SANTO TOMÁS, APOSTOL
3 DE JULIO
Santo Tomás Apóstol era judío, pescador de oficio. Tuvo
la bendición de seguir a Cristo, quien lo hizo apóstol el año 31.
Se le conoce a Santo Tomás por su incredulidad después de
la muerte del Señor. Jesús se apareció a los discípulos el día de la
resurrección para convencerlos de que había resucitado realmente.
Tomás, que estaba ausente, se negó a creer en la
resurección de Jesús: "Si no veo en sus manos la huella de los clavos y
pongo el dedo en los agujeros de los clavos y si no meto la mano en su costado,
no creeré". Ocho días más tarde, cuando Jesús se encontraba con los
discípulos, se dirigió a Tomás y le dijo: "Pon aquí tu dedo y mira mis
manos: dame tu mano y ponla en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente."
Tomás cayó de rodillas y exclamó: "Señor mío y Dios mío!" Jesús
replicó: "Has creido, Tomás, porque me has visto. Bienaventurados quienes
han creído sin haber visto."
El Martirologio Romano, que combina varias leyendas,
afirma que Santo Tomás predicó el Evangelio a los partos, medos, persas e
hircanios, y que después pasó a la India y fue martirizado en
"Calamina". Conmemora el 3 de julio la traslación de las reliquias de
Santo Tomás a Edesa. En el Malabar y en todas las iglesias sirias dicha fecha
es la de la fiesta principal, pues el martirio tuvo lugar el 3 de julio del año
72.
SANTA ISABEL DE PORTUGAL
4 DE JULIO
Isabel significa "Promesa de Dios" (Isab =
promesa. El = Dios).
Nació en 1270. Era hija del rey Pedro III de Aragón,
nieta del rey Jaime el Conquistador, biznieta del emperador Federico II de
Alemania. Le pusieron este nombre en honor de su tía abuela Santa Isabel de
Hungría.
Santa Isabel tuvo la dicha que su familia se esmerara
extremadamente en formarla lo mejor posible en su niñez. Desde muy niña tenía
una notable inclinación hacia la piedad, y un gusto especial por imitar los
buenos ejemplos que leía en las vidas de los santos o que observaba en las
vidas de las personas buenas. En su casa le enseñaron que si quería en verdad
agradar a Dios debía unir a su oración, la mortificación de sus gustos y
caprichos y esforzarse por evitar todo aquello que la pudiera inclinar hacia el
pecado. Le repetían la frase antigua: "tanta mayor libertad de espíritu
tendrás, cuanto menos deseos de cosas inútiles o dañosas tengas". Sus
educadores le enseñaron que una mortificación muy formativa es acostumbrarse a
no comer nada entre horas (o sea entre comida y comida), y soportar con
paciencia que no se cumplan los propios deseos, y esmerarse cada día por no amargarle
ni complicarle la vida a los demás. Dicen sus biógrafos que la formidable
santidad que demostró más tarde se debe en gran parte a la esmerada educación
que ella recibió en su niñez.
A los 15 años ya sus padres la habían casado con el rey
de Portugal, Dionisio. Este hombre admiraba las cualidades de tan buena esposa,
pero él por su parte tenía un genio violento y era bastante infiel en su
matrimonio, llevaba una vida nada santa y bastante escandalosa, lo cual era una
continua causa de sufrimientos para la joven reina, quien soportara todo con la
más exquisita bondad y heroica paciencia.
El rey no era ningún santo, pero dejaba a Isabel plena
libertad para dedicarse a la piedad y a obras de caridad. Ella se levantaba de
madrugada y leía cada día seis salmos de la Santa Biblia. Luego asistía
devotamente a la Santa Misa; enseguida se dedicaba a dirigir las labores del
numeroso personal del palacio. En horas libres se reunía con otras damas a
coser y bordar y fabricar vestidos para los pobres. Las tardes las dedicaba a
visitar ancianos y enfermos y a socorrer cuanto necesitado encontraba.
Hizo construir albergues para indigentes, forasteros y
peregrinos. En la capital fundó un hospital para pobres, un colegio gratuito
para niñas, una casa para mujeres arrepentidas y un hospicio para niños
abandonados. Conseguía ayudas para construir puentes en sitios peligrosos y
repartía con gran generosidad toda clase de ayudas. Visitaba enfermos,
conseguía médicos para los que no tenían con qué pagar la consulta; hacía construir
conventos para religiosos, a las muchachas muy pobres les costeaba lo necesario
para que pudieran entrar al convento, si así lo deseaban. Tenía guardada una
linda corona de oro y unos adornos muy bellos y un hermoso vestido de bodas,
que prestaba a las muchachas más pobres, para que pudieran lucir bien hermosas
el día de su matrimonio.
Su marido el rey Dionisio era un buen gobernante pero
vicioso y escandaloso. Ella rezaba por él, ofrecía sacrificios por su
conversión y se esforzaba por convencerlo con palabras bondadosas para que
cambiara su conducta. Llegó hasta el extremo de educarle los hijos naturales
que él tenía con otras mujeres.
Tuvo dos hijos: Alfonso, que será rey de Portugal,
sucesor de su padre, y Constancia (futura reina de Castilla). Pero Alfonso dio
muestras desde muy joven de poseer un carácter violento y rebelde. Y en parte,
esta rebeldía se debía a las preferencias que su padre demostraba por sus hijos
naturales. En dos ocasiones Alfonso promovió la guerra civil en su país y se declaró
contra su propio padre. Isabel trabajó hasta lo increíble, con su bondad, su
amabilidad y su extraordinaria capacidad de sacrificio y su poder de
convicción, hasta que obtuvo que el hijo y el papá hicieran las paces. Lo grave
era que los partidos políticos hacían todo lo más posible para poder enemistar
al rey Dionisio y su hijo Alfonso.
Algunas veces cuando los ejércitos de su esposo y de su
hijo se preparaban para combatirse, ella vestida de sencilla campesina
atravesaba los campos y se iba hacia donde estaban los guerreros y de rodillas
ante el esposo o el hijo les hacía jurarse perdón y obtenía la paz. Son
impresionantes las cartas que se conservan de esta reina pacificadora. Escribe
a su esposo: "Como una loba enfurecida a la cual le van a matar a su
hijito, lucharé por no dejar que las armas del rey se lancen contra nuestro
propio hijo. Pero al mismo tiempo haré que primero me destrocen a mí las armas
de los ejércitos de mi hijo, antes que ellos disparen contra los seguidores de
su padre". Al hijo le escribe: "Por Santa María la Virgen, te pido
que hagas las paces con tu padre. Mira que los guerreros queman casas,
destruyen cultivos y destrozan todo. No con las armas, hijo, no con las armas,
arreglaremos los problemas, sino dialogando, consiguiendo arbitrajes para
arreglar los conflictos. Yo haré que las tropas del rey se alejen y que los
reclamos del hijo sean atendidos, pero por favor, recuerda que tienes deberes
gravísimos con tu padre como hijo y como súbdito con el rey". Y conseguía
la paz una y otra vez.
Su esposo murió muy arrepentido, y entonces Isabel dedicó
el resto de su vida a socorrer pobres, auxiliar enfermos, ayudar a religiosos y
rezar y meditar.
Pero un día supo que entre su hijo Alfonso de Portugal y
su nieto, el rey de Castilla, había estallado la guerra. Anciana y achacosa
como estaba, emprendió un larguísimo viaje con calores horrendos y caminos
peligrosos, para lograr la paz entre los dos contendores. Y este viaje fue
mortal para ella. Sintió que le llegaba la muerte y se hizo llevar a un
convento de hermanas Clarisas, y allí, invocando a la Virgen María murió
santamente el 4 de julio del año 1336.
Dios bendijo su sepulcro con varios milagros y el Sumo
Pontífice la declaró santa en 1626. Es abogada para los territorios y países
donde hay guerras civiles, guerrillas y falta de paz. Que Santa Isabel ruegue
por nuestros países y nos consiga la paz que tanto necesitamos.
SAN ANTONIO MARIA ZACARIAS
5 DE JULIO
En este sacerdote que murió muy joven, sí que se cumplió
aquella frase del Libro de la Sabiduría en la S. Biblia "Vivió muy poco
tiempo, pero hizo obras como si hubiera tenido una vida muy larga".
Nació en Cremona, Italia, en 1502. Quedó huérfano de
padre cuando tenia muy pocos años. Su madre, viuda a los 18 años, renunció a
nuevos matrimonios que se le ofrecían con tal de dedicarse totalmente a la
educación de su hijita y los resultados que obtuvo fueron admirables.
Estudió medicina en la Universidad de Padua, y allí supo
cuidarse muy bien para huir de las juergas universitarias y así conservar la
santa virtud de la castidad. Desde joven renunció a los vestidos elegantes y
costosos, y vistió siempre como la gente pobre, y el dinero que ahorraba con
esto, lo repartía entre los más necesitados.
A los 22 años se graduó de médico y su gran deseo era
dedicarse totalmente a atender a las gentes más pobres, la mayor parte de las
veces gratuitamente, y aprovechar su profesión para ayudarles también a sus
pacientes a salvar el alma y ganarse el cielo. Pero unos años después, sus
directores espirituales le aconsejaron que hiciera también los estudios
sacerdotales, y así logró ordenarse de sacerdote. Así fue doblemente médico: de
los cuerpos y de las almas.
SANTA MARÍA GORETI, VIRGEN Y MÁRTIR
6 DE JULIO
María nació el 16 de octubre de 1890, en Corinaldo,
provincia de Ancona, Italia. Hija de Luigi Goretti y Assunta Carlini, tercera
de siete hijos de una familia pobre de bienes terrenales pero rica en fe y
virtudes, cultivadas por medio de la oración en común, rosario todos los días y
los domingos Misa y sagrada Comunión. Al día siguiente de su nacimiento fue
bautizada y consagrada a la Virgen. A los seis años recibirá el sacramento de
la Confirmación.
Después del nacimiento de su cuarto hijo, Luigi Goretti,
por la dura crisis económica por la que atravesaba, decidió emigrar con su
familia a las grandes llanuras de los campos romanos, todavía insalubres en
aquella época. Se instaló en Ferriere di Conca, poniéndose al servicio del
conde Mazzoleni, es aquí donde María muestra claramente una inteligencia y una
madurez precoces, donde no existía ninguna pizca de capricho, ni de
desobediencia, ni de mentira. Es realmente el ángel de la familia.
Tras un año de trabajo agotador, Luigi contrajo una
enfermedad fulminante, el paludismo, que lo llevó a la muerte después de
padecer diez días. Como consecuencia de la muerte de Luigi, Assunta tuvo que
trabajar dejando la casa a cargo de los hermanos mayores. María lloraba a
menudo la muerte de su padre, y aprovecha cualquier ocasión para arrodillarse
delante de su tumba, para elevar a Dios sus plegarias para que su padre goce de
la gloria divina.
Junto a la labor de cuidar de sus hermanos menores, María
seguía rezando y asistiendo a sus cursos de catecismo. Posteriormente, su madre
contará que el rosario le resultaba necesario y, de hecho, lo llevaba siempre
enrollado alrededor de la muñeca. Así como la contemplación del crucifijo, que
fue para María una fuente donde se nutría de un intenso amor a Dios y de un
profundo horror por el pecado.
Amor intenso al Señor
María desde muy chica anhelaba recibir la Sagrada
Eucaristía. Según era costumbre en la época, debía esperar hasta los once años,
pero un día le preguntó a su madre: -Mamá, ¿cuándo tomaré la Comunión?. Quiero
a Jesús. -¿Cómo vas a tomarla, si no te sabes el catecismo? Además, no sabes
leer, no tenemos dinero para comprarte el vestido, los zapatos y el velo, y no
tenemos ni un momento libre. -¡Pues nunca podré tomar la Comunión, mamá! ¡Y yo
no puedo estar sin Jesús! -Y, ¿qué quieres que haga? No puedo dejar que vayas a
comulgar como una pequeña ignorante. Ante estas condiciones, María se comenzó a
preparar con la ayuda de una persona del lugar, y todo el pueblo la ayuda
proporcionándole ropa de comunión. De esta manera, recibió la Eucaristía el 29
de mayo de 1902.
La comunión constante acrecienta en ella el amor por la
pureza y la anima a tomar la resolución de conservar esa angélica virtud a toda
costa. Un día, tras haber oído un intercambio de frases deshonestas entre un
muchacho y una de sus compañeras, le dice con indignación a su madre: -Mamá,
¡qué mal habla esa niña! -Procura no tomar parte nunca en esas conversaciones.
-No quiero ni pensarlo, mamá; antes que hacerlo, preferiría...Y la palabra
morir queda entre sus labios. Un mes después, sucedería lo que ella sentenció.
Pureza eterna
Al entrar al servicio del conde Mazzoleni, Luigi Goretti
se había asociado con Giovanni Serenelli y su hijo Alessandro. Las dos familias
viven en apartamentos separados, pero la cocina es común. Luigi se arrepintió
enseguida de aquella unión con Giovanni Serenelli, persona muy diferente de los
suyos, bebedor y carente de discreción en sus palabras.
Después de la muerte de Luigi, Assunta y sus hijos habían
caído bajo el yugo despótico de los Serenelli, María, que ha comprendido la
situación, se esfuerza por apoyar a su madre: -Ánimo, mamá, no tengas miedo,
que ya nos hacemos mayores. Basta con que el Señor nos conceda salud. La
Providencia nos ayudará. ¡Lucharemos y seguiremos luchando!
Desde la muerte de su marido, Assunta siempre estuvó en
el campo y ni siquiera tiene tiempo de ocuparse de la casa, ni de la
instrucción religiosa de los más pequeños. María se encarga de todo, en la
medida de lo posible. Durante las comidas, no se sienta a la mesa hasta que no
ha servido a todos, y para ella sirve las sobras. Su obsequiosidad se extiende
igualmente a los Serenelli. Por su parte, Giovanni, cuya esposa había fallecido
en el hospital psiquiátrico de Ancona, no se preocupa para nada de su hijo
Alessandro, joven robusto de diecinueve años, grosero y vicioso, al que le
gusta empapelar su habitación con imágenes obscenas y leer libros indecentes.
En su lecho de muerte, Luigi Goretti había presentido el peligro que la
compañía de los Serenelli representaba para sus hijos, y había repetido sin
cesar a su esposa: -Assunta, regresa a Corinaldo! Por desgracia Assunta está
endeudada y comprometida por un contrato de arrendamiento.
Después de tener mayor contacto con la familia Goretti,
Alessandro comenzó a hacer proposiciones deshonestas a la inocente María, que
en un principio no comprende. Más tarde, al adivinar las intenciones perversas
del muchacho, la joven está sobre aviso y rechaza la adulación y las amenazas.
Suplica a su madre que no la deje sola en casa, pero no
se atreve a explicarle claramente las causas de su pánico, pues Alessandro la
ha amenazado: -Si le cuentas algo a tu madre, te mato. Su único recurso es la
oración. La víspera de su muerte, María pide de nuevo llorando a su madre que
no la deje sola, pero, al no recibir más explicaciones, ésta lo considera un
capricho y no concede ninguna importancia a aquella reiterada súplica.
El 5 de julio, a unos cuarenta metros de la casa, están
trillando las habas en la tierra. Alessandro lleva un carro arrastrado por
bueyes. Lo hace girar una y otra vez sobre las habas extendidas en el suelo.
Hacia las tres de la tarde, en el momento en que María se encuentra sola en
casa, Alessandro dice:
-"Assunta, ¿quiere hacer el favor de llevar un
momento los bueyes por mí?" Sin sospechar nada, la mujer lo hace. María,
sentada en el umbral de la cocina, remienda una camisa que Alessandro le ha
entregado después de comer, mientras vigila a su hermanita Teresina, que duerme
a su lado.
-"¡María!, grita Alessandro. -¿Qué quieres? -Quiero
que me sigas. -¿Para qué? -¡sígueme!
-Si no me dices lo que quieres, no te sigo".
Ante semejante resistencia, el muchacho la agarra
violentamente del brazo y la arrastra hasta la cocina, atrancando la puerta. La
niña grita, pero el ruido no llega hasta el exterior. Al no conseguir que la
víctima se someta, Alessandro la amordaza y esgrime un puñal. María se pone a
temblar pero no sucumbe. Furioso, el joven intenta con violencia arrancarle la
ropa, pero María se deshace de la mordaza y grita:
-No hagas eso, que es pecado... Irás al infierno.
Poco cuidadoso del juicio de Dios, el desgraciado levanta
el arma:
-Si no te dejas, te mato.
Ante aquella resistencia, la atraviesa a cuchilladas. La
niña se pone a gritar:
-¡Dios mío! ¡Mamá!, y cae al suelo.
Creyéndola muerta, el asesino tira el cuchillo y abre la
puerta para huir, pero, al oírla gemir de nuevo, vuelve sobre sus pasos, recoge
el arma y la traspasa otra vez de parte a parte; después, sube a encerrarse a
su habitación. María recibió catorce heridas graves y quedó inconsciente. Al
recobrar el conocimiento, llama al señor Serenelli: -¡Giovanni! Alessandro me
ha matado... Venga. Casi al mismo tiempo, despertada por el ruido, Teresina
lanza un grito estridente, que su madre oye. Asustada, le dice a su hijo
Mariano: -Corre a buscar a María; dile que Teresina la llama.
En aquel momento, Giovanni Serenelli sube las escaleras
y, al ver el horrible espectáculo que se presenta ante sus ojos, exclama:
-¡Assunta, y tú también, Mario, venid!. Mario Cimarelli, un jornalero de la
granja, trepa por la escalera a toda prisa. La madre llega también: -¡Mamá!,
gime María. -¡Es Alessandro, que quería hacerme daño! Llaman al médico ya los
guardias, que llegan a tiempo para impedir que los vecinos, muy excitados, den
muerte a Alessandro en el acto.
Sufrimiento redentor
Al llegar al hospital, los médicos se sorprendieron de
que la niña todavía no haya sucumbido a sus heridas, pues ha sido alcanzado el
pericardio, el corazón, el pulmón izquierdo, el diafragma y el intestino. Al
diagnosticar que no tiene cura, llamaron al capellán. María se confiesa con
toda claridad. Luego, durante dos horas, los médicos la cuidaron sin dormirla.
María no se lamenta, y no deja de rezar y de ofrecer sus
sufrimientos a la santísima Virgen, Madre de los Dolores. Su madre consiguió
que le permitan permanecer a la cabecera de la cama. María aún tiene fuerzas
para consolarla: -Mamá, querida mamá, ahora estoy bien... ¿Cómo están mis
hermanos y hermanas?
En un momento, María le dice a su mamá: -Mamá, dame una
gota de agua. -Mi pobre María, el médico no quiere, porque sería peor para ti.
Extrañada, María sigue diciendo: -¿Cómo es posible que no pueda beber ni una
gota de agua? Luego, dirige la mirada sobre Jesús crucificado, que también
había dicho ¡Tengo sed!, y entendió.
El sacerdote también está a su lado, asistiéndola
paternalmente. En el momento de darle la Sagrada Comunión, le preguntó: -María,
¿perdonas de todo corazón a tu asesino? Ella le respondió: -Sí, lo perdono por
el amor de Jesús, y quiero que él también venga conmigo al paraíso. Quiero que
esté a mi lado... Que Dios lo perdone, porque yo ya lo he perdonado.
Pasando por momentos análogos por los que pasó el Señor Jesús
en la Cruz, María recibió la Eucaristía y la Extremaunción, serena, tranquila,
humilde en el heroísmo de su victoria.
Después de breves momentos, se le escucha decir:
"Papá". Finalmente, María entra en la gloria inmensa de la Comunión
con Dios Amor. Es el día 6 de julio de 1902, a las tres de la tarde.
La conversión de Alessandro
En el juicio, Alessandro, aconsejado por su abogado,
confesó: -"Me gustaba. La provoqué dos veces al mal, pero no pude
conseguir nada. Despechado, preparé el puñal que debía utilizar". Por
ello, fue condenado a 30 años de trabajos forzados. Aparentaba no sentir ningún
remordimiento del crimen tanto así que a veces se le escuchaba gritar:
-"¡Anímate, Serenelli, dentro de veintinueve años y seis meses serás un
burgués!". Sin embargo, unos años más tarde, Mons. Blandini, Obispo de la
diócesis donde está la prisión, decide visitar al asesino para encaminarlo al
arrepentimiento. -"Está perdiendo el tiempo, monseñor -afirma el
carcelero-, ¡es un duro!"
Alessandro recibió al obispo refunfuñando, pero ante el
recuerdo de María, de su heroico perdón, de la bondad y de la misericordia
infinita de Dios, se deja alcanzar por la gracia. Después de salir el Prelado,
llora en la soledad de la celda, ante la estupefacción de los carceleros.
Después de tener un sueño donde se le apareció María,
vestida de blanco en los jardines del paraíso, Alessandro, muy cuestionado,
escribió a Mons. Blandino: "Lamento sobre todo el crimen que cometí porque
soy consciente de haberle quitado la vida a una pobre niña inocente que, hasta
el último momento, quiso salvar su honor, sacrificándose antes que ceder a mi
criminal voluntad. Pido perdón a Dios públicamente, ya la pobre familia, por el
enorme crimen que cometí. Confío obtener también yo el perdón, como tantos
otros en la tierra". Su sincero arrepentimiento y su buena conducta en el
penal le devuelven la libertad cuatro años antes de la expiración de la pena.
Después, ocupará el puesto de hortelano en un convento de capuchinos, mostrando
una conducta ejemplar, y será admitido en la orden tercera de san Francisco.
Gracias a su buena disposición, Alessandro fue llamado
como testigo en el proceso de beatificación de María. Resultó algo muy delicado
y penoso para él, pero confesó: "Debo reparación, y debo hacer todo lo que
esté en mi mano para su glorificación. Toda la culpa es mía. Me dejé llevar por
la brutal pasión. Ella es una santa, una verdadera mártir. Es una de las
primeras en el paraíso, después de lo que tuvo que sufrir por mi causa".
En la Navidad de 1937, Alessandro se dirigió a Corinaldo,
lugar donde Assunta Goretti se había retirado con sus hijos. Lo hace
simplemente para hacer reparación y pedir perdón a la madre de su víctima. Nada
más llegar ante ella, le pregunta llorando. -"Assunta, ¿puede perdonarme?
-Si María te perdonó -balbucea-, ¿cómo no voy a perdonarte yo?" El mismo
día de Navidad, los habitantes de Corinaldo se ven sorprendidos y emocionados
al ver aproximarse a la mesa de la Eucaristía, uno junto a otro, a Alessandro y
Assunta.
SAN BENITO, ABAD
PATRONO DE EUROPA
11 DE JULIO
Padre del monasticismo occidental, decidió abandonar Roma
y el mundo para evitar la vida licenciosa de dicha ciudad. Vivió como ermitaño
por muchos años en una región rocosa y agreste de Italia. En Vicovaro, en
Tívoli y en Subiaco, sobre la cumbre de un farallón que domina Anio, residía
por aquél tiempo, una comunidad de monjes, cuyo abad había muerto. Decidieron
pedirle a San Benito que ocupara su lugar. Al principio se negó, pero luego
cedió ante la insistencia. Pronto se puso en evidencia que las estrictas
nociones de disciplina monástica que San Benito observaba, no se ajustaban a
ellos, porque quería que todos vivieran en celdas horadadas en las rocas. El
mismo día retornó a Subiaco, no para seguir llevando una vida de retiro, sino
con el propósito de empezar la gran obra para la que Dios lo había preparado
durante esos tres años de vida oculta. No tardaron en reunirse a su alrededor
los discípulos atraídos por su santidad y por sus poderes milagrosos.
San Benito se encontró entonces, en posición de empezar
aquél gran plan de "reunir en aquél lugar a muchas y diferentes familias
de santos monjes dispersos en varios monasterios y regiones, a fin de hacer de
ellos un sólo rebaño según su propio corazón, para unirlos en una casa de Dios
bajo una observancia regular y en permanente alabanza al nombre de Dios"
Por lo tanto, colocó a todos los que deseaban obedecerle en los 12 monasterios
de madera, cada uno con su prior. El tenía la suprema dirección sobre todos y
vivía con algunos escogidos, a los que deseaba formar con especial cuidado.
A causa de algunos problemas con el sacerdote Florencio,
se transladó a Monte Cassino. En esta región, sobre las ruinas del templo de
Apolo, - al que los habitantes de este lugar rendían culto antes de su llegada
- construyó dos capillas y la abadía de Monte Cassino, alrededor del año 530.
De aquí partió la influencia que iba a jugar un papel tan importante en la
cristianización y civilización de la Europa post-romana. Fue tal vez durante
este periodo que empezó a concretizar su "Regla", la que está dirigida
a todos aquellos que, renunciando a su propia voluntad, tomen sobre sí "la
fuerte y brillante armadura de la obediencia para luchar bajo las banderas de
Cristo, nuestro verdadero Rey". Prescribe una vida de oración litúrgica,
estudio, y trabajo, llevado socialmente, en una comunidad y con un padre común.
San Benito vaticinó el día de su muerte; el último día
recibió el Cuerpo y la Sangre del Señor. Fue enterrado junto a santa
Escolástica, su hermana, en el sitio donde antes se levantaba el altar de Apolo
que él mismo destruyó, en Monte Cassino.
SAN ENRIQUE
EMPERADOR DE ALEMANIA
13 DE JULIO
Nacido en el año 972 y fallecido en 1024. Nieto de
Carlomagno y sucesor de los tres Otones, fue el más grande apóstol de la paz en
el segundo decenio del siglo XI y uno de los más destacados promotores de la
civilización occidental, colaborando a la labor del Papado y de los monjes de
Cluny, de cuyo abad San Odilón fue gran amigo.
Seguramente, a la primera impresión nadie habría creído
que bajo la pesada armadura de aquel caballero que cabalgaba con sus numerosas
tropas por las grandes llanuras del imperio alemán, se escondía un santo.
Pasada ya la gloriosa restauración de Carlomagno, Europa,
en el siglo x, vive una época de dejadez y brutalidad. Empiezan a aparecer los
desastrosos efectos del feudalismo, la jerarquía eclesiástica está corroída por
las investiduras y por doquier impera la ley del más fuerte.
Parece imposible que aún vivan personas santas, y menos
aún que lo sea uno de los numerosos príncipes feudales. Nos hallamos en la
corte del duque de Baviera Enrique el Batallador y de su esposa Gisela de
Borgoña. En el castillo ducal se celebran grandes festejos porque ha nacido el
príncipe heredero. Se le impone, como a su padre, el nombre de Enrique.
Los primeros años pasan plácidamente, pero pronto es
víctima de la persecución; su padre ha sido vencido en una de las interminables
guerras familiares y se ha visto obligado a huir. Sin embargo, las cosas
volverán a su lugar; el padre recobrará el ducado con todas sus posesiones y
Enrique podrá dedicarse al cultivo de las Letras, bajo la dirección de
Wolfgang, el santo obispo de Ratisbona.
Wolfgang no sólo forma su inteligencia, sino también su
voluntad, dándole una esmerada educación cristiana y una sólida piedad.
A la muerte de su padre, hereda el ducado y se convierte
en uno de los príncipes de más porvenir de Alemania. Con su carácter recto y
justiciero atiende a las necesidades de su pueblo, gobierna con mano al mismo
tiempo fuerte y suave. Sabe comprender y no es vengativo. Prefiere perdonar que
castigar y busca antes el provecho de sus súbditos que sus propios intereses.
En el año 1002, los electores del Sacro Imperio
Romano-Germánico le nombran para el cargo imperial. Acaba de morir Otón III,
sin sucesión directa.
La fama de Enrique, su sinceridad y nobleza, son
reconocidas por todos, y saben que será el emperador ideal. La ascensión al
trono imperial es para el duque de Baviera una empresa difícil. Surgen
contrincantes que ha de vencer, sublevaciones para dominar, querellas entre los
señores feudales, que ha de sofocar, pero Enrique con su fiel ejército atiende
a todo.
Vence al rey de Polonia, rechaza a los bizantinos,
interviene en los Estados Pontificios defendiendo los derechos de Benedicto
VIII, el legítimo sucesor de Pedro. Con su prodigioso genio militar sabe
triunfar, pero, diferente de muchos otros de su tiempo, no abusa de la
victoria. La justicia rige todos sus actos.
Su actividad se extiende también a la reforma espiritual
del clero.
En el año 1007 convoca, de acuerdo con las costumbres de
su tiempo, un Concilio general en Francfort. Acuden los numerosos obispos del
Imperio, que dictan severas normas disciplinarias. Después, Enrique procurará
que se cumplan. Restablecido el orden en el Imperio y protegidas las fronteras,
Enrique empezó a reinar con todo su poder. En el año 1014, junto con su esposa,
fue ungido y coronado rey por el propio pontífice, en Roma.
Seguramente pocos reyes tuvieron, ya en vida, tan buena
fama y muchos menos fueron venerados y gozaron del amor de sus súbditos como
este nieto de Carlomagno.
Muestra de su gran virtud es este ejemplo: Al sentirse
morir llamó junto a sí a los grandes del reino y, tomando la mano de su esposa
Cunegunda, también santa, dijo a los padres de ésta: "He aquí a la que
vosotros me habéis dado por esposa ante Cristo; como me la disteis virgen,
virgen la pongo otra vez en las manos de Dios y vuestras". Sus restos
reposan en la catedral de Bamberg.
San Enrique realizó lo que a muchos puede parecer
imposible: ser emperador, vivir continuamente ocupado en los problemas públicos
y entre guerras, y llegar a santo.
Si Enrique de Baviera lo llevó a término fue porque en el
ejercicio de su cargo vio un servicio al prójimo y a Jesucristo. La historia de
Europa nos ofrece pocas vidas tan bellas y útiles como la de Enrique II, el
Santo.
SAN CAMILO DE LELIS, PRESBÍTERO
14 DE JULIO
Fue expulsado del hospital y en Nápoles perdió todos los
ahorros de su vida en el juego, quedando en la miseria.
Tiempo atrás, en un naufragio, había hecho a Dios la
promesa de hacerse religioso franciscano, pero no lo había cumplido. Estando en
la más completa pobreza se ofreció como obrero y mensajero en un convento de
los Padres Capuchinos, donde escuchó una charla espiritual que el padre superior
les hacía a los obreros, y sintió fuertemente la llamada de Dios a su
conversión. Empezó a llorar y pidió perdón por sus pecados, con la firme
resolución de cambiar su forma de actuar por completo. Tenía 25 años.
Pidió ser admitido como franciscano, pero en el convento
se le abrió de nuevo la llaga en el pie, y fue despedido. Se fue al hospital y
se curó, y logró que lo admitieran como aspirante a capuchino. Pero en el
noviciado apareció de nuevo la llaga y tuvo que irse de allí también. De nuevo en
el hospital de Santiago, se dedicó a atender a los demás enfermos, por lo que
fue nombrado asistente general del hospital. Dirigido espiritualmente por San
Felipe Neri, estudió teología y fue ordenado sacerdote. En 1575 se dio cuenta
que ante la gran cantidad de peregrinos que llegaban a Roma, los hospitales
eran incapaces de atender bien a los enfermos que llegaban. Fue entonces que
decidió fundar una comunidad de religiosos que se dedicaran por completo a los
hospitales.
San Camilo trataba a cada enfermo como trataría a Nuestro
Señor Jesucristo en persona. Aunque tuvo que soportar durante 36 años la llaga
de su pié, nadie lo veía triste o malhumorado. Con sus mejores colaboradores
fundó la Comunidad Siervos de los Enfermos el 8 de diciembre de 1591. Ahora se
llaman Padres Camilos. Murió el 14 de julio de 1614, a los 64 años.
SAN BUENAVENTURA, OBISPO Y DOCTOR DE
LA IGLESIA
FRANCISCANO
15 DE JULIO
Después de tomar el hábito en la orden seráfica, estudió
en la Universidad de París, bajo la dirección del maestro inglés Alejandro de
Hales. De 1248 a 1257, enseñó en esta universidad teología y Sagrada Escritura.
A su genio penetrante unía un juicio muy equilibrado, que le permitía ir al
fondo de las cuestiones y dejar de lado lo superfluo para discernir todo lo
esencial y poner al descubierto los sofismas de las opiniones erróneas. El
santo se distinguió en filosofía y teología escolásticas.
El santo no veía en sí más que faltas e imperfecciones y,
por humildad, se abstenía algunas veces de recibir la comunión, por más que su
alma ansiaba acercarse a la fuente de gracia. Pero un milagro de Dios permitió
a San Buenaventura superar tales escrúpulos.
Durante los años que pasó en París, compuso una de sus
obras más conocidas, el "Comentario sobre las Sentencias de Pedro
Lombardo", que constituye una verdadera suma de teología escolástica.
Guillermo de Saint Amour hizo en la obra titulada "Los peligros de los últimos
tiempos" un ataque directo a San Buenaventura. Ataque que el santo
contestó con un tratado sobre la pobreza evangélica, titulado "Sobre la
pobreza de Cristo". En 1257, San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino
recibieron juntos el título de doctores. San Buenaventura escribió un tratado
"Sobre la vida de perfección", destinado a la Beata Isabel, hermana
de San Luis de Francia y a las Clarisas Pobres del convento de Longchamps.
Otras de sus principales obras son el "Soliloquio" y el tratado
"Sobre el triple camino".
En 1257, Buenaventura fue elegido superior general de los
frailes Menores. No había cumplido aún los 36 años y la orden estaba desgarrada
por la división entre los que predicaban una severidad inflexible y los que
pedían que se mitigase la regla original. El joven superior general escribió
una carta a todos los provinciales para exigirles la perfecta observancia de la
regla y la reforma de los relajados. El primero de los cinco capítulos
generales que presidió San Buenaventura, se reunió en Narbona en 1260. Ahí
presentó una serie de declaraciones de las reglas que fueron adoptadas y
ejercieron gran influencia sobre la vida de la orden. San Buenaventura empezó a
escribir la vida de San Francisco de Asís.
El santo gobernó la orden de San Francisco durante 17
años, y por eso se le llama el segundo fundador. En 1265, el Papa Clemente IV
trató de nombrar a San Buenaventura arzobispo de York, a la muerte de Godofredo
de Ludham , pero el santo consiguió disuadir de ello al Pontífice. Sin embargo,
al año siguiente, el Beato Gregorio X le nombró cardenal obispo de Albano,
ordenándole aceptar el cargo por obediencia. Se le encomendó la preparación de
los temas que se iban a tratar en el Concilio ecuménico de Lyon, acerca de la
unión de los griegos ortodoxos.
San Buenaventura se
caracterizaba por la sencillez, la humildad y la caridad. Mereció el título de
"Doctor Seráfico" por las virtudes angélicas que realzaban su saber.
Fue canonizado en 1482 y declarado Doctor de la Iglesia en 1588.
NTRA. SRA. DEL CARMEN.
16 DE JULIO
El Carmelo era sin duda, el monte donde numerosos
profetas rindieron culto a Dios. Los principales fueron Elías y su discípulo
Eliseo, pero existían también diferentes personas que se retiraban en las
cuevas de la montaña para seguir una vida eremítica. Esta forma de oración, de
penitencia y de austeridad fue continuada siglos más tarde, concretamente en el
III y IV, por hombres cristianos que siguieron el modelo de Jesucristo y que de
alguna forma tuvieron al mismo Elías como patrón situándose en el valle llamado
Wadi-es-Siah.
A mediados del siglo XII, un grupo de devotos de Tierra
Santa procedentes de Occidente -algunos creen que venían de Italia-, decidieron
instalarse en el mismo valle que sus antecesores y escogieron como patrona a la
Virgen María. Allí construyeron la primera iglesia dedicada a Santa María del
Monte Carmelo. Desde su monasterio no quisieron crear una nueva forma de culto
mariano, ni tampoco, el título de la advocación, respondía a una imagen en
especial.
Quisieron vivir bajo los aspectos marianos que salían
reflejados en los textos evangélicos: maternidad divina, virginidad, inmaculada
concepción y anunciación. Estos devotos que decidieron vivir en comunidad bajo
la oración y la pobreza, fueron la cuna de la Orden de los Carmelitas, y su
devoción a la Virgen permitió que naciera una nueva advocación: Nuestra Señora
del Carmen.
SAN LORENZO DE BRINDISIS
PRESBÍTERO Y DOCTOR DE LA IGLESIA
21 DE JULIO
Lorenzo significa: coronado de laurel. Laureado. Este
santo ha sido quizás el más famoso predicador de la comunidad de Padres
Capuchinos.
Nació en Brindis (Italia) cerca de Nápoles. Desde pequeño
demostró tener una memoria asombrosa. Dicen que a los ocho años repitió desde
el púlpito de la Catedral un sermón escuchado a un famoso predicador, con gran
admiración de la gente.
Cuando pidió ser admitido como religioso en los Padres
Capuchinos, el superior le adevirtió que le iba a ser muy difícil soportar
aquella vida tan dura y tan austera. El joven le preguntó: "Padre, ¿en mi
celda habrá un crucifijo?". "Si, lo habrá", respondió el
superior. "Pues eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas
para sufrir por amor a El, cuaquier padecimiento".
La facilidad de Lorenzo para aprender idiomas y para
grabarse en la memoria todo lo que leía, dejó atónitos a sus superiores y
compañeros. Prácticamente se aprendía de memoria capítulos enteros de la S.
Biblia y muchas páginas más de libros piadosos. Hablaba seis idiomas: griego,
hebreo, latín, francés, alemán e italiano.
Y su capacidad para predicar era tan excepcional, que
siendo simple seminarista, ya le fue encomendado el predicar los 40 días de
Cuaresma en la Catedral de Venecia por dos años seguidos. Las gentes vibraban
de emoción al oir sus sermones, y muchos se convertían.
Un sacerdote le preguntó: "Fray Lorenzo, ¿a qué se
debe su facilidad para predicar? ¿A su formidable memoria?" Y él
respondió: "En buena parte se debe a mi buena memoria. En otra buena parte
a que dedico muchas horas a prepararme. Pero la causa principal es que
encomiendo mucho a Dios mis predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me
olvida todo el plan que tenía y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en
un libro misterioso venido del cielo".
Los capuchinos nombraron a Fray Lorenzo superior del
convento y luego superior de Italia. Más tarde al constatar las grandes
cualidades que tenía para gobernar, lo nombraron superior general de toda su
comunidad en el mundo. En sus años de superiorato recorrió muchos países
visitando los conventos de sus religiosos para animarlos a ser mejores y a
trabajar mucho por el reino de Cristo. Había días que caminaba a pie 50
kilómetros. No le asustaba desgastarse en su salud con tal de conseguir la
salvación de las almas y la extensión del reino de Dios. La gente lo amaba
porque era sumamente comprensivo y bondadoso, y porque sus consejos hacían un
gran bien. Siendo superior, sin embargo servía a la mesa a los demás, y lavaba
los platos de todos.
El Santo Padre, el Papa, lo envió a Checoslovaquia y a
Alemania a tratar de extender la religión católica en esos países. Se fue con
un buen grupo de capuchinos, y empezó a predicar. Pero en esos días un ejército
de 60 mil turcos mahometanos invadió el país con el fin de destruir la
religión, y el jefe de la nación pidió al Padre Lorenzo que se fuera con sus
capuchinos a entusiasmar a los 18 mil católicos que salían a defender la patria
y la religión. La batalla fue terriblemente feroz. Pero San Lorenzo y sus
religiosos recorrían el campo de batalla con una cruz en alto cada uno,
gritando a los católicos: "Ánimo, estamos defendiendo nuestra santa
religión". Y la victoria fue completa. Los soldados victoriosos exclamaban:
"La batalla fue ganada por el Padre Lorenzo".
El Papa Clemente VIII decía que el Padre Lorenzo valía él
solo más que un ejército.
El Sumo Pontífice lo envió de delegado suyo a varios
países, y siempre estuvo muy activo de nación en nación dirigiendo su comunidad
y fundando conventos, predicando contra los protestantes y herejes, y
trabajando por la paz y la conversión. Pero lo más importante en cada uno de
sus días eran las prácticas de piedad. Durante la celebración de la Santa Misa,
frecuentemente era arrebatado en éxtasis, y su orar era de todas las horas y en
todos los sitios. Por eso es que obtuvo tan grandes frutos apostólicos.
Dormía sobre duras tablas. Se levantaba por la noche a
rezar salmos. Ayunaba con frecuencia. Su alimento era casi siempre pan y
verduras. Huía de recibir honores, y se esforzaba por mantenerse siempre alegre
y de buen humor con todos. La gente lo admiraba como a un gran santo. Su
meditación preferida era acerca de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
En 1959 fue declarado "Doctor de la Iglesia",
por el Sumo Pontífice Juan XXIII. Y es que dejó escritos 15 volúmenes de
enseñanzas, y entre ellos 800 sermones muy sabios. En Sagrada Escritura era un
verdadero especialista.
Cuando viajaba a visitar al rey de España enviado por la
gente de Nápoles para pedirle que destituyera a un gobernador que estaba
haciendo mucho mal, se sintió sin fuerzas y el 22 de julio de 1619, el día que
cumplía sus 60 años, murió santamente. Ha sido llamado el "Doctor
apostólico".
Ruega por nosotros, querido San Lorenzo, para que no
tengamos miedo a gastarnos y desgastarnos por Cristo y su Santa Iglesia, como
lo hiciste tú.
Dijo Jesús: "Si el grano de trigo muere, produce
mucho fruto".
SANTA MARIA MAGDALENA
22 DE JULIO
Evangelios se habla de María Magdalena, la pecadora (Luc
7, 37-50); María Magdalena, una de las mujeres que seguían al Señor (Jn 20,
10-18) y María de Betania, la hermana de Lázaro (Lc 10, 38-42). La liturgia
romana identifica a las tres mujeres con el nombre de María Magdalena, como lo
hace la antigua tradición occidental desde la época de San Gregorio Magno.
El nombre de María Magdalena se deriva de Magdala, una
población situada sobre la orilla occidental del mar de Galilea, cerca de
Tiberíades, en la que el Señor encontró por primera vez a aquella mujer. San
Lucas hace notar que era una pecadora (aunque no afirma que haya sido una
prostituta, como se supone comúnmente). Cristo cenaba en casa de un fariseo
donde la pecadora se presentó y al momento se arrojó al suelo frente al Señor,
se echó a llorar y le enjugó los pies con sus cabellos. Después le ungió el
perfume que llevaba en un vaso de alabastro. El fariseo interpretó el silencio
de Cristo como una especie de aprobación del pecado y murmuró en su corazón.
Jesús le recriminó por sus pensamientos. Le preguntó en forma de parábola cuál
de dos deudores debe mayor agradecimiento a su acreedor: aquél a quién se
perdona una deuda mayor, o al que se perdona una suma menor. En el capítulo
siguiente, San Lucas, habla de los viajes de Cristo por Galilea, dice que le
acompañaban los apóstoles y que le servían varias mujeres.
Entre ellas figuraba María Magdalena, de la que había
arrojado "siete demonios". También se recuerda a María Magdalena por
otros episodios. En la hora más oscura de la vida de Cristo, María Magdalena
contemplaba la cruz a cierta distancia. Acompañada por "la otra
María", descubrió que alguien había apartado la pesada piedra del sepulcro
del Señor. Fue ella la primera persona que vio, saludó y reconoció a Cristo
resucitado. María Magdalena, la contemplativa, fue el primer testigo de la
resurrección del Señor, sin la cual vana es nuestra esperanza. El Hijo de Dios
quiso manifestar la gloria de su resurrección a aquella mujer manchada por el
pecado y santificada por la penitencia. La tradición oriental afirma que
después de Pentecostés, fue a vivir a Efeso con la Virgen María y San Juan y
que murió ahí. Pero, según la tradición francesa adoptada por el Martirologio
Romano y muy difundida en occidente, María Magdalena fue con Lázaro y Marta a
evangelizar la Provenza y pasó los treinta años de su vida en los Alpes
Marítimos, en la caverna de la Sainte Baume. Poco antes de su muerte fue
trasladada milagrosamente a la capilla de San Maximino, donde recibió los
últimos sacramentos y fue enterrada por el santo.
PATRONA DE EUROPA
23 DE JULIO
Dios quiera enviar a su Iglesia muchas Brígidas, que con
sus oraciones y sus buenos ejemplos y palabras logren enfervorizar por Cristo a
muchas personas más.
Cristo murió por mí. ¿Y yo, qué haré por Él?
Brígida significa: Fuerte y brillante.
Esta santa mujer tuvo la dicha de nacer en una familia
que tenía como herencia de sus antepasados una gran religiosidad. Sus abuelos y
bisabuelos fueron en peregrinación hasta Jerusalén y sus padres se confesaban y
comulgaban todos los viernes, y como eran de la familia de los gobernantes de
Suecia, y tenían muchas posesiones, empleaban sus riquezas en construir
iglesias y conventos y en ayudar a cuanto pobre encontraban. Su padre era
gobernador de la principal provincia de Suecia.
Brígida nació en Upsala (Suecia), en 1303.
De niña su mayor gusto era oír a la mamá leer las vidas
de los Santos.
Cuando apenas tenía seis años ya tuvo su primera
revelación. Se le apareció la Sma. Virgen a invitarla a llevar una vida santa,
totalmente del agrado de Dios. En adelante las apariciones celestiales serán
frecuentísimas en su vida, hasta tal punto que ella llegó a creer que se
trataba de alucinaciones o falsas imaginaciones. Pero consultó con el sacerdote
más sabio y famoso de Suecia, y él, después de estudiar detenidamente su caso,
le dijo que podía seguir creyendo en esto, pues eran mensajes celestiales.
Cuando tenía 13 años asistió a un sermón de cuaresma,
predicado por un famoso misionero. Y este santo sacerdote habló tan
emocionantemente acerca de la Pasión y Muerte de Jesucristo, que Brígida quedó
totalmente entusiasmada por nuestro Redentor. En adelante su devoción preferida
será la de Jesucristo Crucificado.
Un día rezando con todo fervor delante de un crucifijo
muy chorreante de sangre, le dijo a Nuestro Señor: - ¿Quién te puso así? - y
oyó que Cristo le decía: "Los que desprecian mi amor". "Los que
no le dan importancia al amor que yo les he tenido". Desde ese día se
propuso hacer que todos los que trataran con ella amaran más a Jesucristo. Su
padre la casó con Ulf, hijo de otro gobernante. Tuvieron un matrimonio feliz
que duró 28 años. Sus hijos fueron 8, cuatro varones y cuatro mujeres. Una de
sus hijas fue Santa Catalina de Suecia. Un hijo fue religioso. Otros dos se
portaron muy bien, y Carlos fue un pícaro que la hizo sufrir toda la vida. Sólo
a la hora en que él se iba a morir logró la santa con sus oraciones que él se
arrepintiera y pidiera perdón de sus pecados a Dios. Dos de sus hijas se hicieron
religiosas, y otra fue "la oveja negra de la familia", que con sus
aventuras nada santas martirizó a la buena mamá. Fue pues una familia como
muchas otras: con gente muy buena y gente que hace sufrir.
Brígida era la dama principal de las que colaboraban con
el rey y la reina de Suecia. Pero en el palacio se dio cuenta de que se gastaba
mucho dinero en lujos y comilonas y se explotaba al pueblo. Quiso llamar la
atención a los reyes, pero estos no le hicieron caso. Entonces pidió permiso y
se fue con su esposo en peregrinación a Santiago de Compostela en España. En el
viaje enfermó Ulf gravemente. Brígida oró por él y en un sueño se le apareció
San Diosnisio a decirle que se le concedía la curación, con tal de que se
dedicara a una vida santa. El marido curó y entró de religioso cisterciense y
unos años después murió santamente en el convento.
En una visión oyó que Jesús Crucificado le decía:
"Yo en la vida sufrí pobreza, y tú tienes demasiados lujos y
comodidades". Desde ese día Brígida dejó todos sus vestidos elegantes y
empezó a vestir como la gente pobre. Ya nunca más durmió en camas muy cómodas,
sino siempre sobre duras tablas. Y fue repartiendo todos los bienes entre los
pobres de manera que ella llegó a ser también muy pobre.
Con su hija Santa Catalina de Suecia se fue a Roma y en
esa ciudad permaneció 14 años, dedicada a la oración, a visitar y ayudar
enfermos, a visitar como peregrina orante muchos santuarios, y a dictar sus
revelaciones que están contenidas en ocho tomos (Sufrió muy fuertes tentaciones
de orgullo y sensualidad). Desde Roma escribió a muchas autoridades civiles y
eclesiásticas y al mismo Sumo Pontífice (que en ese tiempo vivía en Avignon,
Francia) corrigiendo muchos errores y repartiendo consejos sumamente
provechosos. Sus avisos sirvieron enormemente para mejorar las costumbres y
disminuir los vicios.
Por inspiración del cielo fundó la Comunidad de San
Salvador. El principal convento estaba en la capital de Suecia y tenía 60
monjas. Ese convento se convirtió en el centro literario más importante de su
nación en esos tiempos. Con el tiempo llegó a tener 70 conventos de monjas en
toda Europa.
Se fue a visitar los santos lugares donde vivió, predicó
y murió Nuestro Señor Jesucristo, y allá recibió continuas revelaciones acerca
de cómo fue la vida de Jesús. Las escribió en uno de los tomos de sus
revelaciones, y son muy interesantes. En Tierra Santa parecía vivir en éxtasis
todos los días.
Al volver de Jerusalén se sintió muy débil y el 23 de
juilio de 1373, a la edad de 70 años murió en Roma con gran fama de santidad. A
los 18 años de haber muerto, fue declarada santa por el Sumo Pontífice. Sus
revelaciones eran tan estimadas en su tiempo, que los sacerdotes las leían a
los fieles en las misas.
SANTIAGO APÓSTOL
PATRONO DE ESPAÑA
26 DE JULIO
El nombre Santiago, proviene de dos palabras Sant Iacob.
Porque su nombre en hebreo era Jacob. Los españoles en sus batallas gritaban:
"Sant Iacob, ayúdenos". Y de tanto repetir estas dos palabras, las
unieron formando una sola: Santiago.
Fue uno de los 12 apóstoles del Señor.
Era hermano de San Juan evangelista. Se le llamaba el
Mayor, para distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que era más joven
que él. Con sus padres Zebedeo y Salomé vivía en la ciudad de Betsaida, junto
al Mar de Galilea, donde tenían una pequeña empresa de pesca. Tenían obreros a
su servicio, y su situación económica era bastante buena pues podían ausentarse
del trabajo por varias semanas, como lo hizo su hermano Juan cuando se fue a
estarse una temporada en el Jordán escuchando a Juan Bautista.
Santiago formó parte del grupo de los tres preferidos de
Jesús, junto con su hermano Juan y con Simón Pedro. Después de presenciar la
pesca milagrosa, al oír que Jesús les decía: "Desde ahora seréis
pescadores de hombres", dejó sus redes y a su padre y a su empresa
pesquera y se fue con Jesucristo a colaborarle en su apostolado. Presenció
todos los grandes milagros de Cristo, y con Pedro y Juan fueron los únicos que
estuvieron presentes en la Transfiguración del Señor y en su Oración en el
Huerto de Getsemaní. ¿Por qué lo prefería tanto Jesús? Quizás porque (como dice
San Juan Crisóstomo) era el más atrevido y valiente para declararse amigo y
seguidor del Redentor, o porque iba a ser el primero que derramaría su sangre
por proclamar su fe en Jesucristo. Que Jesús nos tenga también a nosotros en el
grupo de sus preferidos.
Cuenta el santo Evangelio que una vez al pasar por un
pueblo de Samaria, la gente no quiso proporcionarles ningún alimento y que
Santiago y Juan le pidieron a Jesús que hiciera llover fuego del cielo y
quemara a esos maleducados. Cristo tuvo que regañarlos por ese espíritu
vengativo, y les recordó que El no había venido a hacer daño a nadie sino a
salvar al mayor número posible de personas. Santiago no era santo cuando se
hizo discípulo del Señor. La santidad le irá llegando poquito a poco.
Otro día Santiago y Juan comisionaron a Salomé, su madre,
para que fuera a pedirle a Jesús que en el día de su gloria los colocara a
ellos dos en los primeros puestos: uno a la derecha y otro a la izquierda.
Jesús les dijo: "¿Serán capaces de beber el cáliz de amargura que yo voy a
beber?" Ellos le dijeron: "Sí somos capaces". Cristo añadió:
"El cáliz de amargura sí lo beberán, pero el ocupar los primeros puestos
no me corresponde a Mí el concederlo, sino que esos puestos son para aquellos
para quienes los tiene reservado mi Padre Celestial". Los otros apóstoles
se disgustaron por esta petición tan vanidosa de los dos hijos de Zebedeo, pero
Jesús les dijo a todos: "El que quiera ser el primero, que se haga el
servidor de todos, a imitación del Hijo del hombre que no ha venido a ser
servido sino a servir". Seguramente que con esta lección de Jesús, habrá
aprendido Santiago a ser más humilde.
Después de la Ascención de Jesús, Santiago el Mayor se
distinguió como una de las principales figuras entre el grupo de los Apóstoles.
Por eso cuando el rey Herodes Agripa se propuso acabar con los seguidores de
Cristo, lo primero que hizo fue mandar cortarle la cabeza a Santiago, y
encarcelar a Pedro. Así el hijo de Zebedeo tuvo el honor de ser el primero de
los apóstoles que derramó su sangre por proclamar la religión de Jesús
Resucitado.
Antiguas tradiciones (del siglo VI) dicen que Santiago
alcanzó a ir hasta España a evangelizar. Y desde el siglo IX se cree que su
cuerpo se encuentra en la catedral de Compostela (norte de España) y a ese
santuario han ido miles y miles de peregrinos por siglos y siglos y han
conseguido maravillosos favores del cielo. El historiador Pérez de Urbel dice
que lo que hay en Santiago de Compostela son unas reliquias, o sea restos del
Apóstol, que fueron llevados allí desde Palestina.
Es Patrono de España y de su caballería. Los españoles lo
han invocado en momentos de grandes peligros y han sentido su poderosa protección.
También nosotros si pedimos su intercesión conseguiremos sus favores.
SAN JOAQUÍN DE SANTA ANA,
PADRES DE LA VIRGEN MARIA
26 DE JULIO
El protoevangelio de Santiago cuenta que los vecinos de
Joaquín se burlaban de él porque no tenía hijos. Entonces, el santo se retiró
cuarenta días al desierto a orar y ayunar, en tanto que Ana (cuyo nombre
significa Gracia) "se quejaba en dos quejas y se lamentaba en dos lamentaciones".
Un ángel se le apareció y le dijo: "Ana, el Señor ha escuchado tu oración:
concebirás y darás a luz. Del fruto de tu vientre se hablará en todo el
mundo". A su debido tiempo nació María, quien sería la Madre de Dios. Esta
narración se parece mucho a la de la concepción y el nacimiento de Samuel, cuya
madre se llamaba también Ana ( I Reyes, I ). Los primeros Padres de la Iglesia
oriental veían en ello un paralelismo. En realidad, se puede hablar de
paralelismo entre la narración de la concepción de Samuel y la de Juan
Bautista, pero en el caso presente la semejanza es tal, que se trata claramente
de una imitación.
Joaquín (significa Yahweh prepara).
Una antigua tradición, que arranca
del siglo II, atribuye los nombres San Joaquín y Santa Ana a los padres de la
Santísima Virgen María. El culto a santa Ana se introdujo ya en la Iglesia
oriental en el siglo VI, y pasó a la occidental en el siglo X; el culto a san
Joaquín es más reciente.
No conocemos de Joaquín y Ana con
certeza mas que sus nombres y el hecho de que fueron los santos padres de la
Madre de Dios. Lo que relatan sobre ellos los libros apócrifos no es todo
confiable y es difícil distinguir lo cierto de la leyenda.
San Joaquín era venerado por los
griegos desde muy temprano. Es el santo patrón de numerosos pueblos en
Hispanoamérica, España y las Filipinas. Su festividad, junto a la de su esposa
Santa Ana, se celebra el 26 de julio, tras la reforma del calendario litúrgico.
Ellos son los patrones de los abuelos.
Grande es la dignidad de Santa Ana
por ser la Madre de la Virgen María, predestinada desde toda la eternidad para
ser Madre de Dios, la santificada desde su concepción, Virgen sin mancilla y
mediadora de todas las gracias. Nieto de Santa Ana fue el hijo de Dios hecho
hombre, el Mesías, el Deseado de las naciones. María es el fundamento de la
gloria y poder de Santa Ana a la vez que es gloria y corona de su madre.
La santidad de Santa Ana es tan
grande por las muchas gracias que Dios le concedió. Su nombre significa
"gracia". Dios la preparó con magníficos dones y gracias. Como las
obras de Dios son perfectas, era lógico que Él la hiciese madre digna de la
criatura más pura, superior en santidad a toda criatura e inferior solo a Dios.
Santa Ana tenía celo por hacer obras
buenas y esforzarse en la virtud. Amaba a Dios sinceramente y se sometió a su
santa voluntad en todos los sufrimientos, como fue su esterilidad por veinte
años, según cuenta la tradición. Esposa y madre fue fiel cumplidora de sus
deberes para con el esposo y su encantadora hija María.
Muy grande es el poder intercesor de
Santa Ana. Ciertamente santa amiga de Dios, distinguida sobre todo por ser la
abuela de Jesús en cuanto Hombre.
La Santísima Trinidad le concederá
sus peticiones: el Padre, para quien ella gestó, cuidó y educó a su hija
predilecta; el Hijo, a quien le dió madre; el Espíritu Santo, cuya esposa educó
con tan gran solicitud.
Esta Santa privilegiada sobresale en
mérito y gloria, cercana al Verbo encarnado y a sus Santísima Madre. Sin duda
que Santa Ana tiene mucho poder ante Dios. La madre de la Reina del Cielo, que
es poderosa por su intercesión y Madre de misericordia, es también llena de
poder y de misericordia.
Tenemos muchos motivos para escoger
a Santa Ana como nuestra intercesora ante Dios. Como abuela de Jesucristo,
nuestro hermano según la carne, es también nuestra abuela y nos ama a nosotros
sus nietos. Nos ama mucho porque su nieto Jesús murió por nuestra salvación y
María, su hija, fue proclamada Madre nuestra bajo la Cruz. Nos ama de verdad en
atención a las dos Personas que ella amó más en esta vida: a Jesús y a María.
Si su amor es tan grande su intercesión no será menos. Debemos, por tanto
acudir a ella con tal confianza en nuestras necesidades. No hay la menor duda
de que esto agrada a Jesús y a María, quienes la amaron tan profundamente. Se
celebra la fiesta de Santa Ana el 26 de julio.
SANTA MARTA
29 DE JULIO
Marta significa: "señora; jefe de hogar".
En Betania, un pueblecito cercano a Jerusalén, vivía una
familia de la cual dice el Evangelio un elegio hermosísimo: "Jesús amaba a
Marta, a María y a su hermano Lázaro". Difícil encontrar un detalle más
simpático acerca de alguna familia: eran muy amados por Jesús.
Los dos primeros años de su apostolado, Jesús estuvo la
mayor parte del tiempo en la provincia de Galilea, al norte de su país. Pero en
el tercer año se trasladó a Judea, en el sur, y con él sus discípulos. En
Jerusalén era bastante peligroso el quedarse por las noches porque los enemigos
le habían jurado guerra a muerte y buscaban cualquier ocasión propicia para
matar al Redentor. Pero allí, a cuatro kilómetros de Jerusalén, había un
pueblecito tranquilo y amable y en él un hogar donde Jesús se sentía bien. Era
el hogar de Marta, María y Lázaro. En esta casa siempre había una habitación
lista y bien arreglada para recibir al Divino Maestro, cualquier día a la hora
en que llegara. Y tres corazones verdaderamente amigos de Jesús, le esperaban
con afecto fraternal. Allí Jesús se sentía como en su casa. (S. Marta es la
patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien). Con razón dice el
Evangelio que Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro. Que bueno fuera que de
cada uno de nuestros hogares se pudiera decir lo que la Biblia afirma del hogar
de estas tres afortunadas personas.
SAN PEDRO CRISOLOGO
OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA
30 DE JULIO
San Pedro, quien fue uno de los oradores más famosos de
la Iglesia Católica, nació en Imola, Italia y fue formado por el Obispo de esa
ciudad Cornelio, por el cual conservó siempre una gran veneración. El Obispo
Cornelio convenció a San Pedro de que en el dominio de las propias pasiones y
en el rechazar los malos deseos reside la verdadera grandeza, y que este es un
medio seguro para conseguir las bendiciones de Dios.
San Pedro gozó de la amistad del emperador Valentiniano y
de la madre de éste, Plácida, y por recomendación de los dos, fue nombrado
Arzobispo de Ravena. También gozó de la amistad del Papa San León Magno.
Cuando empezó a ser arzobispo de Ravena, había en esta
ciudad un gran número de paganos. Y trabajó con tanto entusiasmo por
convertirlos, que cuando él murió ya eran poquísimos los paganos o no creyentes
en este lugar.
A la gente le agradaba mucho sus sermones, y por eso le
pusieron el sobrenombre de crisólogo, que quiere decir, el que habla muy bien.
Su modo de hablar era conciso, sencillo y práctico. La gente se admiraba de que
en predicaciones bastante breves, era capaz de resumir las verdades más
importantes de la fe. Se conservan de él, 176 sermones, muy bien preparados y
cuidadosamente redactados. Por su gran sabiduría al predicar y escribir, fue
nombrado Doctor de la Iglesia, por el Papa Benedicto XIII.
Recomendaba mucho la comunión frecuente y exhortaba a sus
oyentes a convertir la Sagrada Eucaristía en su alimento de todas las semanas.
Murió el 30 de julio del año 451
SAN IGNACIO DE LOYOLA
31 DE JULIO
San Ignacio nació en 1491 en el castillo de Loyola, en
Guipúzcoa, norte de España, cerca de los montes Pirineos que están en el límite
con Francia. Su padre Bertrán De Loyola y su madre Marina Sáenz, de familias
muy distinguidas, tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres. El más
joven de todos fue Ignacio. El nombre que le pusieron en el bautismo fue Iñigo.
Fundó la Compañía de Jesús. Envió a sus compañeros como misioneros por Europa
para crear escuelas, universidades y seminarios donde estudiarían los futuros
miembros de la orden, así como los dirigentes europeos. En 1548, sus Ejercicios
espirituales fueron finalmente impresos. Los jesuitas jugaron un papel clave en
el éxito de la Contrarreforma.