comprenderlo, ella iba a ser la ocasión del primer mártir que murió en defensa
de la indisolubilidad del matrimonio y en contra del divorcio.
Estando Juan en
la cárcel y viendo que algunos de sus discípulos tenían dudas respecto a Jesús,
los mandó a El para que El mismo los fortaleciera en la fe.
Llegando donde
El estaba, le preguntaron diciendo: "Juan el Bautista nos ha enviado a Ti
a preguntarte si eres Tú el que tenía que venir, o esperamos a otro".
En aquel momento
curó Jesús a muchos enfermos. Y, respondiendo, les dijo: "Id y contad a
Juan las cosas que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los
sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el
Evangelio…"
Así que fueron
los discípulos de Juan, empezó Jesús a decir: "¿Qué salisteis a ver en el
desierto? ¿Alguna caña sacudida por el viento? o ¿Qué salisteis a ver? ¿Algún
profeta? Si, ciertamente, Yo os lo aseguro; y más que un profeta. Pues de El es
de quien está escrito: Mira que yo te envío mi mensajero delante de Ti para que
te prepare el camino. Por tanto os digo: Entre los nacidos de mujer, nadie ha
sido mayor que Juan el Bautista…"
Llegó el
cumpleaños de Herodes y celebró un gran banquete, invitando a muchos personajes
importantes. Y al final del banquete entró la hija de Herodías y bailó en
presencia de todos, de forma que agradó mucho a los invitados y principalmente
al propio Herodes.
Entonces el rey
juró a la muchacha: "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la
mitad de mi reino".
Ella salió fuera
y preguntó a su madre: "¿Qué le pediré?" La adúltera, que vio la
ocasión de conseguir al rey lo que tanto ansiaba, le contestó: "Pídele la
cabeza de Juan el Bautista". La muchacha entró de nuevo y en seguida dijo
al rey: "Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el
Bautista".
Entonces se dio
cuenta el rey de su error, y se puso muy triste porque temía matar al Bautista;
pero a causa del juramento, no quiso desairarla, y, llamando a su guardia
personal, ordenó que fuesen a la cárcel, lo decapitasen y le entregaran a la
muchacha la cabeza de Juan en la forma que ella lo había solicitado.
SAN PEDRO Y SAN PABLO
29 DE JUNIO

Tan
atrás como en el siglo cuarto se celebraba una fiesta en memoria de los Santos
Pedro y Pablo en el mismo día, aunque el día no era el mismo en Oriente que en
Roma. El Martirologio Sirio de fines del siglo cuarto, que es un extracto de un
catálogo Griego de santos del Asia Menor, indica las siguientes fiestas en
conexión con la Navidad (25 de diciembre): 26 dic. San Estéban; 27 dic. Santos
Santiago y Juan; 28 dic. Santos Pedro y Pablo.
La
fiesta principal de los Santos Pedro y Pablo se mantuvo en Roma el 29 de junio
tan atrás como en el tercero o cuarto siglo. La lista de fiestas de mártires en
el Cronógrafo de Filócalo coloca esta nota en la fecha - "III. Kal. Jul.
Petri in Catacumbas et Pauli Ostiense Tusco et Basso Cose." (=el año 258)
. El "Martyrologium Hieronyminanum" tiene, en el Berne MS., la
siguiente nota para el 29 de junio: "Romae via Aurelia natale sanctorum
Apostolorum Petri et Pauli, Petri in Vaticano, Pauli in via Ostiensi, utrumque
in catacumbas, passi sub Nerone, Basso et Tusco consulibus" (ed. de
Rossi--Duchesne, 84).
La
fecha 258 en las notas revela que a parir de ese año se celebraba la memoria de
los dos Apóstoles el 29 de junio en la Vía Apia ad Catacumbas (cerca de San
Sebastiano fuori le mura), pues en esta fecha los restos de los Apóstoles
fueron trasladado allí (ver arriba). Más tarde, quizá al construirse la iglesia
sobre las tumbas en el Vaticano y en la Vía Ostiensis, los restos fueron
restituidos a su anterior lugar de descanso: los de Pedro a la Basílica
Vaticana y los de Pablo la iglesia en la Vía Ostiensis.
En
el sitio Ad Catacumbas se construyó, tan atrás como en el siglo cuarto, una
iglesia en honor de los dos Apóstoles. Desde el año 258 se guardó su fiesta
principal el 29 de junio, fecha en la que desde tiempos antiguos se celebraba
el Servicio Divino solemne en las tres iglesias arriba mencionadas (Duchesne,
"Origines du culte chretien", 5ta ed., París, 1909, 271 sqq., 283
sqq.; Urbano, "Ein Martyrologium der christl. Gemeinde zu Rom an Anfang des 5. Jahrh.",
Leipzig, 1901, 169 sqq.; Kellner, "Heortologie", 3ra ed., Freiburg,
1911, 210 sqq.). La leyenda procuró explicar que los
Apóstoles ocupasen temporalmente el sepulcro Ad Catacumbas mediante la
suposición que, enseguida de la muerte de ellos los Cristianos del Oriente
deseaban robarse sus restos y llevarlos al Este. Toda esta historia es
evidentemente producto de la leyenda popular.
Una
tercera festividad de los Apóstoles tiene lugar el 1 de agosto: la fiesta de
las Cadenas de San Pedro. Esta fiesta era originariamente la de dedicación de
la iglesia del Apóstol, erigida en la Colina Esquilina en el siglo cuarto. Un
sacerdote titular de la iglesia, Filipo, fue delegado papal al Concilio de Éfeso
en el año 431. La iglesia fue reconstruida por Sixto II (432) a costa de la
familia imperial Bizantina. La consagración solemne pudo haber sido el 1 de
agosto, o este fue el día de la dedicación de la anterior iglesia. Quizá este
día fue elegido para sustituir las fiestas paganas que se realizaban el 1 de
agosto. En esta iglesia, aún en pié (S. Pietro en Vincoli), probablemente se
preservaron desde el siglo cuarto las cadenas de San Pedro que eran muy
grandemente veneradas, siendo considerados como reliquias apreciadas los
pequeños trozos de su metal.
De
tal modo, la iglesia desde muy antiguo recibió el nombre in Vinculis,
convirtiéndose la fiesta del 1 de agosto en fiesta de las cadenas de San Pedro
(Duchesne, op. cit., 286 sqq.; Kellner, loc. cit., 216 sqq.). El recuerdo de
ambos Pedro y Pablo fue más tarde relacionado con dos lugares de la antigua
Roma: la Vía Sacra, en las afueras del Foro, adonde se decía que fue arrojado
al suelo el mago Simón ante la oración de Pedro y la cárcel Tullianum, o Carcer
Mamertinus, adonde se supone que fueron mantenidos los Apóstoles hasta su
ejecución.
También
en ambos lugares se erigieron santuarios de los Apóstoles y el de la cárcel
Mamertina aún permanece en casi su estado original desde la temprana época
Romana. Estas conmemoraciones locales de los Apóstoles están basadas en
leyendas y no hay celebraciones especiales en las dos iglesias. Sin embargo, no
es imposible que Pedro y Pablo hayan sido confinados en la prisión principal de
Roma en el fuerte del Capitolio, de la cual queda como un resto la actual
Carcer Mamertinus.

SANTOS PROTOMARTIRES DE ROMA
30 DE JUNIO
Tanto
el historiador pagano Tácito, en su obran Annales, como el Papa Clemente, en su
Carta a los Corintios, testifican que muchos cristianos sufrieron martirio en
medio de indecibles tormentos con la persecución desencadenada por el emperador
Nerón después del incendio de Roma, en el año 64.
Algunos
de ellos fueron quemados como antorchas humanas en los banquetes nocturnos,
otros crucificados o echados como alimento de animales salvajes. Estos mártires
murieron antes que San Pablo y San Pedro y son llamados "Los discípulos de
los Apóstoles".
Otros
Santos: Marcial (Marciano), Beltrán, obispos; Cayo; Lucinia, Emiliana, Donato,
mártires; Ostiano, Teobaldo, Alrico, Alpiniano, Andrónico, Apolo, confesores;
Cayo, presbítero; León, subiácono; Agabo, profeta.